DIOS ME ABRE A SU CONOCIMIENTO

**********

 

14 de febrero de 2009.

 

 

JNSR:

            Hoy, DIOS me abre a Su Conocimiento. Jesús os dice:

 

YO SOY EL CAMINO

 

            La transformación os es pedida y es evidente que os hace falta una Nueva Constitución, antes mismo de que vuestra Tierra se renueve, porque ella se va a renovar en esta transformación.

            Yo siento que DIOS ya quiere probar el corazón del hombre, formarlo muy pronto, porque se hace tarde; y DIOS nos dice:

 

DIOS:

            Vosotros habéis perdido demasiadas horas reflexionando. Las generaciones se suceden, sin parecerse. ¡Abrid los ojos!

            Delante de quienes dirigen actualmente a todos los Países, se presenta una nueva situación: una masa, como un enorme rebaño, que acaba de ofrecerse a un pequeño propietario que, a pesar de sus numerosas tierras no cultivadas, no posee más que cinco vacas que debe alimentar y tres o cuatro ovejas. Con esto, tiene tres obreros que no puede más que alimentar, junto a su propia familia, tan grande es su bondad y la miseria del mundo actual es aún mayor.

            Cada hombre se pone a reflexionar, pero por poco tiempo: todos estos animales tienen hambre y sed. Entonces, cada uno hace exposición de sus ahorros para poner todo en común. Su mirada se posa sobre esa inmensa cantidad de animales, ¡qué rebaño! Nos serán necesarios, por lo menos cuatro hombres más… Entonces, cada hombre va a consultar a su hijo mayor. Ahora, son ocho para ese trabajo y, después de un breve encuentro, cada uno de ellos va a buscar en sus pequeños ahorros para comenzar a alimentar a todos esos animales y buscarles el agua indispensable.

            Entonces, helos ahí asociados, cada uno con el mismo deseo: hacer prosperar esta nueva actividad, primero, midiendo todos los inconvenientes, todos los cargos y sobre todo, todo ese trabajo que debe hacerse en común, para alcanzar un beneficio. Pero nada les infunde miedo, porque la pobreza les había reunido, la miseria actual los había aproximado, su natural compañerismo los había formado. Ellos eran hermanos en el mismo amor, puro como el aire del su campo. Todo les era soportable. Ellos se confiaban a DIOS, que los había reunido. Ellos se vieron, entonces, como pastores, a la espera del Mesías: la misma esperanza y el mismo amor les unía; la Esperanza vivía en ellos.

            Juntos prepararon su tierra, como se prepara la cuna para el niño que va a nacer. Y ellos prosperaron.