LA BIBLIA OS ANUNCIA: LOS PROFETAS HAN HABLADO

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1º de marzo de 2008.

 

JNSR:

            El Señor me pide que escriba lo que ha sido dicho por todos los profetas, a fin de informar a todos Sus hijos sobre el Fin de los Tiempos y la Venida de JESUCRISTO. He aquí el libro “Los profetas han hablado” en la Santa Biblia.

            El Todopoderoso ha hecho accesible a la Humanidad Su Verdad suprema. Por los profetas, El ha puesto por escrito Su Tesoro de Conocimiento fundamental, revelado en la Santa Biblia.

            La Santa Biblia posee el fundamento de todo Conocimiento, es el manual de instrucciones destinado a la Humanidad. Los sabios y los dirigentes del Mundo no son capaces de darnos estas respuestas. La Santa Biblia contiene este Conocimiento, que es el fundamento de todo conocimiento.

            Nosotros vivimos, en efecto, un tiempo en el que los descubrimientos científicos y el progreso tecnológico han producido armas capaces de aniquilar toda la vida que existe sobre el planeta. Nosotros vivimos el Tiempo del Fin, justo antes del fin de esta era y del Segundo Advenimiento de JESUCRISTO.

            JESUCRISTO, el más grande comentador de noticias que jamás haya vivido, sabía cuales serían las lamentables condiciones a las cuales llegarían los hombres, por sí mismos, en este Tiempo del Fin. El ha dicho:

            “Y si no se acortasen aquellos días, nadie se salvaría; mas, por amor de los elegidos, se acortarán los días aquellos” (Mt 24, 22).

            Dios Todopoderoso ha prometido intervenir en las dificultades de este mundo; El ha prometido enviar de nuevo a JESUCRISTO para salvarnos de nosotros mismos y traernos por fin la Paz. Hace ya cerca de 28 siglos, Dios predijo por boca del profeta Isaías (Is 35, 4-5):

             “Mirad, es vuestro Dios… viene El mismo a salvaros. Entonces se abrirán los ojos de los ciegos, y los oídos de los sordos se abrirán. Saltará el cojo como un ciervo, y la lengua del mudo gritará de júbilo”.

            En Daniel (Dn 2, 44): “En tiempo de esos reyes, el Dios de los cielos suscitará un reino que no será destruido jamás y que no pasará a poder de otro pueblo”.

            En Salmos (67,3): “Para que se conozcan en la tierra Tus caminos y Tu salvación entre todas las naciones”.

            En Lucas (2, 30-32): “Porque mis ojos han visto Tu Salvación… Luz para iluminar a las naciones” (Palabras de Simeón ante la Virgen MARIA).

            El Evangelio de JESUCRISTO es simplemente todo el Evangelio que El mismo predicó: la Buena Nueva del Reino por venir sobre esta Tierra. Su Evangelio, a propósito del Reino venidero, debía ser predicado en el mundo entero, justo antes de Su Advenimiento (Mt 24, 14).

 

El Reino de Dios ha sido anunciado por todos los profetas

           

            Hechos 19,8: en Efeso, San Pablo: “entró después en la Sinagoga, donde habló con absoluta libertad durante tres meses, disputando y esforzándose por convencerlos acerca del Reino de Dios”.

            Hechos 14, 22: en Antioquia, San Pablo: “nos es preciso pasar por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios”.

            Hechos 8, 12: en Samaria, Felipe: “Pero cuando creyeron a Felipe, que les anunciaba el Reino de Dios y el Nombre de JESUCRISTO, se bautizaban hombres y mujeres”.

 

Cuatro cosas son necesarias para constituir un Reino:

 

1.      Un territorio. El mundo entero es el Territorio de Dios: fue El quien lo creó.

2.      Un Rey, un Jefe: JESUS es el Rey del mundo, de todo el Universo.

3.      Ciudadanos o súbditos: nosotros somos Sus criaturas, Sus hijos sometidos a Sus Leyes.

4.      Leyes y un gobierno: el Gobierno divino, con las Santas Leyes de Dios.

 

            En Isaías, todo el capítulo 11 se refiere a los Tiempos Mesiánicos. Nosotros escuchamos, aún hoy día, de numerosos Evangelios, pero ¿cuántas personas escuchan predicar el Evangelio de Cristo, aquél que El Mismo predicó: el Evangelio del Reino de Dios?

            Marcos (1, 15): “Se ha cumplido el tiempo y el Reino de Dios es inminente: arrepentíos y creed en el Evangelio”.

