ESTE DOBLE CUERPO QUE DIOS NOS HA DADO

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7 de junio de 2008.

 

JNSR:

            Nuestra alma, ese segundo cuerpo, y nuestro espíritu que la anima, son identificados por San Pablo (1 Tes 5, 23): “Que el Dios de la Paz os santifique cabalmente, y que vuestro ser, todo entero: espíritu, alma y cuerpo, sea conservado irreprochablemente para la Venida de nuestro Señor Jesucristo”.

            Es nuestra alma la que anima nuestro cuerpo “de miseria”, dice San Pablo en Flp 3, 20-21, “que debe ser conformado al Cuerpo de Gloria de Nuestro Señor”:

            “Porque nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde esperamos un Salvador: al Señor Jesucristo, que transformará nuestro cuerpo de miseria conforme a Su Cuerpo Glorioso, en virtud del poder que tiene para someter a Sí todas las cosas”.

            Ese cuerpo de Gloria, lo llevamos en nosotros en evolución, y será otro, diferente a nuestro cuerpo carnal, y sin embargo será el mismo, como el de JESUS Resucitado. Se trata de una nueva creación, anunciada a todo lo largo de la Biblia:

            -En Isaías (11, 6-9): “El lobo habitará con el cordero…”

            -En Isaías (66, 17): “Porque he aquí que Yo voy a crear cielos nuevos y una tierra nueva”.

            -Rom (8, 22-23): “…toda la Creación gime y está en dolores de parto… también nosotros… gemimos dentro de nosotros mismos esperando la adopción filial, la redención de nuestro cuerpo…”

            -Ap (21, 5): “…He aquí que hago nuevas todas las cosas”. Una nueva Creación no corrompida por el pecado. Purificada.

            Este Cuerpo de Gloria, por el alma creada en Dios, ya nos habita. Respetémoslo en su forma carnal actual. Este “cuerpo es el Templo del Espíritu Santo” (1 Cor 6, 19). Dios “dará también la Vida a vuestros cuerpos mortales por obra de Su Espíritu que habita en vosotros” (Rom 8, 11).

            En 1Cor (15, 42-44), San Pablo escribe: “…Se siembra en corrupción y resucita en incorrupción. Se siembra en vileza y resucita en gloria. Se siembra en flaqueza y resucita en fuerza. Se siembra cuerpo animal y resucita cuerpo espiritual”.

            Y siempre de San Pablo, en 1Tes (4, 15-18): “Ved pues lo que os decimos como Palabra del Señor: nosotros los vivos, los que estemos todavía al tiempo de la Venida del Señor, no precederemos a los que murieron. Porque el Señor Mismo, a la señal dada por la voz del Arcángel y al son de la Trompeta de Dios, bajará del cielo y los muertos en Cristo resucitarán primeramente. Después nosotros, los vivos, los que estemos hasta la Venida del Señor, seremos arrebatados juntamente con ellos, entre nubes, por los aires, al encuentro del Señor. Y para siempre estaremos con el Señor. Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras”.

            El cuerpo psíquico (el alma) es invisible. El se encuentra en nuestro cuerpo, como chispa de Vida Divina que Dios ha puesto en cada uno de nosotros desde la herencia que trajo en él Adán, que recibió de Dios la Vida por el Soplo Divino salido de la boca de Dios y que el propio Señor sopló en su nariz.

            El Señor nos dice: “Yo soy la Vida, la Verdad y el Camino”.

            Cuando alguien es amputado de una pierna, muchas veces continúa quejándose de sufrir dolor en su pie ausente, que está siempre presente en lo invisible de su cuerpo psíquico, que ha sufrido con la separación de la parte amputada, esa que le estaba unida desde el origen de la formación de su ser. ¡Ese dolor es real![1] Como también es real, yo puedo afirmarlo, en el caso de una bilocación de nuestra alma cuando es llamada a donde Dios la llama y ella debe dejar su cuerpo vivo, que continúa el trabajo que está realizando. La separación es vivida y sentida, y los dos cuerpos pueden funcionar al mismo tiempo, según la Voluntad del Altísimo. Así:

            1º) Yo fui llamada a Estambul, el día 15 de diciembre de 1996 por Dios cuando, en un instante yo me encontraba con mi alma, rezando el Rosario y hablando con JESUS. Entretanto, al mismo momento, yo estaba en una iglesia en Marsella, rodeada por todas las Religiosas, rezando el mismo Rosario, los Misterios Dolorosos, que yo misma comentaba.

