¡VEN, SEÑOR JESUS!

¿Cuál será el fin?

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30 de agosto de 2008.

 

 

JESUS:

            En este fin, las tropas del Mal están todas reunidas, a punto de actuar sin hablarse. Yo les doy la vuelta y las miro, no como espectador, sino como Juez. ¿Podría Yo dejar a esta horda de seres sin-corazón llevar el desastre final a todos esos hombres de poca fe, que todavía pueblan Mi Tierra de Amor?

            Yo no puedo decidirMe a dejar actuar a estos hombres, que no buscan más que la posesión del Poder y del Dinero, con el grito de Venganza en su corazón. ¿Cómo dejar a Mi Libertad rebajarse ante ellos? ¿Son ellos, todavía, Mis hijos, libres de regresar a Mí o de traicionarMe?

            Yo no emplearé el medio de la Fuerza contra ellos, ni la persuasión, ellos no entienden nada…

            Por tanto, Yo pongo de vuestra parte esta Fuerza que aún os puedo dar porque vosotros no habéis bajado los brazos. Así, con las manos levantadas hacia el cielo, como hicieron los antiguos, para que el combate sea justo y leal, Yo os dejaré actuar, sin interponerMe, para que la Justicia se haga en total Libertad.

            La lucha va a comenzar, la del Bien que viene a abatir al Mal. Vuestros brazos se elevarán, todos al mismo tiempo, hacia el cielo suplicando a Dios que intervenga. Entonces, el Milagro se hará, y Mi Justicia triunfará con vosotros, Mi bienamados.

            Un punto es importante: es tener vuestras manos siempre limpias, jamás manchadas con la sangre de vuestros hermanos.

            La tempestad también avanza por todas partes. Algunos países estarán y permanecerán inundados. Las simientes muertas; y el espectro del hambre que avanza, despiadadamente. Amenazas de muerte cierta. Guerra sin piedad. Y las poblaciones que huyen, abandonando todo…

            ¿Dejaréis al sufrimiento apartarse por sí solo, sin aprovecharos de lo que él os aporta: la Redención, al ayudarlos? Todo este dolor, Dios lo lleva aún hoy en Su Cruz. Venid a ayudar. Vuestro Redentor, cubierto con la sangre de todos esos Mártires, cede bajo el dolor de todos sus sufrimientos, presto a entrar aún en la Agonía de Su Cruz, que no ha dejado de portar la Sangre de Dios y de Sus Mártires.

            Hijos todavía protegidos, ¡el Mal no os ha olvidado! ¿Os arrojará de vuestros hogares, de vuestros países? ¿Cuáles son vuestras oportunidades?

            Ante esta venganza disimulada, que se cumple hasta el Fin de los Tiempos, concedido por Dios, en su último límite, a Su Enemigo,

            _todos los accidentes se repetirán,

            _los crímenes contra natura en los más jóvenes,

            _todo el fraude en los asuntos del mundo,

            _el trabajo, las ayudas para aquellos que no tienen nada para vivir,

            _los auxilios, desapareciendo poco a poco, culpa de la moneda que pierde cada vez más su valor…

            Entonces, para señalar este Fin que tendrá fin, JESUCRISTO vendrá en medio de este ruido de cañones, de los alaridos de la gente angustiada que grita, del desencadenamiento mundial y universal de todos los elementos desatados por el Mal, de las últimas perturbaciones que deben suceder; entonces los Cielos comenzarán a abrirse, para ver descender, en medio de vosotros, al son de una trompeta que no termina, a JESUCRISTO, con toda la Familia Divina, y vosotros, Mis hijos, recogidos antes mismo de que la Muerte desaparezca para siempre.

 

Palabra del Señor