            Con el Arrepentimiento Mundial y el Perdón de Dios, lo que nos es pedido por JESUS de Nazaret, todavía hoy, es proclamar por todas partes que el Reino de Dios en la Tierra está próximo. Esto es lo que la Iglesia debe anunciar, a fin de que los Cristianos se preparen y que cada Nación esté, igualmente, al corriente de la Venida de JESUCRISTO a la Tierra y de Su Reino de Paz. Que cada uno esté advertido de la próxima transformación que la Tierra entera va a sufrir y de los eventos que van a preceder al Advenimiento de Nuestro Señor JESUCRISTO.

            Un Gobierno mundial, investido de plenos poderes, será instaurado. El va a resolver todos los problemas de manera justa y equitativa para todos. Este Gobierno no será administrado por hombres de espíritu carnal, sino por el Todopoderoso Creador del Universo.

            En la Anunciación, el Arcángel Gabriel dijo a MARIA (Lc 1, 31-33):

            “Concebirás y darás a luz un hijo, al que pondrás por Nombre JESUS. Será grande y llamado Hijo del Altísimo. El Señor Le dará el trono de David, Su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos, y Su Reino no tendrá fin”.

            Es tiempo de predicar el Evangelio que el mismo JESUCRISTO predicó, el Evangelio del Reino de Dios.

            2 Pedro 3, 8: “No se os oculte sin embargo, una cosa: un día es ante Dios como mil años y mil años como un día”.

 

Dios nos da Su Plan

El Plan Divino de 7.000 años

 

            El esquema de este Plan es dado en los dos primeros capítulos del Génesis, es la semana de Siete Días. Nosotros sabemos que cada uno de los primeros 6 días de la Creación son otras tantas etapas siderales de las cuales, algunas han durado miles de millones de años. Y que la palabra día no está ahí más que para crear la semana, que se termina con el Día del Señor, en el que el hombre da Gracias a Dios por haberle mantenido con vida durante toda la semana que ha transcurrido y Le pide por la semana por venir.

            Pero yo siento que hay una relación entre los días de esta semana (un día es como mil años) y el Plan de Dios.

            Dios dijo: ¡Hágase la luz! y la luz fue hecha. Dios vio que la luz era buena, y Dios separó la luz de las tinieblas. Dios llamó a la luz día y a las tinieblas noche. Y hubo una tarde y una mañana: primer día.

            Dios separó las aguas que estaban debajo del firmamento, de las aguas que estaban sobre él. Dios llamó al firmamento cielo. Y hubo una tarde y una mañana: segundo día.

            Dios dijo: Que las aguas que están debajo de los cielos se junten en un solo lugar y que aparezca lo seco. Y así se hizo. La parte seca, la llamó Dios tierra y la masa de las aguas, mares. Que la tierra haga brotar hierba verde, hierba con semilla y árboles frutales cada uno con su fruto, según su especie, y con su simiente. Y vio Dios que era bueno. Y hubo tarde y mañana: tercer día.

            Dijo Dios: Haya en el firmamento de los cielos lumbreras para separar el día de la noche; que ellas sirvan de señales, tanto para las estaciones, como para los días y años; que ellas luzcan en el firmamento de los cielos para alumbrar la tierra. Y así fue. Hizo Dios los dos grandes luminares: el mayor, para presidir el día y el menor, para presidir la noche, y las estrellas. Y vio Dios que era bueno. Hubo tarde y mañana: cuarto día.

            Dijo Dios: Hiervan de animales las aguas y vuelen sobre la tierra aves, bajo el firmamento de los cielos. Procread y multiplicaos y henchid las aguas del mar y multiplíquense sobre la tierra las aves. Vio Dios que era bueno. Hubo una tarde y una mañana: quinto día.

            Dijo Dios: Brote la tierra seres animados, según su especie, ganados, reptiles, animales terrestres, cada uno según su especie. Y así fue.

            Dijo Dios: hagamos al hombre a Nuestra imagen y a nuestra semejanza, para que domine sobre los peces del mar, las aves del cielo, sobre los ganados y sobre los reptiles que se mueven sobre la tierra.

Dios crea al hombre a Su imagen, a Imagen de Dios lo creó,

hombre y mujer, El los creó.

            Dijo Dios: He aquí que Yo os doy todas las hierbas portadoras de semilla que están sobre toda la superficie de la tierra y todos lo árboles frutales portadores de semilla: esto será vuestro alimento.

            A todo animal de la tierra, a toda ave del cielo, a todo ser viviente que se mueve sobre la tierra, Yo les doy por alimento cuanto de verde la tierra produce. Y así fue. Dios vio todo lo que había hecho: ello era muy bueno. Y hubo tarde y mañana: sexto día.