            2º) Yo fui llamada a asistir a los Bautismos que JESUS daba en las aguas del Jordán y cantaba con la multitud a la orilla del río. Allí, yo era mucho más joven y permanecía en actitud de admiración, ante mi Dios. Y estaba también con mi cuerpo en una ciudad en Lyon, para orar ante un niño a quien una mujer daba la Bendición del Bautismo; en espera de que él la recibiera de manos de un buen Sacerdote, los padres estaban “indecisos”, mas ellos me prometieron llevar al niño a la iglesia.

            El cuerpo invisible, como la misma palabra lo dice, invisible, se encuentra en nuestro cuerpo, de donde sólo Dios puede llamarlo, separarlo y hacer que siga a su Creador.

            3º) Una bilocación todavía más fuerte, en el autocar a San Damiano. En ese vehículo, yo oraba en alta voz, por el micrófono, al lado del conductor; estaba en la última decena de los Misterios Dolorosos, la Crucifixión de JESUS. De repente, me veo en un lugar donde están reunidas almas, podría decirse en lo Alto del Purgatorio, y ellas parecían todas de oro, las envolvía una especie de manto fluido de oro puro que les cubría hasta la cabeza. Luego, subían más alto, escapándose como cohetes hacia el Cielo de Dios. Mientras iba rezando por el micrófono para todo el autocar, me vi en ese lugar jamás visto, rezar la decena precedente del Rosario, la de la Subida al Calvario con la Cruz, ya rezada en el autocar: ¡podía rezar al mismo tiempo ambas decenas, sin perder el hilo de los dos Misterios!

            Mas, como en cada bilocación, me siento helada, con malestar. Entonces, escucho también la voz de mi papá, que partió siendo muy joven hacia Dios. Yo se que él está con Dios, él me lo dijo después de mis seis novenas de peregrinaciones a San Damiano. Muy fuerte, en mi habitación, yo oí su voz, que jamás he olvidado:

            “Gracias, hija mía. Gracias a tu Sufrimiento de Amor (muy cansada por las Oraciones y el ayuno en San Damiano) nos has salvado, nosotros tenemos el Cielo”. Es la Comunión de los Vivos del Cielo y de la Tierra. De los vivos y de los muertos, para que yo comprendiese que, con Dios, no había muertos. Y oí esta última frase: “…y de los muertos, mas en el Cielo no los hay”.

            Seguidamente mi papá me dice: “Sigue rezando, hija mía, no tengas miedo”.

            Yo supe luego que las Oraciones recitadas en los autobuses eran para liberar a las almas del Purgatorio. Y papá empleó el plural: “Tú nos has salvado”, gracias a Dios, evidentemente.

            En cada bilocación, yo me siento mal, porque hay una separación del alma y del cuerpo. Como en todo desdoblamiento, se debe tirar para “despegarse”. Pero Dios es tan bueno, que no hace falta más que El me lo mande y yo acepto, sin siquiera oírme a mi misma decir . Yo corro, y puedo certificarlo, que tengo dos cuerpos y que el más bello aún no se ve.

            Pero, como todo jardín, hay que cultivarlo y adornarlo con las más bellas flores para Nuestro Dios de Amor.

 

 

 

[1] Ese dolor, muy real, del “miembro-fantasma”, es tratado con éxito por un Auriculoterapeuta mediante acupuntura en el pabellón de la oreja, donde se encuentra repetido el esquema de todo el cuerpo humano. Iniciado por el Dr. Paul NOGIER, esta terapia es enseñada en medicina.