¡VEN, SEÑOR JESUS!

La Voz que habla

*******

25 de agosto de 2008.

 

 

JNSR:

            La Voz que habla no se nombra todavía en el inicio, donde se ven todas las bestias del Apocalipsis de San Juan, huyendo delante del Caballo blanco. El Caballero que lo monta tiene una espada en su mano derecha y, en la mano izquierda, lleva las riendas de su corcel, que le obedece galopando detrás de esa jauría salvaje que se dirige toda, derecho a un abismo sin fondo.

            Todas esas bestias han escapado de sus refugios, en el interior de los hombres débiles donde ellas se habían guarecido. Ellas les ofrecían la tentación y se alimentaban con los pecados que ellas provocaban entre los hombres, que se dedicaron a despreciar a Dios y a toda la Humanidad.

            Obedientes al padre de la mentira, ellas seguían las órdenes venidas directamente del protagonista que, actualmente, con ellas, se dirige hacia el abismo de donde nadie puede salir.

            Es posible ver este curso desenfrenado: el Caballero que las apremia y las sigue y que, a pesar de ellas, las dirige hacia la nada. Nuestro Señor JESUCRISTO, que no es otro que el fogoso Caballero Blanco, acaba de tomar conciencia de la Hora que el Padre Todopoderoso ha guardado hasta ahora. El nos dice:

            “Pronto, Yo haré sonar la trompeta, que resonará en las llanuras, los valles y montañas, hasta los cuatro extremos del mundo, para advertir a todos los hombres. Nadie podrá decir que no ha escuchado nada, pues hasta los sordos oirán. Llegó la Hora. ¡Arrepentíos y haced Penitencia!”

            Los hombres estarán como en el tiempo de San Juan Bautista, que les llama para hacerles entrar en el Bautismo de Dios, para merecer el Reino Eterno de Dios.

            Hoy como entonces, de parte de todos los Santos del Cielo, unidos a la Santísima Trinidad, vosotros escucharéis, dirigido a todos los hombres de la Tierra:

 

JESUS:

            ¡Hombres de poca fe! Si supierais lo que Dios os prepara para este Tiempo que llega. Vosotros ya habríais visto lo que el Señor, de cara a vuestras ciudades y poblados, dice: Yo dejo los árboles de los bosques todavía verdes, a punto de retoñar, como si la savia nueva empujara, empujara todo lo que le impide venir para renovar la vida, que se escapa por todas partes. Vosotros ya habríais visto los jóvenes y nuevos brotes, de un verde tierno, en la cima de esos árboles gigantes, que quieren hablaros de su esperanza en esta expectativa. Habríais escuchado todos los cantos de los pájaros que vuelan hasta vuestras ventanas, para haceros participar en su profunda alegría de volver a ver al Santo de los Santos en la Tierra.

            Pues todos los animales, mejor que los hombres, han guardado la memoria de sus lejanos ancestros, que vieron morir a Cristo en Su Cruz, para la Salvación de los hombres. Aunque ellos no se expresen como vosotros, ellos son, y lo saben todos, Mi Santa Creación. Amén. Palabra del Señor.

            La Tierra y los Cielos os hablan de Mi Regreso en Gloria, ese gran Día, terrible y maravilloso, en que Cristo regresará. Todo estará ya purificado. La Tierra y los hombres podrán, entonces, verMe Tal como Yo SOY, en la Gloria de Mi Padre, que está en Mí y Yo en El.

            El Espíritu os dirá: He aquí Aquél que ES, que ERA y que VIENE, para daros la Vida en abundancia, la Verdadera Vida en Dios que no tiene fin.

            Venid a entrar en Su Eternidad. Prometeos a vosotros mismos estar unidos a Aquél que es vuestra propia vida, a fin de que la Unión sea sellada, para volver a deciros que en este bello Día del mes de… y del año…vosotros estáis unidos, por la Eternidad, a Aquél que es el Esposo de todas las almas.

JESUCRISTO, vuestro Salvador

            Querida almita desposada, que tiene su Palabra que es Mía y que Yo he puesto en ella por toda la Eternidad. Habla en Mi Nombre, que Yo Mismo te abriré todas las puertas.

 

Jesús de Nazaret Señor y Rey

Amén. Amén. Amén.

 

  

 

JNSR :

            Envío esto a todos nuestros amigos fieles, a fin de que ellos mismos hablen en Nombre del Señor a todos los que el Señor llama.