            Así fueron acabados los cielos y la tierra y todo su conjunto. Concluida toda la obra que Dios había hecho, El descansó, en el séptimo día, y lo santificó porque, en ese día, Dios descansó de toda la obra de la Creación.

            Nosotros daremos a cada día de la creación el valor de 1.000 años:

 

El Plan Divino de “7.000 años” para la Humanidad

 

            Desde la Creación de la Humanidad en Adán y Eva, en el Jardín del Edén, cuando ellos estaban dotados de todos los dones preternaturales más elevados (de santidad, ante todo), nadie puede pensar que Dios Se haya abstenido de intervenir para salvar a Su Pueblo Elegido.

            Dios puso a prueba, en primer lugar, la obediencia de Abraham, ¡al pedirle que Le sacrificase a su hijo único, Isaac! Después, a pesar de la Súplica de Abraham, no encontró 10 justos en Sodoma y Gomorra para ser perdonados, y las ciudades fueron destruidas por los dos Ángeles del Señor que fueron a casa de Lot, en Sodoma. Esa era la sanción divina contra la impureza de sus habitantes.

            Luego, vino la liberación de los Hebreos de su esclavitud en Egipto, por Moisés; el pasaje del mar, a pie, del pueblo hebreo, perseguido por los Egipcios (que fueron ahogados); las Tablas de la Ley dadas a Moisés, el Maná que los alimentaba y la Nube que los guiaba. Y sobre todo esto, la Encarnación de Cristo, todos Sus Milagros, la Redención en la Cruz y la Institución de los Siete Sacramentos de nuestra Iglesia: son evidentes intervenciones divinas. Y, después de 2.000 años de cristianismo, las múltiples e incontables apariciones de MARIA (y de JESUS a Santa Margarita María y en Dozulé), son también ellas, evidentes intervenciones divinas en diversos asuntos de nuestro mundo.

            Pero nuestro mundo se parece al niño desobediente, que se obstina en jugar con fósforos y que termina quemándose o incendiando su casa. La lección de las guerras y de las epidemias del pasado ha sido inútil. Peor aún, ella ha conducido a los hombres a inventar armas capaces de destruir, en cuestión de minutos, toda la vida en el planeta; una paz precaria se apoya en el equilibrio del terror nuclear y no en el Amor a Dios y al prójimo.

            Simultáneamente, se ven a otros hombres gloriarse de sus prácticas sexuales contra natura, que conducen al SIDA, ¡mientras que las leyes sancionan tal reconocimiento como un delito penal!...     

            La supervivencia del planeta está amenazada por armas de destrucción masiva, epidemias, hambruna, consecuencia de los trastornos causados por el calentamiento climático, resultante de la contaminación por los gases y su efecto invernadero, contra lo cual no se hace más que hablar y hablar. Porque para todos nosotros, y particularmente los países más contaminadores, es urgente hacer algo: “¡Después de nosotros, el Diluvio!”.

            Hoy día, cada uno de los habitantes de este planeta, debe enfrentar el que un día éste ya no será más habitable. Nuestro Señor me ha repetido muchas veces: “¡Haced y Yo haré!”. Como nosotros hemos hecho muy pocas cosas acertadas, debemos contar con vivir los días que los profetas anunciaron.

 

Los cuatro caballos del Apocalipsis (Ap 6, 1-8)

           

            Representan los cuatro aspectos principales del mundo, en la hora actual:

            El caballo blanco: los nuevos falsos ministros, que predican un falso Cristo y falsos caminos para llegar a la Salvación. Todos se abstienen de predicar el gran Evangelio de JESUS, anunciando El Mismo Su Regreso y toda Su profecía para este Tiempo. Todo está en la Santa Biblia.

            El caballo rojo representa el ritmo creciente de los estragos provocados por la guerra, todos los atentados asesinos y todas las armas destructivas.

            El caballo negro, es el hambre en el mundo y todas sus consecuencias.

            El caballo pajizo simboliza el desencadenamiento de las epidemias.

            Es el hombre quien atrae sobré sí mismo estos sufrimientos y estas horribles muertes. JESUS sabía que, entregada a sí misma, la Humanidad atraería sobre sí todas estas aflicciones y que correría el riesgo de aniquilar toda forma de vida, a menos que una intervención divina viniese a impedirlo. Esta es la razón por la cual El ha prometido intervenir un día, decisivamente, en los asuntos de este mundo. JESUS va a venir pronto, para socorrernos, porque la Humanidad ya agotó casi todos sus recursos.

