LA ÚLTIMA HISTORIA DE DIOS

Con los gigantes de pies de barro,

los Jefes de las Naciones

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20 de septiembre de 2008.

 

 

JNSR:

            El Señor Se mantiene en medio de todos esos gigantes de pies de barro. Ellos son los conquistadores de este mundo, los Lobos que siempre tienen hambre de poder.

            Ellos han pillado, robado todo lo que quedaba en el subsuelo del Tercer Mundo, agotaron sus ya pobres graneros. Con la sed y el hambre, ellos los han desesperado, haciendo que los exilados se mantengan penosamente en pie sobre todas las rutas que los conducían hacia puertas cerradas. Su destino les proyecta por mar y tierra y… ¿hacia dónde? A la casa de los Lobos, que no tienen nada más que hacer con esta horda hambrienta, a la que sólo le queda esconderse para morir.

            Pero siempre habrá quien se escape y dará, algún día, testimonio.

            Y Dios dice: “De este dinero maldito, Yo hago Mi herramienta por un tiempo”. Su avidez para llenarse de dinero ha sido su ruina brutal, que sacudió toda esa organización. Los gigantes han enloquecido, pero cada uno querrá salir de esta crisis a su manera.

            Todo se desmorona. Dios dice a los gigantes de este mundo: “Vosotros habéis puesto a los pobres de rodillas ante vosotros. Ahora, soy Yo quien os pone de rodillas delante de Mí y delante de vuestro ídolo preferido, que se ha desmoronado como un castillo de naipes”.

            Todo se esfuma como el humo. Extraña sensación de un último vértigo, donde caen los gigantes, de tan alto, que ellos tuvieron tiempo de pensar en su medio de dominación desmoronado. “El oro es el nervio de la guerra”. Así, durante tres días Rusia se encierra en su casa. ¿Para esconderse? ¡No! Para meditar. Como un fantasma errante, el Jefe de esa gran Nación se puso a examinar sus apartamentos:

“¿Qué podemos hacer sin dinero?

El país, todos los países se mueren al mismo tiempo.

Ayer, yo me sentía fuerte e invencible.

Yo no me escondo de los hombres.

Yo me doy cuenta, ellos son todos como yo.

Sí, me veo en cada uno…

No hay señor más alto que el dinero…

Es él quien nos tiene en su poder.

Sí, el Poder, es él.

El busca las armas, arrulla todas las pasiones,

procurando a unos el bienestar, a otros, el dominio.

Sí, pero hoy, yo veo que su alegría es efímera.

Gracias a él, hacemos la guerra, y sin él, no se puede”.

           

            Dios le responde en su corazón:

            “¿No es mejor así? Con el miedo de la miseria y de la muerte, el dinero hace muchos esclavos. Por la pasión de poseer, él hace grandes criminales. Es el dios de los gigantes de este mundo. Pero también es el infierno para los pequeños.

            ¿No sabes lo que él hizo de Judas? ¿Y lo que hizo Judas?

            El poder y el dinero se conjugan al mismo tiempo. Yo te dejo reflexionar: amar u odiar.

            Aquél que tome las armas, sean ellas convencionales o nucleares, será sobre él donde primeramente ellas caerán.

            Yo vigilaré en tanto sea necesario. Yo soy el Dios Único que os da la Paz. Yo volveré a interponerMe

_ entre la guerra y la Paz,

_ entre la injusticia y la Justicia,

_ entre el odio y el Amor.

            Recuerda siempre que aquél que quiere agradar al hombre, no puede ser más, servidor de Dios. El siervo de Dios no lleva ni dinero, ni mochila, ni sandalias, y no se demora con saludos en el camino. Decid a los habitantes:

El Reino de Dios está muy cerca de vosotros.

Palabras de JESUCRISTO.