¡HE AQUÍ QUE YO VENGO!
Amén, ven Señor
JESUS
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15 de agosto de 2008.
Asunción de MARIA
Dictado por JESUS y acompañado por Su Santísima Madre
y los Apóstoles San Pedro y San
Juan
JESUS:
Hija Mía, todo lo que tú escribirás para terminar
Porque los Misterios del Libro de
Yo puse el trabajo en vuestras
manos, las tuyas y las de todos aquellos que han sido igualmente escogidos para ayudarte y en quienes Yo
he puesto Mi Confianza y Mis Bendiciones; todos aquellos que de lejos o de
cerca difunden y difundirán todas
En el tiempo actual, nadie puede gloriarse de haber recibido
de
Todo lo que Yo apruebe y todo lo
que, con Mi Santa Palabra Yo os he hecho conocer, no puede ser aprobado
oficialmente más que por
JNSR:
Nuestro
querido Papa Juan Pablo II, prescribió la publicación del Catecismo de
Este
libro es el reflejo auténtico de
CIC, no. 1046: “En cuanto al cosmos,
Pues la ansiosa espera de la creación desea vivamente la revelación de los hijos de Dios… en la esperanza de ser liberada de la servidumbre de la corrupción… Pues sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto. Y no sólo ella; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, nosotros mismos gemimos en nuestro interior anhelando el rescate de nuestro cuerpo” (Rom 8, 19-23).
CIC, no. 2001: “La preparación del hombre para acoger la gracia es ya una obra de la gracia. Esta es necesaria para suscitar y sostener nuestra colaboración a la justificación mediante la fe y a la santificación mediante la caridad”.
Condición
de
“La fe dispone a
CIC, no. 1021: El Juicio particular
“La muerte pone fin a la vida del hombre como tiempo abierto a la aceptación o
rechazo de la gracia divina manifestada en Cristo (2 Tim 1, 9-10). El Nuevo
Testamento habla del juicio principalmente en la perspectiva del encuentro final con Cristo en Su segunda
Venida; pero también asegura reiteradamente la existencia de la retribución
inmediata después de la muerte de cada
uno como consecuencia de sus obras y de su fe. La parábola del pobre Lázaro
(Lc 16, 22) y la palabra de Cristo en
Y
para el gobierno de aquellos que aún dudan de la inmortalidad de cada alma, he
aquí lo siguiente:
CIC, no. 1022: “Cada hombre, después de morir, recibe en su alma inmortal su retribución eterna en un juicio particular que refiere su vida a Cristo, bien a través de una purificación (Concilio de Lyón II: DS, 857-858; Concilio de Florencia II: DS, 1304-1306; Concilio de Trento: DS, 1820), bien para entrar inmediatamente en la bienaventuranza del cielo (Benedicto XII: DS, 1000-1001; Juan XXII: DS, 990), bien para condenarse inmediatamente para siempre (Benedicto XII: DS, 1002)”.
“Al atardecer de nuestra vida,
seremos juzgados en el amor” (San Juan de
DS: Libro de los dogmas por Denziger
– Schönmetzer.
CIC, no. 1042: La esperanza de los
Cielos nuevos y de
CIC, no. 1043:
CIC, 1044: En este “universo nuevo”
(Ap, 21,5),
CIC, no. 1047: Así pues, el universo visible también está destinado a ser transformado, “a fin de que el mundo mismo restaurado a su primitivo estado, ya sin ningún obstáculo esté al servicio de los justos”, participando en su glorificación en JESUCRISTO resucitado (San Ireneo de Lyón, Adversus haereses 5, 32, 1).
CIC, no. 1012: Muerte cristiana: “La
visión cristiana de la muerte se expresa de modo privilegiado en la liturgia de
La vida de los que en Ti creemos, Señor, no termina, se transforma; y, al deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el Cielo (Misal Romano: Prefacio de difuntos).
CIC, no. 1040: El Juicio final
sucederá cuando vuelva Cristo Glorioso[1].
Sólo el Padre conoce el día y la hora en que tendrá lugar; Sólo El decidirá su
advenimiento. Entonces El pronunciará por medio de Su Hijo JESUCRISTO, Su
palabra definitiva sobre toda la historia. Nosotros conoceremos el sentido
último de toda la obra de
CIC, no. 992: La resurrección de los
muertos fue revelada progresivamente por Dios a Su Pueblo. La esperanza en la
resurrección corporal de los muertos se impuso como una consecuencia intrínseca
de la fe en un Dios Creador del hombre todo entero, alma y cuerpo. El Creador
del Cielo y de
“El Rey del mundo, a nosotros que morimos por Sus Leyes, nos resucitará a una vida eterna (2 Mac 7, 9). Es preferible morir a manos de los hombres con la esperanza que Dios otorga de ser resucitados de nuevo por El (2 Mac 7, 14; 7, 29; Dn 12, 1-13).
CIC, no. 1260: “Cristo murió por todos y la vocación última del hombre
es realmente una sola, es decir, la vocación divina. En consecuencia, debemos
creer que el Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de que, de un modo
conocido sólo por Dios, se asocien a este misterio Pascual”. (Concilio Vaticano
II, GS 22; LG 16; AG 7). Todo hombre que, ignorando el Evangelio de Cristo y Su
Iglesia, busca la verdad y hace
Mi
hipótesis sobre
†
† †
(1)
JNSR: El Juicio final sucederá cuando vuelva Cristo Glorioso: esta frase, elíptica, podría dar a entender
que el Juicio final (por tanto, el Fin del mundo) intervendría “cuando se
realizase el Regreso Glorioso de Cristo”. Así,
antes del Fin del mundo, habrá, después del Fin de los tiempos del pecado: “