 

El pequeño libro de Daniel

           

            Pues el libro que Dios mantuvo secreto ante Daniel, acaba de abrirse, porque Dios viene a salvar a Su Pueblo. Es la Biblia, revelada a aquél que obedeciere al Señor, que viene a prevenirnos.

            Daniel 12, 1-4: En ese tiempo se alzará Miguel, el gran Príncipe, el defensor de los hijos de tu Pueblo, y será un tiempo de angustia, tal como no lo hubo desde que existen las naciones hasta ese día. Entonces, se salvarán los que de tu Pueblo estén escritos en el libro. Las muchedumbres de los que duermen en el polvo de la tierra se despertarán, unos para la vida eterna, otros para eterna vergüenza y confusión. Los sabios brillarán con el esplendor del firmamento, y los que enseñaron la Justicia a la muchedumbre, resplandecerán por siempre, eternamente, como las estrellas.

            Tú, Daniel, ten en secreto estas palabras y sella el libro hasta el tiempo del Fin. Muchos se extraviarán y aumentará la iniquidad.(ver Nota)[1]   

            Es en Mateo (24, 7-8) donde todo está dicho por el propio JESUCRISTO: “Pues se levantará pueblo contra pueblo y reino contra reino; habrá hambre y terremotos en diversos lugares. Mas todo eso será sólo el principio de los dolores”.

 

En Jerusalén, la Abominación de la Desolación

 

            Mateo (24, 12-14): “El exceso de la maldad enfriará la caridad de muchos. Pero el que persevere hasta el fin, se salvará. Esta Buena Nueva del Reino se proclamará en el mundo entero, en testimonio para todas las naciones. Y luego vendrá el Fin”.

            Lucas (21, 20-24): “Cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, entended que se aproxima su destrucción. Entonces huyan a los montes los que estén en Judea; aléjense los que estén dentro de la ciudad; y los que estén en el campo no entren en la ciudad. Serán días de castigo en los que se cumplirá todo lo que está escrito. ¡Ay de las que estén encinta y criando en esos días! Porque habrá gran tribulación sobre la Tierra y cólera contra este pueblo. Caerán al filo de la espada, irán cautivos a todas las naciones, y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que se cumplan los tiempos de los gentiles”.

            Estos acontecimientos constituirán una gran abominación para toda la ciudad y seguirá la desolación. Son las acciones odiosas y terribles cometidas por los ejércitos que atacarán Jerusalén y que causarán esta nueva abominación de la desolación (Es Jerusalén)

            Mateo (24, 15): “Cuando viereis la abominación de la desolación, anunciada por el profeta Daniel, en el lugar santo (el que lea entienda)...”

            En este momento, existe la amenaza de guerra en el Cercano Oriente, y la profecía de Zacarías concierne, primero al pasado y después al futuro:

            Zacarías (14, 2-5): “Yahvé hará confluir todas las naciones hacia Jerusalén para pelear y tomar la ciudad. Las casas serán saqueadas y las mujeres violadas. La mitad de la ciudad saldrá para el destierro, pero el resto del pueblo no será exterminado de la ciudad. Pero después saldrá Yahvé a campaña y peleará contra aquellas gentes como en otras ocasiones peleó en el día de la batalla. Pondrá Su pie en el monte de los Olivos, que está delante de Jerusalén, al oriente. El monte de los Olivos se dividirá en su punto medio en dirección este-oeste, dejando en el medio un gran valle: una mitad del monte se apartará hacia el norte y la otra mitad hacia el sur. Y se allanará el valle del Jinón, se allanará como se allanó, a causa del terremoto, en los días de Ozías, rey de Judá. Y vendrá Yahvé, tu Dios, y todos los santos con El”.

            Esta tentativa militar en el Cercano Oriente va a desencadenar una guerra.

            Mateo (24, 21-22): “Porque entonces la tribulación será tan grande, como no la hubo desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá jamás. En aquellos días, si no se acortasen, nadie se salvaría; pero, en atención a los elegidos, aquellos días serán acortados”.

            Habrá llegado el momento para que JESUS intervenga. Nunca antes, el hombre había estado en condiciones de destruir toda la vida en el planeta, como lo está actualmente. Por consiguiente, estas profecías no pueden aplicarse sino a nuestra época del Tiempo del Fin y al futuro cercano.

 

Los Cuatro Ángeles (Ap 9, 14-18)

 

            …La cual (la voz) decía al sexto ángel, que tenía la trompeta: “Suelta sobre el río Eufrates a los cuatro ángeles, que están encadenados”. Y fueron soltados los cuatro ángeles, que estaban dispuestos para la hora, el día, el mes y el año, a fin de exterminar la tercera parte de los hombres. El gran ejército de caballería constaba de doscientos millones; yo oí su número. He aquí cómo en mi visión vi a los caballos y a los jinetes: estos tenían corazas de color de fuego, de jacinto y de azufre; los caballos tenían las cabezas como las de los leones y de su boca salía fuego y azufre. La tercera parte de los hombres fue exterminada por estas tres plagas: fuego, humo y azufre, que salían de las bocas de los caballos”.

