VENID, BENDITOS DE MI PADRE

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9 de octubre de 2009.

 

 

            Señor, no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del Mal. Así sea.

           

¡Este es Mi libro, dice Jesús de Nazaret! Siguiendo a San Juan, Mi Apóstol Bien Amado, que Me comprende antes de que Yo hable. Nosotros vamos a concluirlo juntos.

            Tú, escribe el FIN de lo que debe venir mañana. Y que cada uno, aún los del extremo del Mundo, se convierta para obtener la gloria que Yo prometo a quien siga Mis Pasos.

            Desdichados los que cedieron al placer de la carne hasta hacer un mártir de un niño o de aquél que es como un niño (un minusválido).

Desdichados esos países donde la carne se vende como en una carnicería. Estos países no resistirán a la fuerza del Espíritu Santo que viene para barrer la Tierra de sus impurezas. El dinero que habéis recogido de esos comercios, no bastará para detener vuestros sufrimientos. Ni la cólera, ni la peste serán bastante pesadas a soportar para atenuar vuestros crímenes sobre Mis pequeños hijos.

Y qué decir de ese dinero maldito, de esa ganancia proveniente de la droga y todas las corrupciones. Todo el dinero será vuestro triste acusador. No serán ni los terremotos, ni los vientos violentos la causa de vuestras desdichas, sino DIOS que purifica la Tierra entera.

La gran Purificación no terminará hasta que sea llevada, como una paja (brizna de paja), la última casa de esos suelos, corrompidos por la violación de un niño. Ni el hambre, ni la sed, ni siquiera los cuidados que, con este dinero los han podido calmar, apaciguar, podrán ser los jueces que detendrán Mi Sentencia.

Tal como Yo os lo dije, como ya os lo anuncié, vale más entrar en el Paraíso, tuerto, ciego, con un miembro de menos, que verse condenar por la eternidad a no entrar en él.

Y he aquí que las puertas están recubiertas con la sangre del Cordero sin mancha, las de aquellos a quienes DIOS acaba de invitar, de aquellos que deben ocupar la Tierra Nueva. Los Ángeles vendrán en su auxilio porque DIOS les reserva para la Tierra de las Luces.

Nada manchado entrará en esta Nueva Tierra y el dinero no podrá comprar un sitio, porque el número de los que entrarán ahí, DIOS ya lo decretó. No son más fuertes ni más bellos para constituir el Pueblo santo. Sólo DIOS los conoce. Se parecen a la bondad, a la generosidad, a la compasión, a la ternura, al perdón del Señor.

Humanos, si dieseis un color, una música, ¿cómo pintaríais el AMOR? Porque esta Tierra Nueva será la Tierra del AMOR: brillante, luminosa, como la más bella de las primaveras.

Yo os lo he dicho: “¿Vosotros no queréis elevar Mi Cruz? Entonces, Yo la haré aparecer, ¡pero será demasiado tarde!”.

El número de los salvados no será equivalente al número de los llamados, como Yo ya se lo he dicho a Mi Iglesia “y ella Me ha entendido”. Pero he aquí que avanzan los que llevan su cruz, un fragmento de la CRUZ que cubre el Mundo, ese Mundo purificado por el sufrimiento de AMOR del HIJO, que arrastra tras de sí a “todos los rescatados de las garras de Satanás, con todos aquellos que siempre han seguido los pasos del Señor”.

“Venid, benditos de Mi Padre”.

DIOS os abre los brazos.

 

            “Yo vi un nuevo Cielo y una nueva Tierra, porque el primer Cielo y la primera Tierra habían desaparecido y el mar no estaba más. Y vi descender del Cielo del lado de DIOS, a la Ciudad Santa, la Nueva Jerusalén, dispuesta como una esposa ataviada para su esposo”.

            Esta Tierra Nueva será como Jerusalén: una tierra santa llamada Nueva Jerusalén.

            En esta Tierra entera, que será la Gloria y el honor de las Naciones, no entrará nada manchado, ninguna persona que se entregue a la abominación y a la mentira, sino sólo los que están inscritos en el Libro de la Vida del Cordero.

Yo, JESÚS, he enviado a Mi ángel para testificar estas cosas acerca de las Iglesias.

El que afirma estas cosas dice: “Sí, Yo vengo pronto”. ¡AMEN! ¡VEN, SEÑOR JESUS!

¡Que la gracia del Señor Jesús sea con todos vosotros!

JESUS de Nazaret, Señor y Rey. Amén.