LA CRUZ ES EL TRONO DE LOS GRANDES REYES

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21 de febrero de 2008.

San Pedro Damián

 

 

JNSR:
            ¿Qué deseáis Vos, mi Dulce JESUS, que diga a Vuestros hijos? Yo Os escucho. Bendito seáis, Señor.

 

JESUS:

            El Señor informa poco a poco a Sus hijos. Dios conoce a cada uno por su nombre, como sé también cual es el número de Mis Elegidos.

            Todo se debe hacer según el Plan de Dios. Es por eso que Yo pido a cada uno que Me escuche bien y esté consciente de que cada uno debe participar en él.

            ¿Qué andáis buscando por todas partes? ¿Un Rey sin Reino? Vuestro Rey no es de este mundo. El regresará, tal como Se elevó hacia Su Padre y vuestro Padre. El descenderá hasta vosotros. El Reino del Rey descenderá con El. Esta es Mi Jerusalén Celestial con toda Su Corte. Vosotros veréis a Mi Santa Madre, la Reina de todo el Universo.

            Ella es la Madre de Mi Santa Iglesia. Mis Santos Ángeles, con los Santos, los Elegidos, los Patriarcas, todo el Cielo de Gloria La acompañarán. Hijos, trabajad por el Reino de Dios en vuestra Tierra. Pensad en ser buenos artífices de la Paz. Vivid las santas Bienaventuranzas: reencontraos en ellas y seréis dichosos. Obedeced las Santas Leyes del Amor. Sed mansos y humildes, como el Maestro. Y sobre todo, no tratéis de saber a quién Yo colocaré a Mi Derecha para gobernar: Sólo el Padre lo sabe.

            ¿Sabéis lo que dice el Evangelio sobre los llamados para asistir a Mi Banquete Real, y quiénes eran finalmente Mis invitados, sentados junto a Mí? Eran aquellos que nadie esperaba, todos los que la sociedad bien-pensante rechaza en todas partes: los miserables, los cojos, los ciegos. Y a vosotros, Mis queridos hijos, Yo os envío junto a los heridos, los enfermos, los hambrientos, los agonizantes. Vosotros no tenéis ni diplomas, ni títulos, pero tenéis la Inteligencia de Dios. Volad al lado de los débiles, los rechazados, de todos esos miserables que han perdido todo en su exilio, incluso su dignidad, y que duermen al frío de la noche, y que comen los restos que los hartos han lanzado a los basureros.

            Vuestro impulso de Amor no se aprende en ninguna escuela. Dadles de beber y de comer; y hablad a las multitudes, porque todo hombre tiene derecho a la vida, aquella que Dios le ha dado.

¿Dónde está la Ley del Amor?

 

            Hijos bienamados, vosotros que sabéis abrigar el amor en vuestros propios brazos para calentar al niño de las calles, vosotros que lloráis ante la Oveja extraviada, caprichosa, impetuosa, y que, después de muchos esfuerzos, se deja atrapar; vosotros que la reconducís al Padre, sobre vuestras espaldas, tal como Yo he llevado Mi Santa Cruz, Trofeo de la Victoria sobre la Muerte, hijitos, la Mirada del Padre se ha posado sobre vosotros.

            Vosotros sois los Ángeles de la Tierra, la semilla de la que nacen los Santos y los Reyes: los futuros Reyes de Amor a Dios y a sus hermanos.

            El Padre ve a Su Divino Hijo en la Cruz, al lado del buen Ladrón arrepentido, colgado, como Su JESUS de Amor, en la Cruz de su suplicio. “¡AcuérdaTe de mí, JESUS, cuando estés en Tu Santo Paraíso!”.

El Perdón de Dios es aún más rápido que el Arrepentimiento.

“¡Hoy mismo estarás Conmigo en el Paraíso!”

La Cruz es el trono de los grandes Reyes.

 

            Hoy, es necesario asemejarse al Cristo de las Siete Palabras, para entrar en el Paraíso: “Padre, en Tus manos entrego Mi Espíritu”.

            ¿Habéis vosotros pedido a vuestro Padre de los Cielos que cambie vuestra voluntad por la Suya, así como habéis cambiado vuestra identidad Conmigo, vuestro JESUS de Amor?

            “Sed perfectos como vuestro Padre es Perfecto”. Vosotros no podéis entrar en el Paraíso forzando la puerta. La Purificación será más corta, si ya habéis servido a Dios y a los pobres en vuestra Tierra.

            ¡Amaos los unos a los otros, como Yo os he amado!”. Dichoso, aquél que pueda decir al Padre: “Yo he seguido los pasos de JESUS. Calmé el llanto de mis hermanos. Saboreé el Sufrimiento. Me recubrí con la sangre de los hijos mártires de la guerra. Socorrí a los que tenían hambre, sed; visité a los prisioneros”.

            Sí, dichosos aquellos que han participado y compartido la miseria de los exilados, de los indocumentados.

            “Yo grité, cuando les rechazaban hacia el mar, para que murieran ahogados en su barca agujereada, o perecieran víctimas de las bombas de sus hermanos enemigos, porque ellos estaban de más en mi país que los rechazó. Amordazaron nuestras bocas y ataron nuestras manos con la Ley de los hombres; y Vos, mi Dios, ¡Vos llorasteis en nosotros!”.

            Y Vos nos decís, Señor: “En breve, ya no habrá más enemigos, más bombas, más muertos”.

 

JESUS:

            El pan y el agua serán para cada uno. Todo será Vida, porque la Muerte, no la habrá más.

Será la Verdadera Vida en Dios.

Todo será Arrepentimiento de los hombres

y Perdón de Dios.

 

            Vosotros veréis los Santos que habéis conocido. Madre Teresa con su bella aureola, coronada por JESUS y Mamá MARIA, rodeada por todos sus pequeños protegidos, cantando con los Santos Ángeles. Veréis al Abad Pedro, recibiendo miles de besos de todos los Santos. Es el invitado que recibe su salario. ¡Qué riqueza! Su humildad, su generosidad y su acogida, se hacen un gran ramo de Amor de la Santísima Trinidad.

            Y el Padre Pío, el campeón de la Compasión, él, la Imagen viva de Cristo sufriente, es él quien, al lado de JESUS, reúne la cosecha que está multiplicada, gracias a todas las Misas del Arrepentimiento Mundial y del Perdón de Dios.

           

JNSR:

            Nuestro Señor nos muestra a Su buen Papa Benedicto XVI, que asiste a la unión de las tres grandes Religiones, para hacer una, como la Santísima Trinidad, Un Solo Dios en Tres Personas.

            Rogad a Dios que os escucha. Pedid la Paz en todas las naciones.

 

Dios, que conoce los corazones.