            Este tributo descontado por la muerte (la tercera parte de los hombres) se añade al tercio que ya habrá sucumbido a consecuencia del hambre y las epidemias. Zacarías (13, 8-9) ya lo había anunciado claramente:

            “Y sucederá en toda la tierra, palabra de Yahvé, que dos terceras partes de ella perecerán, y quedará la otra tercera parte. Y meteré esta tercera parte en el fuego: la purificaré como se purifica la plata, y la probaré como se prueba el oro. El invocará Mi Nombre, y Yo le escucharé y diré: Este es Mi pueblo, y él dirá: Yahvé es mi Dios”.

            En Isaías (24, 1-6), el Señor ya nos había prevenido:

            “Ved que Yahvé devasta la Tierra, la arrasa y trastorna su faz y dispersa a sus habitantes; sacerdote igual que laico, esclavo lo mismo que señor, esclava y señora, comprador y vendedor, prestamista y rentero, acreedor y deudor. Devastada será, devastada la tierra, totalmente saqueada, porque Yahvé así lo ha decretado. La tierra está de luto, maldita, mustio y marchito el universo: cielo y tierra marchitos. La tierra ha sido profanada bajo los pies de sus habitantes, porque han transgredido la ley y olvidado el precepto, han roto la alianza eterna. Por eso la maldición devora la tierra, y sus habitantes sufren los efectos; por eso los habitantes de la tierra se consumen, y sólo quedan unos pocos hombres”.

            Quedará sobre la Tierra, la tercera parte de la Humanidad, un poco más de dos mil millones de habitantes. La Santísima Virgen ya nos previno en La Salette: “Y la Tierra será como un desierto”.

            El Regreso de Cristo en Gloria sorprenderá a mucha gente, que se preocupará tan sólo de sus problemas, en medio de la época más terrible que el mundo jamás haya conocido.

            Mateo (24, 37-39): “Como en los tiempos de Noé, así será la Venida del Hijo del Hombre. Porque, como en los días que precedieron al Diluvio, comían y bebían, y se casaban ellos y ellas, hasta el día en que entró Noé en el Arca, y no se dieron cuenta hasta que vino el Diluvio y los arrebató a todos, así será también la Venida del Hijo del Hombre”.

            Para que sean más numerosos los hombres que esperan el Regreso de Cristo, las señales están en la Biblia, desde hace 2.000 años:

            Lucas (21, 25-28): “Habrá señales en el sol, en la luna y en los astros; las naciones estarán angustiadas en la tierra y perplejas por el estruendo del mar y de las olas; y los hombres muertos de terror y de ansiedad por lo que sobreviene al mundo; pues las columnas de los cielos se tambalearán.

            Entonces verán al Hijo del Hombre venir en una nube con gran poder y majestad. Pero vosotros, cuando comiencen a suceder estas cosas, tened ánimo y levantad la cabeza, porque se acerca vuestra redención”.

            Aún cuando ella esté todavía disimulada, la verdad es que nosotros ya estamos en plena crisis mundial, la cual ningún hombre podrá resolver. Nosotros estamos en ella. Sólo Cristo podrá restablecer la Paz de Dios, en la Tierra. Vigilad y orad, porque la hora está próxima.

 

Reunión de los Elegidos en el Tiempo del Fin

Los Ángeles con sus Trompetas.

 

            Ninguna novedad podrá chocar a las gentes, ningún título sensacionalista de periódico podrá ser más espectacular que

aquél que anuncia el Regreso de JESUCRISTO.

            Inmediatamente después de Su Ascensión, los Apóstoles quedaron sorprendidos al ver dos Mensajeros divinos que les dieron esta garantía:

            Hechos (1, 11): “Este Jesús que os ha sido arrebatado al Cielo, vendrá así, tal como Lo habéis visto irse al Cielo”.

            Habiendo sido concluida la creación en 6 “días”, a los que hemos dado un valor de 6.000 años, se puede esperar que el 7º día corresponda a un jubiloso sábado de mil años. Y que JESUCRISTO, seguido de la milicia triunfante de los Santos y de los Elegidos, habiendo escapado a la muerte o, milagrosamente vueltos a llamar a la vida, reinará en la Tierra hasta el tiempo designado para el Fin del Mundo y la Resurrección general.

