LOS PROVERBIOS DE SALOMON, HIJO DE DAVID,

REY DE ISRAEL

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Jueves, 9 de octubre de 2008.

 

 

JNSR:

            Leo en la santa Biblia (Prov 1, 20-23):

            20 La Sabiduría grita en las calles, en las plazas levanta su voz.

            21 Desde lo alto de los muros llama, a la entrada de las puertas de la ciudad pronuncia sus discursos:

            22 “¿Hasta cuándo, simples, amaréis la simpleza, y los burlones se deleitarán en la burla, y los necios aborrecerán la ciencia?

            23 Convertíos a mis exhortaciones: he aquí que yo derramaré sobre vosotros mi espíritu, yo os haré conocer mis palabras”.

 

            En Mateo 27:

            45 Desde la hora sexta, se oscureció toda la Tierra, hasta la hora nona.

            46 Hacia la hora nona, gritó Jesús con fuerte voz: “Eli, Eli, ¿lema sabajtani?”, que quiere decir: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”.

            50 Y Jesús, dando de nuevo un fuerte grito, exhaló su espíritu.

   

 

En la misma noche

 

JNSR:

            Como es habitual, antes de irme a acostar, preparo un vaso y una botella de agua, medicamentos y un despertador grande que pongo sobre la mesa del comedor, luego voy al baño. De regreso, vengo a tomar todo lo que había preparado, para ir a mi habitación.

            Sobre la mesa del comedor, está todo excepto el gran despertador. Yo lo busco por todas partes, por todo el apartamento y no lo encuentro por ninguna parte.

 

En la mañana siguiente, viernes, 10 de octubre

 

            De mañana, busco de nuevo mi gran despertador sin ningún éxito. Cuando me decido a tomar mi pequeño desayuno, en el comedor, miro el gran cuadro del Sagrado Corazón de Jesús que está colgado en la pared, justo encima del aparador. Y digo: “Señor, ¿adónde iría ese despertador?”. Luego, bajo la cabeza para tomar mi taza de café, levanto mi mirada hacia Jesús y, de repente, el despertador aparece sobre el aparador, justo debajo del gran cuadro de mi Jesús. ¡Admiración!

            “Señor, ¡GRACIAS, pero es tan extraño!”. Son las 9:30. El puntero pequeño está en el 9, el grande en el 6 y yo acababa de escribir ayer: “Desde la hora sexta, se oscureció toda la Tierra, hasta la hora nona”.

            La hora sexta corresponde a nuestro mediodía y la hora nona, a nuestras 15 horas. Yo retuve estos dos números, 6 y 9, marcados por mi despertador a su “regreso” y en el Evangelio según San Mateo. Y JESUS nos dice:

            “¿Hasta cuándo vais a permanecer en la noche de vuestras tumbas? Vosotros no comprendéis que, olvidando Mi Voz que resuena en vuestros corazones, no avanzaréis hacia Mi Día, que llegará en breve para salvaros. Pobres hijos ingratos, ¡vosotros no sabéis aún cuanto Yo os amo, cuanto Yo Me preocupo por vosotros, para desear salvaros a todos!

 

El Reino de Dios en la Tierra,

como es en el Cielo desde siempre,

¡está muy cerca!

Palabra del Señor †