EL SEÑOR OS PIDE SER FUERTES ANTE EL ESPIRITU DEL DINERO

QUE ES EL ANTICRISTO

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Miércoles, 29 de octubre de 2008.

 

 

JESUS:

            Pronto vendrá la hora del Triunfo de DIOS. Este será el Tiempo de la reunión para el mundo nuevo.

            El Mundo va a entrar, cada vez más profundamente, en una crisis sin salida, con días de sosiego que harán creer que el dinero de los bancos aún está en pie, bien vivo.

            El pueblo, salido de Egipto, esperó durante cuarenta días a Moisés con las tablas de la Ley. Y como los Israelitas no le veían descender del Monte Sinaí, se pusieron a dudar y, organizaron un festín en honor de su Nuevo Dios, ese Becerro de ORO que fabricaron y que adoraron en lugar del Eterno.

            A la vista de tal orgía, Moisés monta en cólera. Pero DIOS, delante de esta escena de paganismo, propone luego a Moisés liquidar a este pueblo. A la súplica de Moisés “Apartad Señor Vuestra Ira y renunciad al mal que deseáis hacer a Vuestro pueblo”. El Señor renuncia. Y le promete, en cambio, hacer de él una gran Nación.

            En San Mateo (6, 24) “Nadie puede servir a dos señores, pues o bien, aborreciendo al uno, amará al otro, o bien adhiriéndose al uno, menospreciará al otro. No podéis servir a DIOS y al dinero”.

            La riqueza encierra al hombre en sí mismo y sofoca su necesidad de DIOS. Es necesario todo el Poder de DIOS para cambiar el corazón del hombre.

            El dinero es considerado como el Anticristo. Desde todos los tiempos, él ha reinado como señor absoluto. Poblaciones enteras, para conquistarlo, se mataron unas a otras, y todos los que no pudieron obtenerlo, tuvieron que sujetarse a la más humillante de las situaciones.

            Actualmente, existen todavía los esclavos de los ricos, esos pobres rechazados que viven de limosnas, durmiendo en las calles: son los exilados, los rechazados de todas partes, ignorados por el Estado, ignorados por las Iglesias. No conociendo ni abrigo para el invierno, ni agua para beber o lavarse, mueren a las orillas de los caminos y no tienen tumbas (para llorarles). Y quién iría a llorar a esos “insignificantes” que ni siquiera tienen nombre, de Estado Civil desconocido. Ellos no vivieron más que para decirnos, a todos y cada uno, que ellos tenían, como nosotros, a “DIOS en ellos” y que tienen el derecho y el deber de decirnos: “¡si supieseis cómo DIOS odia el dinero!, tendríais miedo de poseer ese monstruo que mata a DIOS todos los días, ante vuestros propios ojos”. El hace milagros tan espantosos que, delante de este Anticristo, “el más próximo a Satanás”, vosotros quedáis tan admirados que DIOS llora lágrimas de sangre. El ha tomado todo el lugar del DIVINO. Su trono es el Mundo.

            El hace ciudades y palacios, Torres más altas que la Santa CRUZ que Yo pedí en Dozulé, para anunciar Mi Regreso en Gloria. Todo ese conjunto, construido mismamente sobre el agua, recubierta de tierra, es para la gloria del DIOS-DINERO.

            El está por todas partes. El honor que él recibe, aún en Mi Casa, es la acogida de toda esta Sociedad que tiene un nombre, de heredero en heredero, de Rey en Rey, de Presidente de un País a otro que le reemplace. Mi Iglesia tiene miedo de los pobres, y como antiguamente, ella sigue acogiendo a los comerciantes gloriosos, aquellos que tienen como carta de presentación un nombre en el Poder, y una familia honorable por el dinero, ¿y vosotros estáis aún preguntándoos quién toma MI Lugar en todos lados? Es Mi Enemigo jurado, desde que el Mundo se coronó enteramente solo en Mi Lugar, él es el Dios de este Mundo, “el dinero”, que Yo vengo a destruir y este Mundo que le ha adorado y que le ha escogido unánimemente, gracias a su Poder. Ahora, Yo vengo a buscar a Mis elegidos, aquellos que Me han escogido y que Me seguirán, allí donde Yo estoy y estaré con ellos eternamente: que vuestro llamado sea unánime y lleno de AMOR. Y he aquí que Yo vengo, ¡amén!

 

¡VEN, SEÑOR JESUS! Amén.

Si vosotros Me llamáis de Todo corazón,

Yo estaré pronto con vosotros. Amén.