            En el Tiempo del Fin, nadie conocerá ni el día ni la hora del Regreso de JESUCRISTO. A pesar de ello, poco antes de este Regreso,

            “El Evangelio del Reino de Dios será predicado en el mundo entero, en testimonio para todas las naciones”. (Mt 24, 14).

            San Lucas nos advierte con las propias Palabras de Cristo: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Lc 21, 33). “Velad, pues, en todo tiempo, orando para que podáis libraros de todo lo que ha de venir y comparecer delante del Hijo del Hombre” (Lc 21, 36).

            Lucas (12, 43): “¡Dichoso el siervo ese si, al llegar su amo, lo encuentra cumpliendo su deber!”.

            Mateo (24, 44): “Por eso también vosotros estad preparados, porque a la hora que no penséis, vendrá el Hijo del Hombre”.

            “En seguida después de la tribulación de esos días, el sol se oscurecerá, la luna no dará resplandor, las estrellas caerán del cielo y las columnas del cielo se tambalearán” (Mt 24, 29). (Eso no se ve más que en un grandísimo frío).

             “Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombre; todas las tribus de la Tierra se golpearán el pecho, y verán venir al Hijo del Hombre sobre las nubes del cielo con gran Poder y Gloria. Y mandará a Sus Ángeles con potente Trompeta, y reunirán de los cuatro vientos a los elegidos, desde el uno al otro extremo del cielo” (Mt 24, 30-31)

            El Señor vendrá “como un ladrón”, sin prevenir el año, el mes, el día o la hora. Pero esto no será en silencio.

            En San Pablo (1 Tes 4, 16-18): “Porque el Señor mismo, a la señal dada por la voz del Arcángel y al son de la Trompeta de Dios, bajará del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán primeramente. Después nosotros, los vivos, los que estemos hasta la venida del Señor, seremos arrebatados juntamente con ellos, entre nubes por los aires, al encuentro del Señor. Y para siempre estaremos con el Señor. Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras”.

            San Pablo (1 Tes 5, 9): “Dios no nos destinó a la ira, sino a la adquisición de la Salvación por nuestro Señor JESUCRISTO”.

 

¿Quién regresará con Cristo?

 

            Todos los Santos, los verdaderos Cristianos:

            Zacarías (14, 4-9): “(En ese día) pondrá Su pie en el monte de los Olivos, que está delante de Jerusalén, al oriente” “Y vendrá Yahvé, tu Dios, y todos los Santos con El. En aquel día, no habrá ni frío ni hielo, sino que será un único día, solamente conocido por Yahvé, sin cambio de día y noche, pues al tiempo de la noche habrá luz. En aquel día, brotarán aguas vivas de Jerusalén, la mitad de ellas hacia el mar oriental y la otra mitad hacia el mar occidental; correrán en verano y en invierno. Y Yahvé reinará sobre toda la Tierra. En aquel día, Yahvé será Único y Único será Su Nombre”.

            Marcos (8, 38): “…cuando El venga en la Gloria de Su Padre con los santos Ángeles”.

            Nota: Los muertos en Cristo, que habrán sido resucitados, así como los Cristianos vivos (que habrán sido entonces hechos inmortales) se elevarán por los aires al encuentro de Cristo, pero ellos volverán a descender inmediatamente con El a la Tierra.

            Esto (leído y tomado de la Biblia), me hace recordar el Mensaje que Nuestro Señor me dio el 1º de junio de 2007, llamado “Confidencia de Dios”:

            “Los hijos de Dios serán librados del miedo, porque ellos sabrán que es necesario llegar, justamente, por este camino que Yo os haré tomar. ¡Tened Confianza!

            El mar podrá surgir en todas partes y la tierra podrá oscilar bajo vuestros pies, nada de lo que veáis a vuestro alrededor os podrá servir de apoyo. Y, a pesar de ello, os mantendréis de pie y caminaréis hacia donde Yo Mismo os voy a conducir. El viento no aflojará, el agua caída del cielo os inundará y vosotros seguiréis caminando, sostenidos por Mi Fuerza que vivirá en vosotros.

            Al llegar adonde Yo os conduzco, os detendréis y esperaréis, sin miedo alguno, porque ahí mismo irán Mis Ángeles para llevaros a lugar seguro. No tengáis miedo de nada. Lo que Yo te digo aquí es verdadero y sucederá después de Mi señal. Yo Mismo te lo diré. Sí, tú te mantendrás hasta entonces, porque Yo quiero que ellos Me escuchen, aquellos a quien Yo voy a escoger, como a ti, para conducir a Mis hijos hasta el sitio donde Yo os voy a reunir.

