VUESTRA PETICION ES YA VUESTRA SALVACION, EN MI PERDON

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            4 de abril de 2008.

 

 

JESUS:

            Hija Mía, el libre curso de Mi Palabra no os pide que sea comprendida por todos al mismo tiempo. Es inútil querer arreglarla para que sea admitida en todas partes. Y si alguien cree poderla acomodar para una mejor comprensión general, es porque él mismo no la ha comprendido.

            Entonces, ¡qué os diré sobre el despertar de las almas! Ellas son como millares de rosas, en un mismo y adorable Jardín, expuestas al mismo sol, disfrutando de la misma agua, dulce y fresca: y cada una de ellas tiene su hora para abrirse y dar su perfume en la brisa de Dios.

            ¿Están algunas más ávidas que otras por disfrutar la Vida, por manifestarse, por hacerse amar y por amar? Y las menos precoces ¿no se decidirán a ver la luz del día, a causa del mismo deseo que todavía no madura en ellas? Así son todas las almas delante de Dios; ellas son libres, con la Santa Libertad que Dios les ha dado.

            Pero cada una disfruta a su manera y, para regresar a Dios, cada una toma su tiempo.

Mas ¿adónde ir, cuando todas ellas vienen de Dios?

            Entonces, la Santa Paciencia del Padre se pone a esperar, delante del umbral de Su Casa, la buena voluntad de todas Sus rosas, para que una tarde, regresen a El.

            Cuando el Señor Se encontró en la Cruz, en medio de los dos Ladrones crucificados como El, ¿a cuál perdonó El? ¿A aquél que estaba a Su derecha o al que estaba a Su izquierda? Porque si uno supo rogarMe sin ninguna ceremonia, en el gruñido de indignación del otro, Yo discerní su imploración hacia Mí y él, por tanto, no Me renegó.

            Así, en la sinceridad de su elección, Mi Padre acogió a los dos a la vez, por el solo grito de uno de ellos: ¡SálvaNOS! Yo respondí: “Yo voy al Padre y Yo vengo a vosotros”.

            La principal condición para la Salvación, depende algunas veces, de la sola demanda. Entonces, Yo reconozco la Fe y la suficiencia de un solo GRITO para los dos: SálvaNOS, para que Dios escuche los dos llamados a la vez.

            Cuando Yo hice callar la cólera de las olas, Yo actué sobre la naturaleza, sobre los elementos. Para el hombre todo es distinto, es su Fe la que puede detener su tormenta y la que puede dejar pasar Mi Sanación. De esta manera, Yo puedo decir a los que son sanados: “Ve, tu Fe te ha salvado”.

            El hombre puede cerrar la puerta de su corazón y de su alma a Dios. Pero, para sanarle, Dios tiene necesidad de su participación. El Tiempo de Dios, es también el del hombre. ¿Cuándo consentirá el hombre en recibir los Sacramentos? ¿Y cuándo la Santa Eucaristía reunirá a todos los hombres?

Entonces, las horas perdidas se podrán reunir,

y las campanas podrán sonar la Hora de Dios.

La Santa Misa, no podrá ser olvidada por los hombres.

Porque la Vida de Dios en ella está encerrada,

Y porque el hombre se muere lejos de la Verdad.

Y JESUS nos dice en este cántico, “El me ha dicho”:

“Yo soy el Pan preparado para poderos nutrir.

Aquél que Me coma no puede tener miedo a morir”.

El me ha dicho: “Yo soy la Cepa lejos de la cual nada madura.

Aquel que se agarra a Mí, llevará muchos frutos”.

El me ha dicho: “Yo soy el Camino y Mi Padre os espera.

Aquél que siga Mis pasos verá Mi Venida”.

El me ha dicho: “Yo soy el Día en medio de vuestra noche.

Quien Me acoge en él, es guiado por Mi Espíritu”.

El me ha dicho: “Yo soy el único Amor que todo puede reunir.

Quien Me encuentra, Me recibe para darMe”

El me ha dicho: “Yo soy la Paz de la que el Mundo tiene tanta necesidad.

Aquél que Me hace amar, es Testigo de Mi Reino”.

¡Yo recibí al Dios Vivo

y mi corazón está lleno de Alegría!” (bis)

 

JESUCRISTO, Pan Vivo