¡Y VOSOTROS NO VEIS LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS!

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3 de diciembre de 2007.

San Francisco Javier

 

 

JESÚS:

            Así como las olas rompen sobre las tierras, inundando TODO, los enfermos no pueden escapar de otra mortífera ola… ¡el SIDA!

Y el pobre permanece prisionero de su miseria,

Y las guerras, así como las luchas intestinas,

dejan ya miles de millares de muertos inocentes.

 

¡Y vosotros no veis los signos de los Tiempos!

 

            Y permanecéis ciegos y sordos a Mi Palabra de Liberación, unos, al calor de sus bellas mansiones; otros, maldiciendo su miseria, son arrojados por los caminos, por las rutas del exilio, rechazados, o acogidos por algún tiempo, sin confort, sin dignidad.

 

¡Y no comprendéis todavía los signos de los Tiempos!

Más bien decís que eso no os interesa.

 

            Entonces, maldecís a DIOS que, según vosotros, os ignora. Continuáis, pues, siendo un Pueblo de cabeza dura y palabra fácil, que no quiere ver nada, ni entender nada, para no entrar en la fila de los culpables. Pero vosotros os juzgaréis un día, ante DIOS, delante del oprimido, del infeliz y del enfermo, porque vosotros no Me habéis querido escuchar, a MI, que os propongo los remedios necesarios para vuestro tiempo que… se evade para no ver más

la Desobediencia a DIOS, que persiste todavía.

 

            Porque el Tiempo no es un fugitivo, sino un amigo de Dios, que quiere tenderos la mano. Llega el Tiempo de DIOS, para sacaros de ese abismo, en el que los hombres que se dicen inteligentes, os han lanzado, como otrora se lanzaban a los verdaderos cristianos a las fosas de los leones.

            Ve, hija Mía, lo que Yo te muestro y diles a todos, aquellos que serán juzgados un día severamente, el porqué, ¡porque el Juicio de DIOS está llegando a grandes pasos!

            Y no son los desaparecidos, violentados por los elementos en furia, los sismos o el hambre, los culpables de este Tiempo. Ellos, son los mártires de este Tiempo. Ellos ya están CONMIGO, liberados del Mal. Los elementos desencadenados, las enfermedades mortales, los atentados y las guerras ciegas, son los frutos de Satanás, ¡animado por los miles de indiferentes hacia la desventura de los demás!

            Ve, hija Mía, lo que Yo te muestro; y diles que, si Yo vengo a liberaros, tendrá que ser con pleno conocimiento, porque vosotros debéis saber el Porqué, y aquí Yo vengo a dároslo. Reflexionad en que, aquella que Me escucha en este momento, es neutral en vuestras culpabilidades, pues no podría ser de otra forma, cuando Yo escojo un alma a quien Yo hablo para todos Mis hijos a la escucha.

            La desobediencia a DIOS, que es la causa del sufrimiento del mundo, ¡debe ser denunciada!

La carne es lo que no puede entrar en Mi Reino.

Ella es la causa de casi todos los males de la Tierra.

 

            Vosotros no la habéis sabido dominar y, como una bestia salvaje, ella ha tomado el primer lugar en vuestra sociedad de consumo, ¡y se os hace necesario satisfacerla! Por ella, los hombres ávidos de posesiones, tratan a la mujer… ¡como un objeto de deseo y de codicia! Así, la Ley de DIOS comienzó a oscurecerse, desde el primer despertar de los Tiempos, cubriendo de vergüenza incluso a Mis Ángeles dóciles y fieles, cuando vieron la caída del hombre y de toda su descendencia,

ante la grande y primera desobediencia a DIOS.

 

            El hombre, en ese momento se excluye, él mismo, de Mi Eternidad bienaventurada, creando ese estado de falsa libertad que se perpetúa: arrojados a la vida mortal, sin el abrigo de la preciosa amistad de DIOS.

            Y ahí tenéis a la pareja, entregada a sus propios deseos y a su maldita voluntad de conquistar, para afirmarse mejor. He ahí las guerras entre los hombres, los pueblos ávidos de conquistas y poder, organizando matanzas con su deseo demente de destruir a los débiles; ellos quieren sujetar los elementos, conquistar el espacio, la luna y los planetas. El orgullo ha tomado el lugar de la humildad, el hombre continúa levantando su TORRE, para sobrepasar mejor a DIOS. El deseo y la envidia no han cesado jamás de desempeñar su oficio de tentación infernal.

            Si por la carne se mata, se asesina, se viola incluso a los niños, los padres se convierten a su vez, en campeones en la educación de sus hijos: ¡es necesario enseñarles todo, hacerles saber todo, desde la más tierna infancia! Sus oídos están al tanto de las cosas de la vida. Ya no hay inocencia, la ternura y el Amor de Jesús y de María, les son desconocidos.

