HAMBRE Y FIN SE CONJUGAN JUNTOS

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6 de junio de 2008.

 

 

JNSR:

            Señor, permitidme escribir lo que Vos deseáis que sea dicho y no lo que yo quiera.

            Desde el último mensaje, páginas y páginas fueron escritas por mi mano. Ellas reposan sobre la mesa sin ser entregadas: yo no las trasmito a “nuestro secretario” y no las rasgo. Es como una indecisión de la que no conozco la causa; o más bien, que yo no quiero reconocer la causa que me deja como un enfermo ante un medicamento que no quiere tomar. El sabe que le puede curar, pero es difícil de tragar, porque los efectos secundarios que debe soportar son terribles.

            Entonces, lo que me llegó ayer por la tarde, hacia el anochecer, me dejó en el sitio, en plena reflexión.

            Me encontraba en el corredor de mi apartamento y es justamente allí donde, a menudo, las cosas que llegan del Cielo me trastornan.

            De repente me digo: “¿De dónde vengo?”. Es como si llegara de un viaje, sin ningún recuerdo. ¿De dónde venía? ¿Cuánto tiempo pasé fuera de casa? ¿Qué hice en otra parte? Me encontraba en ese momento allí, aún en lo desconocido, que persistía en asaltarme con todas estas preguntas. Y sin embargo yo me sentía aliviada de encontrarme en casa, en tanto la ausencia me parecía haber sido larga.

          Sin hacerme más preguntas, al llegar la noche, me dormí y esta mañana, al despertar, he aquí que me acuerdo de algunos episodios del sueño que he tenido en la noche y cuyo fin es volver a poner en su lugar todo lo que Dios me dijo y sigue diciéndome.

            He aquí las partes de ese sueño que he podido retener porque, si bien todas las noches yo soy asaltada por sueños que reconozco significativos, no los puedo recordar al despertar. Pero esta mañana, el Señor me permite recordar ciertas partes de ese sueño:

            “Yo me encontraba en mi casa, con el más joven de mis hijos, que aún estaba soltero (él está casado y tiene un niño pequeño que nació en el aniversario de la muerte de su abuelo, mi querido esposo: el niño nació el 8 de septiembre).

            En ese sueño, me apresuraba a hacer mi equipaje y quería preparar también el de mi hijo, que no tenía ninguna prisa.

            El me decía: “No es necesario llevar ninguna cosa, todo está ya allí, no se necesita nada”. ¡Y me daba cuenta que sobre los estantes de mis armarios no quedaba casi nada! Ni siquiera me inquietaba si otros se hubieran servido antes de mí. De ropa, tenía demasiada. Pero me decía que no debería olvidar llevar un poco de café caliente para el camino. Y mi hijo me responde:

            “Da lo mismo, se llega pronto”. Sí, pero lo cierto es que no se apresuraba suficientemente… Por la ventana, yo vi una pequeña asamblea de personas de mi edad que, con un pequeño paquete al brazo, esperaban, reunidas sobre los escalones de la iglesia del pueblo. ¿Esperando a quién? ¿Qué cosa? Pero estaban allí para la partida, la misma mía.

            Sin hablar, el semblante de mi hijo me hizo comprender que su partida no se correspondía con la hora de la mía. Vi su actitud indiferente y confiada; mientras que yo me encontraba muy apremiada por estar a la hora, él no se preocupaba.

            Ahora, Señor, estoy lista para escribir lo que Vos consentiréis en decirme. Todo será escrito sin temor.

 

JESUS:

            Nuevamente, es de vuestra partida de lo que Yo debo hablaros. Tú has escrito bien, que lo importante no está en el equipaje que debe llevarse, así que nadie debe preocuparse por eso.

            Sí, tú has visto los cuerpos espirituales mientras escribías todas esas páginas dejadas de lado. Ese cuerpo, que Dios dio al primer hombre, Adán, es interior. Es Vida, así como el cerebro, pero es divino, lleno del Soplo mismo de Dios, que se perpetúa en vuestra humanidad cada vez más repleta de orgullo y de vanidad, como una vieja marioneta usada por vuestras vidas desafinadas en relación a aquella que es vuestro único modelo. La de vuestro Señor JESUCRISTO, de quien el Padre Se ha servido como modelo.

