LO QUE YO OS DOY, ES EL PAN PARA EL CAMINO

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26 de marzo de 2008.

 

 

JESUS:

            Hija Mía, es Mi Libro lo que tú escribes. Métete seriamente en el trabajo. Los días se van a ensombrecer. Vosotros, a veces, evitaréis la violencia del Mal, orando y tomando siempre Mi Camino, aquél que es derecho, sin ninguna otra elección que la de Mi Santa Palabra. Pero el Pérfido no ha terminado su carrera, arrancándoos hasta de los brazos lo que os impida correr tras él: vuestros queridos padres, vuestros queridos amigos, intentando mostraros vuestros errores; así, muchos de vosotros sucumbiréis al llamado de los placeres y Me daréis la espalda para escoger, una y otra vez, las falsas luces y las estrellas de oropel.

            Entretanto, Yo no hago más que advertiros que huyáis, en el momento, de todas esas cosas que os atraen, os distraen, os hacen dudar de que el Tiempo en el cual vivís, no pueda prolongarse más, porque llegó a su fin. Y que, de un momento a otro, el hilo de la bobina se romperá y todo comenzará a dispersarse, como el polvo que se desprende del suelo seco, levantado por un viento furioso que viene a barrer todo.

            Dejaos marcar, sobre vuestra frente, con la Cruz, que Mis Ángeles tienen el derecho de poneros, porque ellos han descendido del Cielo para ello. No seáis esa cizaña que ellos están en la obligación de arrojar fuera de Mi Dominio y quemarla.

            Serán verdaderamente aquellos a quienes Yo llamaré, los que Me seguirán y serán los hijos marcados con Mi Cruz sobre sus frentes, quienes escucharán Mi Voz: “¡Ven y sígueMe!”.

            Y entonces, Yo os diré, como en otro tiempo a un rico malo, que terminó su vida en el Infierno y que pedía a Abraham que enviara al pobre Lázaro para que advirtiese a sus hermanos, aún en la Tierra, que cambiasen esa vida disoluta que llevaban, porque habrían de tener el mismo fin que él. La respuesta de Abraham fue la misma que Yo os daré hoy: “Vosotros tenéis aún los Mensajes de Dios que os dicen y os repiten lo que os costará abandonar el Camino de Dios y renegar de Su Palabra de Verdad con los Mandamientos y los preceptos del Altísimo”.

            Pronto os vais a encontrar con los hombres dominados por el odio, aquellos que perpetúan la masacre de los Inocentes. Sus rostros horribles se inclinan sobre todos los que se atraviesan en su camino. Todo se convierte en obstáculo para su objetivo de conquista, y ellos asesinan cada día, cientos y cientos de niños, de mujeres y de ancianos, incluso aquellos que son de su propia sangre.

            Ellos tienen, todos y cada uno, el mismo nombre que les une: Abominación, y su verdadero Jefe es el enemigo de Dios y de los hombres. El ha declarado la guerra a Dios y a Su Creación: él es el Exterminador de la raza humana.

            Pero el Señor de Señores descenderá pronto del Cielo, para entablar la última batalla contra el Príncipe de las Tinieblas y sus acólitos, que serán encadenados por mil años, el Tiempo que Dios concederá a Sus Elegidos para vivir en la Gloria de Dios, tanto en la Tierra como en el Cielo.

            Si vosotros creéis vivir, todavía hoy, en la Paz, vosotros en los países donde la calma es sólo aparente, sabed que miles y miles de Mártires se ofrecen a Dios, en todo el mundo, día y noche, a fin de ofrecer a todos sus hermanos rezagados la posibilidad de regresar a Dios y de convertirse, para merecer su lugar en el Reino de Dios, que está listo para abrirse y acoger a los verdaderos hijos de Luz que Dios espera.

            Se hace tarde, y el Señor no cesa de enviaros Señales en todos los lugares de la Tierra. Escuchad todos esta voz. Y abrid bien los ojos. Y respirad esos perfumes que los Ángeles os envían: ellos están tan cerca de vosotros que, muchas veces, les sonreís sin poder conteneros.

