LA CRUZ, EL ENEMIGO Y LA PURIFICACION

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7 de abril de 2008.

 

 

JESUS:

            Hija Mía, la más grande revelación del mundo comienza en la Santa Cruz de Amor. Era necesario salvar a toda la humanidad. Era necesario salvar las almas de Dios: las que estaban a la espera en los Limbos, las que estaban presentes y todas las que debían venir a la Tierra hasta el fin de los Tiempos. Mi Pasión, con Mi Sufrimiento y Mi Suplicio, con Mi Santa Muerte y Mi Santa Resurrección, eran la única solución posible para que se realizase el Plan de Dios.

Y Dios Se sirvió de Dios, Su Hijo Único,

 para salvar de una muerte eterna, a todos Sus hijos condenados a causa del Pecado Original. “Por un solo hombre, Adán, vino el pecado. Por el Hijo del Hombre, que es también el Hijo de Dios, el hombre fue salvado”.

            El Proyecto de Dios para todas Sus criaturas consistía en darles, en primer lugar, la Vida eterna. En agradecimiento, cada hijo debe reconocer en JESUCRISTO a su Salvador, y adorar a Dios en Sus Tres personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu de Amor.

            Luego, cada hijo debe merecer el Don de Dios: vivir con el Señor en Su Vida maravillosa que no termina, en Su Paraíso, la Tierra Nueva y los Cielos Nuevos prometidos por el Padre a cada hijo de la Tierra. Este Don merece vuestra obediencia, vuestro reconocimiento y vuestro Amor.

            Pero el Ángel caído, el que es el Enemigo de Dios y del hombre, aquél que quería desde hace mucho tiempo tomar Mi lugar, cuyo odio se decuplicó en Mi Santa Resurrección, se aseguró de que, si bien Dios acababa de salvar Sus almas, no habría de quedar nada de los cuerpos, a los que él declaró la guerra. La Humanidad le seguiría, de lo contrario, él llevaría a término la vida terrestre, porque, si Dios está en el Cielo, él en ese día se hace amo de la Tierra, con todos sus acólitos. El jura destruir toda la vida, cuerpo y alma, empleando toda suerte de sufrimientos y desastres sobre aquél que no le siga. Así Dios, en Su Clarividencia, le dice:

            “Tu reino maldito servirá de nuevo a Mi Santa Causa. Y he aquí que, aquél que resista a tu poder de seducción, será Mi Elegido. Y Yo te arrebataré a Mis hijos, uno a uno, con sus almas y sus cuerpos. El Tiempo que te es concedido para tentar a la Humanidad será llamado la Purificación y se terminará al final de este Tiempo de desgracia.

            En ese momento se terminará el Tiempo que te es concedido y ahí comenzará Mi Reino de Gloria. Porque tú serás encadenado por mil años. Y tú Me permitirás que, en los sufrimientos que tú cuentas infligir a Mis hijos, Yo pueda agregar esta condición: que quienes sean fieles al pedido del Señor de cambiar su identidad por la Mía, su sufrimiento se haga Mío. El Sufrimiento de Amor para salvar todas las almas de Dios”.

            Este Sufrimiento, que nace del Amor y de la Esperanza, reúne el Sufrimiento Salvador de Mi Santa Cruz, aquél que han aceptado los grandes Santos en la Tierra.

 

JNSR:

            Para no citar más que uno entre tantos otros, Dios nos recuerda a aquél que todos conocemos, nuestro querido Padre Pío.

 

JESUS:

            Dios no puede contrariar ninguno de Sus atributos. Legalmente, Yo acepté la proposición de Mi Enemigo y el vuestro, de que esta lucha no duraría más de lo que Yo he acordado: hasta el fin de los Tiempos.

            El continuará tentando hasta la última criatura que nazca en el último minuto en que se detenga el Tiempo del Fin.

            Entonces, comenzará Mi Reino sobre la Tierra, así como en el Cielo.

Un Reino de Paz, de Amor y de Alegría.

Satanás será encadenado por mil años.

Y he aquí que Yo vengo.

Amén, ¡ven, Señor JESUS!

JESUCRISTO Vencedor y Salvador de los hombres.

Amén