EL TIEMPO DE LAS NACIONES
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26 de julio de 2007.
Santa Ana y San Joaquín
JESUS: En la noche negra de la incertidumbre, todos los
pueblos descienden hacia su Juez Único. Es el descenso a los Infiernos. Crímenes y pasiones forman ese decorado satánico que el hombre se ha construido.
¿Con qué comparar esta
perturbación que se apodera de unos y otros, que siguen sin comprenderse?
¿Quién les guía y a dónde van ellos? Ellos saben que un día el Mal se
apoderó de ellos. Con él, ellos se han atrevido a descender tan bajo, tan bajo…
que hoy se dicen a sí mismos: “¿Por qué?
¿Pero, por qué? ¡No lo quería!” Sí, pero ellos le han seguido y algunos
hicieron de él su maestro, el maestro de sus vidas.
Hoy, es el Tiempo de las Naciones.
Antes de ver a Dios,
cada uno de ellos verá la ira de los elementos. Sea el
agua, la tierra, el aire o el fuego, cada uno concurrirá con su fuerza, todo se
desplazará con rabia. La tranquilidad de
Los niños que lloran,
arrastrados con sus paisanos por las aguas, no pueden imaginarse que en el
fondo de todo ese caos se encuentra el enemigo de Dios y de los hombres y que es
necesario escoger deprisa, queda poco tiempo. ¡Ave María, llena de Gracia, salvadnos!
Las aguas suben inexorablemente, ahogando toda
esperanza de vida; no es de barcos vacíos, de lo que precisáis. JESUS os
responde:
“Llamad a Mis Santos Ángeles, ellos os llevarán en sus alas. Creed y
seréis salvos”.
Y he aquí que, allí, en lo opuesto a ese país,
no es el diluvio, es el fuego que, como un maestro de
ceremonias, dirige las llamas, justamente donde hace ese viento cómplice que
extiende la combustión en los bosques y hacia las casas habitadas, privadas de
aire respirable para los habitantes, que buscan a toda costa salvarse.
Como con mil
tentáculos,
Más lejos,
¿Acaso no veis que
cada uno de vosotros pasa a ser un asesino? Vosotros matáis el
Equilibrio que os mantiene con vida en esta Tierra, sin preocuparos por las
generaciones futuras. Vosotros despreciáis el Bien de Dios. Temblad,
Naciones del mundo, que hoy Dios va a hablar con Su Justicia y
Su Santa Misericordia, y vosotras seréis juzgadas.
Todos vosotros, los
Países en guerra, pensad que no es el ruido de vuestros cañones, ni las
injurias proferidas por vuestras repugnantes bocas, lo que hará callar
Pueblos salvajes que matáis sin razón, sin fe
ni ley, en nombre de un dios que vosotros mismos habéis creado, semejante a
vuestros instintos de poder y de dominación, vosotros seréis los primeros
juzgados por este Dios Único y Verdadero que habéis olvidado,
despreciado y que viene ya a prepararos para sufrir
Vosotros teméis la muerte, después de haber
matado inocentes en el vientre de sus madres e hijos hambrientos. Vosotros
habéis reducido a vuestros hermanos a la esclavitud, fugitivos por las rutas
del exilio, huyendo de la miseria y la guerra. Y a vosotros, ahora, Yo os haré
salir de las grutas y de las cavernas de vuestras montañas: el enemigo al que
habéis perseguido con vuestra injusticia, ¡es vuestro hermano!
Sometidos, hambrientos, enfermos, lisiados,
con vuestras ciudades en ruinas, vuestros muertos sin sepultura, vuestras
Naciones cubiertas de vergüenza y vosotros, recubiertos con vuestro traje de
luto; Yo os arrastraré ante Mi Trono. Vosotros ya no tenéis nombre,
habéis perdido vuestra identidad. Rogad a Dios que os perdone.
Es el Tiempo de las Naciones.
El Juicio de Dios es inminente.
¡Tened cuidado! Dios juzgará con una sola mirada
al pequeño pinzón y a la cruel
raposa.
JESUS y MARIA,
los Dos Sagrados Corazones Unidos.
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Nota: Primer escrito de la 2ª. parte.