            El Señor habla igualmente a los prisioneros: para El, son los descarriados a quienes El viene a abrir la puerta de su prisión: “Yo os he guardado hasta el día en que pasaréis por esa puerta, abierta de par en par, no por casualidad, sino por Mi Santa Voluntad”. Ella se abrirá y vosotros os acordaréis de Mi Oración Sacerdotal, que dirigí a Mi Padre y vuestro Padre, justo unos minutos antes de Mi Santa Muerte, cuando Yo Le dije (Jn 17, 20-21):

            “Mas no ruego sólo por ellos, sino también por los que crean en Mí a través de su         palabra. Que todos sean una sola cosa. Como Tú, Padre, en Mí y Yo en Ti, que             también ellos sean una sola cosa en Nosotros, para que el mundo crea que Tú Me             enviaste”.

            Hoy, Yo os digo: si pensáis que Yo tardo en regresar, es porque todavía vosotros no estáis preparados; el número que Yo espero no está aún completo: sois vosotros quienes haréis venir Mi Hora.

            ¿Qué hace falta para que los punteros de vuestro Tiempo se detengan, para que Mi Tiempo se establezca?

            Hija Mía, los grandes de este mundo todavía creen que, sólo por ellos, vendrá esa Paz que el martirizado mundo espera. Han sido ellos, con su sed de Poder, quienes han permitido que esta situación catastrófica se instale en el mundo, sin verdadero amor por la Humanidad. Ellos han cerrado la puerta a todo acuerdo razonable, agotando las riquezas que el Señor ha distribuido sobre toda la Tierra, hasta Mi Venida, que debía producirse para haceros avanzar hacia una etapa superior, y no para sacaros de este cenagal.

            Porque si Yo tardase demasiado en regresar, en el estado al que habéis reducido vuestra actual Concesión terrestre, no quedaría ni raíz, ni grano para la reproducción de las plantas y de los árboles de fruto para alimentaros. Todo está llamado a destruirse a causa del clima perturbado, porque vosotros habéis desarreglado todo. Y Dios Solo puede, por Su Gracia y Su Generosidad, libraros del castigo que vosotros os infligiríais, hasta la destrucción de vuestra Tierra, que muere bajo un sol que quemará todo, o bien, se abstendrá de calentar la tierra y la vegetación. Y la raza humana se extinguirá.

            Así, llegado a este estado, si Yo no interviniese rápidamente, Dios vería extinguirse a vuestro planeta, como algunos ya lo han hecho. Falto de cuidados, Yo diría, falto de esa inteligencia divina que Yo os he dado y vosotros la habéis desviado. Porque si vosotros tenéis ingenieros y científicos, no es más que por una inteligencia adquirida con vuestros estudios. Pero aquella que Yo os he dado, es la inteligencia que Dios os ofrecía para mantener la vida de vuestro mundo, así como la vida de los hombres, que son de naturaleza divina y que no pueden vivir sin Dios.

            Hija Mía, todo esto puede hacer cambiar el pensamiento de los hombres, que no saben que pueden ser instruidos hasta por pequeñas Nadas, que Yo coloco en su camino, para sacaros del camino que acabáis de tomar, pero dirigiéndoos en sentido inverso:

¡Salid, salid hacia la Luz!

 Más bajo de donde ya estáis, os arriesgáis al fin del mundo.

 

            Venid a Mí. DadMe la mano. Asomaos a Mi Sagrado Corazón y leed lo que Yo escribo en él.

            Yo amo al hombre que, desgraciadamente, se está destruyendo. Venid a Mí con todo vuestro corazón, y Yo os perdonaré. Yo arribaré cuando los hijos de la Tierra Me llamen en Verdad.

Estoy deseando salvaros a todos a la vez.

 

            Hija Mía, este libro que escribes, puedes difundirlo por fascículos, como se te pide, pero será publicado después en un libro completo, como el primero.

            Yo te bendigo y bendigo a aquellos que te seguirán. Yo te doy, Yo os doy, Mi Fuerza y Mi amor. Seguid Mis pasos. Haced Mi Santísima Voluntad.

            Mi hija de Amor, conduce a Mi Pueblo hacia su Libertad, con todo lo que Yo te doy para informarlo.

Todos vosotros estáis en Mi Corazón.

¡Despertad rápido, muy rápido!

Vuestro Dios de Amor Eterno,

JESUCRISTO

 

            Mi prueba, será que tú verás llegar tus libros hasta los confines del mundo.

 

Yo firmo con la Sangre de Mi Corazón,

vuestro Señor de Amor Eterno,

Jesús de Nazaret Señor y Rey