            Yo debo reanimar estas vidas, porque nada de lo que Yo he creado debe morir antes del Gran Juicio Final.

            Todo lo que recubre Mi Creación y que es nefasto para la Voluntad de Dios, debe desaparecer. Al igual que el cirujano, Yo cortaré de la superficie Tierra lo que se ha convertido en llagas y gangrena y que deforma sin cesar la herencia que Yo os he dado, por Mi Santa Muerte, sobre Mi Cruz de Amor.

            Porque sólo Mi Santa Muerte ha hecho de vosotros los herederos del Padre, al mismo título que el Hijo Único de Dios.

            Y vosotros heredáis la Vida Eterna de Dios para vivir con El en Su Reino de Luz. Sí, Yo os he dado Mi Vida, sí, la Vida Eterna.

            Si el mundo se ha vaciado de Mi Santidad, tal como Yo concebía esta Tierra de Sufrimiento Divino, marcada por Mi Sangre preciosa y generosa, ahora Yo debo volver a dar a esta Tierra todo cuanto le falta, a causa de vuestras malvadas acciones y de vuestras omisiones de las buenas acciones, que eran la condición para con vuestro prójimo y que constituyen el primer Mandamiento de Dios, teniendo en primer lugar, la Adoración de vuestro Dios de Amor y de Perdón.

            Todo está empañado o deslustrado, todo está lastimado. Yo debo devolver su brillo a Mi Tierra. Ningún planeta con vida ha estado así, tan insubordinado a su Creador, como lo está la Tierra, que Yo he conquistado con Mi propia Sangre. Así, por este Bautismo de la Cruz, Yo he hecho de vosotros los hijos llamados a ser divinos, así como esta Tierra está llamada a ser divina, por la Sangre que ella recibió de su Dios y Señor.

            Tal como las aguas lo son por el Bautismo que Yo recibí de las manos santificadas de San Juan Bautista, en las aguas del Jordán. La Voz del Padre fue el certificado de ello, aplicado a todas las aguas y a toda la Tierra donde Yo he posado Mis pies:

            “Este es Mi Hijo Bienamado, en quien Yo he puesto todo Mi Amor. ¡EscuchadLe!”.

            Ha sido un miedo absurdo el que has vivido y que te ha impedido decir Mi Santa Verdad. ¿Quién anunciará primero Mi Venida? Este es el tiempo actual: Tiempo de guerra, de hambre, que no será saciada jamás, porque el alimento de la Tierra, liquidado por el hombre, pronto no podrá alimentar a los millones de hambrientos que aumentan sin cesar, hasta tocar todos los países.

            Las puertas no pueden ya cerrarse, ni permanecer cerradas, ante esta horda que, gritando y muerta de hambre, avanza hasta trastornar vuestra propia marmita, que pronto ni siquiera contendrá lo necesario para vosotros, pueblos aún en la abundancia. Abrid vuestros ojos: no rechacéis los millares de hambrientos que acaban de forzar vuestras puertas. Ya que van a ser multiplicados por mil los que van a seguirlos y todo se terminará en un FINAL espantoso, debido al HAMBRE.

            Calmad PRONTO el Hambre mundial.

            Compartid PRONTO, antes de que el Diablo abra las compuertas del Fuego y del Agua. Ya que él sólo espera por eso, para terminar la destrucción de toda la Tierra.

            Yo le permitiré actuar si vosotros no ponéis, sin demora, las Leyes de Dios en vuestras vidas. Sólo Dios hará este Milagro, haciendo descender la Jerusalén Celestial en medio de vosotros. Iglesias del Mundo, Pueblos de la Tierra, es hora de proclamar por todas partes el Reino de Dios que viene a la Tierra. Y de formar, con todas vuestras asambleas, una reunión de Plegarias, para que Dios vuelva, rápidamente, a curar la Tierra, que se muere con todos sus habitantes. Amén

 

Dios de Amor y de Esperanza.