JESUS PASA A SER UNO DE NOSOTROS PARA QUE PODAMOS SUFRIR ESTA TRANSFIGURACIÓN

8 de agosto de 2009.

 

 

JNSR:

            Señor Jesús, mi Dulce Amor, dadnos este Pan cotidiano, fruto de Vuestro AMOR. Vuestra Palabra también es NUESTRO PAN DE VIDA.

            El Señor sigue haciendo Maravillas. Santo es Su NOMBRE. El extiende Su Palabra de edad en edad a aquél que Le escucha –que Le escucha en verdad.

 

JESUS:

            Así como el aire es necesario para la vida, Yo te digo que Yo soy la VIDA, porque “YO SOY”.

            Yo Soy vuestro Todo y quien cree en Mí, jamás morirá.

            Oblígate a venir a MÍ, llamándoMe, como sólo una madre puede hacerlo.

            Yo soy a veces tan pequeño y con una necesidad tan grande de afecto, que vengo como un niño, también Yo, a buscar esta porción de amor, que sólo una madre sabe dar.

            Es verdad que Yo tengo junto a Mí a Mi Santísima Madre, pero quiero de ti ese amor que a menudo se te ha rehusado: Yo lo quiero para Mí. Es un bien adicional que Yo recibo en este Tiempo de amargura, en el que Yo soy el hombre inconsolable que camina a lo largo de los caminos perdidos y que no llevan a nada.

            Yo soy, entonces, el hombre que se rechaza de su país, y que, ciegamente, sigue caminando sin cesar hacia lo desconocido.

            Yo acabo de abandonar Mi País, Mi hogar y a menudo, sólo encuentro la puerta cerrada, mientras que mi estómago llora, sin saber que jamás verá el pan.

            Mi Madre, Mis hijos, Mis hermanos, están ausentes. También ellos son náufragos, dispersados por esos caminos que no conducen a ninguna parte. Esta multitud busca un lugar de acogida, donde el agua y el pan no les falten más.

 

JNSR:

            Debe existir ese lugar bendito al que el Padre nos conduce porque, aunque no se vea a nadie para guiarnos, el NOMBRE bendito de Nuestro Padre, para todos y cada uno, se encuentra en nuestros corazones, escondido.

            En otro tiempo, se encontraba en el desierto, hablando a ABRAHAM y luego, dando la Santa Ley a Moisés.

 

JESUS:

            Entonces, este Hombre-DIOS, que YO SOY, Se revela en cualquier hombre que sufra, y Yo tomo el mando de este largo río humano. Estos hombres y estas mujeres salen de su letargo para gritar: “¡Es el Señor! ¡Él está aquí!”.

            Todos vuelven la cabeza a la derecha y a la izquierda para buscarMe. Y entonces Yo grito: “Yo estoy aquí, no busquéis más. Yo estoy en medio de vosotros. Yo estoy en cada uno de vosotros”. Luego, las voces se elevan y se apaciguan, como si el viento se calmase y nos mostrase el lugar donde el Señor Se pone a hablar… todo esto en un silencio que se prolonga hasta que un hombre, entre todos esos hombres, se pone a hablar: “Es tiempo de comprender que no estamos abandonados. Aquél a quien buscamos, Aquél a quien esperamos, nosotros mismos Le hemos cerrado la puerta; ignorándoLe, Le hemos apartado de nuestras vidas y es Él quien nos llama. Su voz es poderosa y resuena en nuestros corazones. DejémosLe hablar”. Entonces, como se da la palabra a DIOS, otro hombre, en esta multitud, va a formular lo que DIOS le hace decir:

“Nosotros Le hemos olvidado.

Nosotros nos hemos separado de Él,

dejándonos caer en la desesperación

y en nuestras propias preocupaciones”.

            Otros se ponen a gritar:

¡Hermanos, despertemos,

DIOS está en medio de nosotros.

Su Voz resuena en nuestros corazones!”.

 

            Cada uno percibe, entonces, que el Señor está vivo y que habita en cada hombre, cada mujer, cada niño. Inmediatamente, este viento de AMOR se levanta de cada corazón, para formar un trono que espera al Salvador en Gloria, Aquél a quien cada hombre de esta Tierra se dispone a esperar y a querer tocar y acariciar. ¡Hace tanto tiempo que el hombre Lo espera!

            Algunos, que todavía no están despiertos,  Lo sienten, ese Hijo de hombre, Libertador de todos los pueblos, e inconscientemente, se ponen a esperar Su Santa Venida. Es la liberación de los Pueblos oprimidos, la Esperanza del Pobre, la razón de vivir para aquél que ha perdido todo en esta Tierra. ¡Él nos ha prometido una Tierra Nueva con los Cielos Nuevos! Y nosotros desesperamos por verla concretizarse. ¿Acaso deberá pasar aún mucho tiempo, antes de ver toda esta Promesa realizarse?

            En el silencio de los corazones, DIOS va a hablar:

            “Era una vez un niño pequeñito que vino al mundo en un lugar, pobre por su estado, pero tan rico por la presencia de una Tierna Madre y de un Padre muy Bueno, que todo niño tendría la alegría de verles cada día junto a él. Y de esto, el Hijo de DIOS fue rico”.

            Así, el tiempo transcurre a la espera de ese Día en que Todo será conforme a la vida del hombre sobre la tierra, como en el Cielo de Gloria, donde cada hombre estará un día en la Eterna Presencia de DIOS.

            Este niño, este Hijo de Hombre, este hijo de DIOS, pronto obtendrá Todo lo que DIOS Padre ha prometido a Su Hijo Único, Jesucristo.

            Vuestra Vida será la que DIOS prepara en estos Tiempos, y que llegará a vosotros muy pronto.

            No es el tiempo en que DIOS va a disponerse a preparar esta vida que es importante, sino más bien el tiempo en que vosotros vais a disponeros a cambiar, hasta el último minuto, porque no es el Señor quien tarda en venir, sino los hijos prometidos a una gran Santidad quienes tardan en convertirse en hijos de DIOS, esos mismos que son semejantes a Aquél por quien la Paz debe venir a este Mundo: el Hijo Único de DIOS.

            No es una revolución que os traerá la PAZ, para que se instale, para siempre, esa Tierra Nueva que DIOS viene a ofrecer a esos hombres, que no tienen todavía noción alguna “del AMOR y de la SOLIDARIDAD”, demasiado preocupados por las riquezas, que pueden desaparecer con toda esa falsa tranquilidad, que no se ve más que en apariencia.

            Vosotros no tendréis ninguna necesidad: ni de alimento, ni de bienes de toda clase adquiridos con este dinero nefasto, que ha contaminado al mundo. Vosotros sois insensatos inquietándoos por vuestras necesidades humanas. Sabed que el Día en que DIOS venga a vuestro encuentro (porque es necesario desearMe en medio de vosotros), ese mismo día, todas las necesidades relativas a vuestra vida ya no existirán más.

            Yo soy la Vida, y la Vida en DIOS no requiere más que el AMOR de DIOS, para vivir sin enfermedad, sin inquietud y sin ninguna preocupación.

            Mi Vida será la vuestra: una Vida de adoración por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo porque, cada elemento de DIOS Todopoderoso, adora a DIOS en Su Principio y en la Eternidad, que Yo llamo OMEGA.

            DIOS Se ama en Sus Complementos y Sus Complementos Le adoran.

            Hombre, tú estás también en Sus Complementos. Es por eso que DIOS te espera, para ser DIOS completo por toda la Eternidad. Amén.