            La Ley y los Preceptos de DIOS, ya no están más de actualidad, permanecen escondidos, incluso son ocultados, porque el poder del hombre quedaría disminuido; el niño debe saber por qué medios él ha sido concebido y cómo ha nacido… ¡La carne triunfa! El espíritu, como un intruso, es disimulado, y cada vez más, el fruto de la carne se ha transformado en enfermedad, ¡porque todo árbol malo no puede producir más que frutos envenenados!

            Entonces, el único remedio en espera del perdón de DIOS, lo único que hará desaparecer el flagelo de esta enfermedad horrible, es la abstinencia, es el ayuno sexual. Pero el hombre, habituado a dominar, rechazará este principio de DIOS.

 

¡He aquí por qué la carne no entrará en el Reino de DIOS!

 

            Es así como el hombre que escoja vivir con DIOS, deberá conquistar mediante actos piadosos, actos de obediencia al Señor de los Señores, ese estado de pureza que hará de él un ser de Luz, a quien DIOS recubrirá con una carne nueva, espiritual, que lo hará asemejarse a Su modelo:

¡el HIJO Único de DIOS!

¡Y el Padre le llamará “Mi HIJO”!

 

            La ayuda para los países pobres, poco a poco, va a desaparecer. Y así será como los países ricos van a verse acorralados por la miseria, que es la lepra de vuestro tiempo.

            Vosotros no sabéis repartir equitativamente los bienes de la Tierra. Y esa corriente de Amor que DIOS os envía, es rechazada de tal modo, que ella regresa, como un boomerang a Su Fuente, que es el Divino Sagrado Corazón de Jesús de Nazaret.

            Vuestra negativa a obedecer se vuelve una fuerza destructiva, que se asocia a las fuerzas del Mal. A medida que vayáis construyendo por un lado, el Mal destruirá por el otro. Todo pasa a ser cenizas y humo, de un extremo de la Tierra al otro; y los cuerpos helados se amontonan en las calles.

            Vosotros sois los conquistadores del Saber, ¡Ingenieros en todo! Sabéis calcular las diversas maneras empleadas para dar vida a un territorio pobre en agricultura, así como en industria y comercio; ¡el agua, la sabéis buscar, encontrarla, captarla! ¡Sabéis por dónde DIOS ha repartido Sus bienes, en la Tierra! ¡Sabéis tomarlos, pero no sabéis darlos, y el canje no se puede hacer! Y sin embargo, ¡nada os pertenece!

 

Todo es de DIOS, Creador del Cielo y de la Tierra,

de las cosas visibles así como de las invisibles.

 

            ¿Dónde está vuestro amor, por DIOS y por vuestros hermanos? Vuestra Sociedad, que se burla de los Signos de los Tiempos, se hace ciega y sorda. ¿Acaso no veis que vuestra Tierra está en el último suspiro, usada como una vieja dama que ya os lo dio todo?

            Yo llevo, al abrigo de Mi Reino, a esos millares y millares de niños inocentes que mueren en vuestra Tierra, a causa del hambre y las enfermedades; otros, arrastrados por la furia de los elementos desencadenados, que no saben contenerse ante la desobediencia del Hombre, que ya no sabe respetar la Ley de la armonía del Mundo. Todos los engranajes del Tiempo, están condicionados por una sola cosa:

 

¡El AMOR de DIOS, EJE central del MUNDO!

 

            Vosotros pensáis que sin DIOS, podréis volver a encontrar un aire puro, respirable; agua en abundancia, una tierra productiva y semillas para proporcionar la alimentación a este Mundo, que no cesa de producir frutos de muerte, así como todas esas enfermedades incurables, a las que ¡les habéis abierto las puertas de par en par!

            Habéis eliminado de vuestras preocupaciones personales a los niños, los ancianos, los enfermos, buscando vuestro bienestar, matando a través de los abortos y la eutanasia: ¡bello descubrimiento de vuestro tiempo, que no deja ni siquiera al alma, el tiempo del reencuentro con DIOS! ¡Pero no temáis por ellos! ¡Soy YO quien viene a buscarles en su lecho todavía caliente! ¡Y esos cuerpos que os han estorbado, brillarán con Mi Luz, al punto de cegaros! ¡A vosotros, que creéis ser los libertadores del Sufrimiento Humano!

 

Mas, he aquí que el Señor os avisa.

 

            En el Cielo, Nosotros estamos prestos a enviaros la Señal final que os anunciará ¡el DIA de MI JUICIO!

            Y vosotros seréis juzgados por DIOS, mucho más por lo que habéis olvidado voluntariamente hacer, que por lo que ha sido hecho de bien o de mal.

 

La Hora del Arrepentimiento del hombre

atrae la hora del Perdón de DIOS.

 

            Hija Mía, continúa informando a todos tus hermanos en DIOS.

 

Jesucristo

Salvador de las almas.

 


Amén