Vosotros seréis suficientemente numerosos, para formar

a los hijos salvados por Dios, en este Tierra.

            Yo Mismo te dije que te avisaré, así como a los otros. Ten Confianza en lo que Yo te pido y pediré sucesivamente, poco a poco. Sí, he aquí Mi Señal: † JESUCRISTO, Salvador de los hombres, que viene a formaros para la Nueva Tierra. Los Nuevos Cielos serán formados al mismo tiempo. No tengas ningún temor, que Yo Mismo te he prometido hablarte para los Últimos Tiempos. Como se hace tarde, que aquél a quien tú digas esto se calle, hasta Mi Señal para informar.

 

Con Mi Corazón, Yo firmo este Mensaje”.

 

            Después, he aquí el segundo sueño: Me sentía como llamada a salir de mi casa. Había una multitud de personas por todas partes, no se podía caminar por las calles. Toda esa gente corría hacia la inmensa catedral, cuya torre sobrepasaba a todos los edificios; ella se hallaba en lo alto (signo de grandeza). Mi madre, ya fallecida, estaba conmigo. Era muy fatigosa, esta marcha. A mi pregunta, el Señor responde:

            “En efecto, vosotros estáis a la expectativa de un gran acontecimiento, y la Iglesia está consciente de ello. Pero tú serás advertida antes, porque la Iglesia, sois vosotros, Mis hijos bienamados.

            No tengáis ningún miedo. Todo eso debe suceder. Este encuentro de tantas personas, son aquellos a quienes Yo llamo a venir a Mí. Ellos son numerosos y vienen de todas partes. Están a la expectativa, como Yo te lo he dicho. Ellos vienen de lejos. Están en camino, desde hace mucho tiempo, por todas las rutas, reuniéndose en el punto que Yo les he indicado. Que no haya temor, todavía no es la hora.

            Permaneced calmados, felices, porque el Tiempo del Encuentro llega en breve.

            Quien deba reunir sabrá hablar con Mi Palabra.

            Los habitantes del Cielo exultan de Alegría, todos ellos están advertidos. La llave, como tú misma lo constatas, te será dada cuando el momento haya llegado, esa llave que abre todo lo que ha estado escondido hasta el Día en que Dios aparecerá ante vosotros.

 

Sé paciente, Mi hija escogida

por la Gracia de Dios.

JESUCRISTO. Amén”

            Yo comprendo que todo esto ha sido escrito para nuestro tiempo. Me he servido de la Santa Biblia, a fin de dar seguridad a quienes leyeran esto. Nada ha sido inventado por los hombres: todo está en la Biblia, desde hace, al menos, veinte siglos y más. Era preciso que yo misma aprendiese la Santa Verdad del Señor para el Fin de los Tiempos, que no habría de tardar. Y, asegurándome yo, pudiese también asegurar a todos mis hermanos en Dios, y convencerles de la urgencia de estar informados y de informar a todos los que les rodean. Solamente la Santa Biblia podría darme esta confianza para llevar a término esta declaración que voy a hacer en este libro.

 

Las guerras, la gran Tribulación y la Venida del Señor

 

            Hoy, domingo 2 de marzo de 2008, comprendo que la secuencia del Mensaje del 1º de junio de 2007, así como el del 2 de junio, tenía su respuesta en la Santa Biblia.

            Para escribir todo este texto: “los profetas han hablado”, el Señor me ha guiado. Ante todo, yo he encontrado una primera respuesta a la cuestión: ¿dónde debía ocurrir la abominación de la desolación? Ella se llevará a cabo en el lugar más Santo que exista sobre la Tierra: será en Jerusalén, justo antes del Regreso de Cristo JESUS a la Tierra.

            En San Lucas (21, 20-24): “Cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, entended que se aproxima su destrucción. Entonces huyan a los montes los que estén en Judea; aléjense los que estén dentro de la ciudad; y los que estén en el campo no entren en la ciudad. Serán días de castigo en los que se cumplirá todo lo que está escrito. ¡Ay de las que estén encinta y criando en esos días! Porque habrá gran tribulación sobre la tierra y cólera contra este pueblo. Caerán al filo de la espada, irán cautivos a todas las naciones, y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que se cumplan los tiempos de los gentiles”.

            Estos acontecimientos constituirán una gran abominación para toda la ciudad y la desolación le seguirá. Es en el lugar Santo. Es Jerusalén. Y esto forma parte, justamente, de estor últimos Tiempos. Una tercera parte de la Humanidad será librada, para vivir el Reino de Dios en la Tierra (Zacarías 13, 8-9).

