EL VENDRA, AQUEL A QUIEN VOSOTROS ESPERAIS

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Viernes, 23 de mayo de 2008.

 

JNSR:

            Señor, que Vuestra Santa y Misericordiosa Bondad nos venga a iluminar hasta el fin de estos Tiempos ¡Ven, Señor JESUS!

 

JESUS:

            Un día, en un momento, el Espíritu de Dios vendrá para terminar de daros lo que el hombre debe saber, para emprender y finalizar su curso en este mundo. Ese será el tiempo concedido para que el hombre comience a reflexionar si está verdaderamente dispuesto a reencontrarse con su Señor y Dios. Proyectado hacia una vida que él no conoce todavía, el hombre deberá ponerse en marcha sin dudar y en pleno conocimiento de este Reencuentro con lo Divino.

            Esta no será una marcha hacia lo desconocido, nosotros ya lo conocemos, es el Puerto de la Salvación. La Bendición del Padre estará en cada uno de los que marchan. La Palabra del Hijo guiará a los Llamados. El Espíritu de Dios consolará, instruirá, reconfortará.

            Ese camino, como el Mar Rojo, conducirá hacia un lugar de la Tierra, como un sitio de embarque para un viaje nuevo: -lugar de Reunión de los Llamados-, los primeros nombrados, aquellos que deben experimentar en primer lugar la Tierra de Adopción definitiva. Para los más seguros, los más fieles, los niños o aquellos que tienen un alma de niño, los que Dios llama ya “Justos”, los que no vuelven la cabeza para ver lo que ellos han dejado, porque Dios es el Primer Servido, Amado y Adorado.

            Entonces, en camino, Dios comienza a prepararlos en su cuerpo espiritual, porque no se puede ir al encuentro del Rey de reyes, vestido con un traje viejo.

            Los que marchan ya han encontrado muchos obstáculos en el Camino. El agua, el fuego, el viento, todos los elementos han querido, uno tras otro, probarles. Ellos han tenido éxito al cruzarlos, uno tras otro, con la Fuerza del Espíritu Santo en su espíritu, con la Bendición del Padre y la Palabra del Hijo puesta en su corazón.

            La élite de la tropa ha triunfado al superar todos los obstáculos mayores.

            Ellos no han dicho ni una sola vez que lamentaban haber ido.

¡Ven, Señor JESUS!

Que vuestro Santo Nombre esté en cada corazón.

Ellos serán Vuestros Elegidos. Amén