VIGILAD Y ORAD, QUE LA HORA ESTA PROXIMA

 

3 de marzo de 2008.

 

 

JNSR:

            Yo continúo, para que todos comprendan:

            El viernes 7 de julio de 1978, a las 14 horas, Cristo Se aparece a Magdalena, en Dozulé, en la capilla de la escuela de San José:

            “Será aquí donde vosotros veréis la Ciudad Santa, la Nueva Jerusalén. Y he aquí que aparecerá la Morada de Dios en medio de vosotros”.

            En la misma capilla, el viernes 6 de octubre de 1978, JESUS hace esta Promesa a Magdalena:

            “Cuando esta Cruz sea levantada de la tierra, ahí mismo Me veréis porque, en ese momento, Yo revelaré a las Iglesias los Misterios que están escritos en el Libro de la Vida, que acaba de ser abierto. Di al Obispo lo que acabas de ver y de oír”.

            La Cruz pedida por JESUS aún no ha sido levantada.

            La Santa Biblia no se engaña: JESUS, en ese Día, posará Sus pies sobre el Monte de los Olivos, en Jerusalén (Zac 13, 8).

            Y Magdalena no se ha podido engañar: “Será aquí donde veréis la Ciudad Santa, la Nueva Jerusalén” (7 de julio de 1978).

            La Nueva Jerusalén, la Iglesia Nueva y Santa, está en camino hacia el Reino de Dios: es la Renovación Espiritual que aparece, para reunir a todos los hijos del Padre.

            Cristo JESUS es el Sumo Sacerdote de toda nuestra Comunidad. Para entrar en los Secretos de Lo Alto, contemplemos la Jerusalén Celeste venir hacia nosotros: “Venid, benditos de Mi Padre, recibid en herencia el Reino que os ha sido preparado desde la Creación del mundo” (Mt 25, 34).

            “Queridísimos, desde ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que cuando se manifieste, seremos semejantes a El, porque Le veremos tal y como es. El que tiene esta esperanza en El, se purifica a sí mismo, como El es Puro”. (1 Jn 3, 2-3)  (“El” es JESUS)

 

            Jesús me dice, el día 26/12/06:

            “Desde los Cielos, en breve, vosotros veréis aparecer a Aquél que de todas las cosas es el Señor. El regresa en toda Su Gloria. Entonces, en El, vosotros os veréis como en un espejo, porque quien Me ve, será semejante a Mí”.

            He aquí el relato, vivido, que JESUS me pide contaros:

            “Yo me encontraba en San Damiano, lugar santo, donde la Santísima Virgen se ha aparecido muchas veces. Era un 8 de diciembre, en la Fiesta de la Inmaculada Concepción. Muchas Gracias me han sido concedidas “en este pequeño Jardín del Paraíso”, como lo llama la Dulce Mamá de las Rosas y donde Ella deja muchas señales visibles para los peregrinos.

            Después de haber colocado mi ramo de flores delante de la Santísima Virgen, yo compré tres rosas de color rosado, que traje a casa para adornar el oratorio que tengo en la cómoda de mi dormitorio, frente a la cabecera de mi cama.

            Mi hijo Ricardo se tiende sobre mi cama. A los pies de ella, se sienta mi hijita Brígida y yo me siento junto a ella. Yo había colocado en un vaso las tres rosas delante de Nuestra Señora, reproducción en miniatura, de la linda estatua de San Damiano.

            Ricardo me pide que les cuente lo que vi ese día, en la peregrinación, cuya asistencia había sido muy numerosa, y donde cada persona podía contar lo que le había sucedido en ese lugar bendito, al que acuden todos los meses.

            Yo bajo la cabeza cuando, de repente, mi hijo lanza un grito de sorpresa que llena la habitación. “¿Pero qué te sucede?” “Yo vi, yo vi esa rosa deshojarse de todos sus pétalos, arrojados por el aire como por un chorro de agua, para formar una corona alrededor de la Cabeza de la Santísima Virgen, cayendo después lentamente, lentamente a Su alrededor, rodeándoLa,  así como al cuadro de JESUS Misericordioso, a Sus pies. Los pétalos cubrían a JESUS y MARIA y un fuerte perfume de rosas llenó todo el cuarto”.

            Brígida y yo misma, no nos cansábamos de escuchar a Ricardo contarnos eso, a pesar de su habitual escepticismo; y mientras, las tres rosas permanecían intactas en el vaso y con la misma frescura. Nosotras no habíamos visto nada. Yo sigo contando sobre mi peregrinación, pero ahora es Brígida la que grita aún más fuerte que Ricardo: “¡Yo vi! ¡yo vi, no es posible!” E hizo el mismo relato, con el mismo entusiasmo: “Mami, los pétalos proyectados hacia el aire, volvieron a caer como paracaídas, suavemente, suavemente. Todo era rosa a los pies de la estatua y delante de JESUS”.

            Pero yo no veía más que las rosas intactas en el vaso. Mis hijos se hablaban entre ellos, espantados: “¡vimos lo mismo!”. ¡Y entonces, yo veo esta maravilla reproducirse para mí! Yo puedo describirla, como mis dos hijos, pero estoy maravillada de tal forma con la visión y por el dulce perfume, que me pongo a llorar.

            ¡Ya tantas veces Mi Dulce Mamá del Cielo me ha hablado en San Damiano, tantas veces Ella Se ha manifestado con las flores y los perfumes! Y siempre me he conmovido hasta las lágrimas. GRACIAS, Dulce Mamá del Cielo. GRACIAS, mi Dulce JESUS. ¡Qué bello recuerdo!

            Entonces JESUS, que me ha hecho recordar uno de los numerosos milagros que yo he visto en San Damiano, me pide deciros que será de esta forma y en Verdad, como nosotros veremos y viviremos, todos al mismo tiempo, la Venida de Cristo en Gloria, con la Santa Madre de Dios, Sus Santos Ángeles, Sus Santos y toda la Familia del Cielo; y todos Sus Elegidos de la Tierra, reunidos donde quiera que estén, se elevarán igualmente hacia El, como esos pétalos de rosa fueron lanzados por el aire, para regresar suavemente, suavemente, a tierra, con JESUS, MARIA y todo el Cielo de Gloria.

 

En ese Día Santo y Maravilloso

de la Venida de JESUS en Gloria.

 

Vuestra Mensajera, JNSR, con la Voz que me guía siempre,

la de JESUS de Nazaret Señor y Rey.