            En nuestra época, existe la amenaza de guerra en el Medio Oriente. Yo repito:

            Mateo (24, 21-22): “Porque entonces la tribulación será tan grande, como no la hubo desde el principio del mundo hasta ahora ni la habrá jamás. En aquellos días, si no se acortasen, nadie se salvaría; pero, en atención a los elegidos, aquellos días serán acortados”.

 

Resurrección

 

            En San Pablo (1 Tes 4, 15-18): “…Nosotros los vivos, los que estemos todavía al tiempo de la Venida del Señor, no precederemos a los que murieron. Porque el Señor mismo, a la señal dada por la voz del Arcángel y al son de la Trompeta de Dios, bajará del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán primeramente. Después nosotros, los vivos, los que estemos hasta la venida del Señor, seremos arrebatados juntamente con ellos, entre nubes por los aires, al encuentro del Señor. Y para siempre estaremos con el Señor. Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras”. (Nosotros descenderemos con El).

            Apocalipsis (5, 10): “Tú has hecho para nuestro Dios un Reino de Sacerdotes reinando sobre la Tierra”.

            Apocalipsis (20, 6): “¡Bienaventurado y Santo el que tiene parte en la primera Resurrección!; sobre éstos no tiene poder la segunda muerte, sino que serán Sacerdotes de Dios y de Cristo, con el que reinarán mil años”.

 

La Jerusalén celeste desciende en la ciudad de Jerusalén

 

            Yo sé, Señor, por qué Vos me habéis hecho tomar la Santa Biblia: para que podamos encontrarnos en la encrucijada de los caminos, mis hermanos profetas y yo misma. Nosotros tenemos en común Vuestra Voz para guiarnos, a fin de movilizar, en estos Tiempos del Fin, a todos Vuestros hijos dispersos.

            Estas últimas visiones, dadas en sueños, debían ser confirmadas por los profetas antiguos. Mis sueños, y su explicación, debían reencontrarse con los antiguos profetas, para manifestarse semejantes a Vuestro Pueblo de hoy, que tiene la cabeza dura, aún más que los hijos del Antiguo Testamento.

            Ellos van a entender, por fin, todo cuanto Vos hacéis para invitarlos a comprenderOs y amarOs. Y para eso, era necesaria esta confirmación, a través de la Santa Biblia, de que este bello encuentro de los Vivos del Cielo y de la Tierra, de los Santos del Cielo y de los Santos de la Tierra, debería hacerse en ese lugar tres veces Santo que es la ciudad de Jerusalén, que se encuentra en Palestina y que debe acoger a la Jerusalén Celeste que desciende de la mansión de Dios.

            Señor, el escrito que Vos me habéis dado el 1º de junio de 2007, confirma la Protección que Vos daréis a Vuestros hijos vivos llamados a seguirOs hasta un cierto sitio de la Tierra, donde los Ángeles vendrán a conducirnos a un lugar seguro. Y luego, San Pablo (1Tes 4, 15-16) confirma que nosotros seremos arrebatados juntamente con los Resucitados, en las nubes, al encuentro del Señor en los aires y, de este modo estaremos siempre con el Señor y descenderemos con El sobre la Tierra.

            Y en el escrito del 2 de junio de 2007, JESUS confirma que estamos “a la expectativa de un gran acontecimiento, y la Iglesia está consciente de ello. Pero tú serás advertida antes, porque la Iglesia, sois vosotros, Mis hijos bienamados”.

            Es el Tiempo del Encuentro. La multitud fluía de todas partes hacia esa Catedral. Todos los habitantes del Cielo están advertidos, ellos exultan de alegría. Y esta inmensa Catedral, cuya torre del campanario sobrepasa a todos los edificios, es Jerusalén, la Ciudad Santa.

            En este día, si yo no leyese la Santa Biblia, no podría decir que todo esto se va a realizar pronto. Pero, tengamos Confianza y Esperanza, Nuestro Señor es Maravilloso en Su Santa Misericordia.

 

 



[1] Todas las citas son extraídas de la Biblia de Jerusalén (en los mensajes originales, en francés –NTE-), y la última frase es verdaderamente sorprendente a primera vista (la iniquidad aumentará), en tanto que otras traducciones bíblicas dicen: “el conocimiento acrecentará”. En una nota a pie de página, un traductor bíblico nos explica que “la iniquidad”, es el “saber” hebraico, en referencia a la Biblia del Setenta… Ello nos demuestra sobre todo, la ineptitud del traductor: en la Tabla Pastoral de la Biblia, iniquidad nos remite a falta, injusticia, pecado, pero de ningún modo a conocimiento.