MARIA, MADRE DE DIOS, MADRE DE LA IGLESIA

Y MADRE DE LOS HOMBRES

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15 de julio de 2007.

Vigilia de Ntra. Sra. del Carmen

 

 

JNSR:  Dios mío, ¿podéis hablarme?

 

JESUS:  , hija Mía, Dios te habla. Sed obedientes a Su Palabra. Escuchad todas Sus instrucciones. Mirad estos Tiempos de desastres, ellos son los últimos Tiempos, cuando todo se une para destruir, por todas partes, Mi Tierra y aniquilar a sus hijos, por las inundaciones recurrentes y las sequías, que traen un largo cortejo de hambre a la Tierra de los hombres.

            Satanás parece ganar su verdadera batalla, que consiste en desviar a la Humanidad de su Divino Maestro. Sintiendo próximo su fin, él moviliza los espíritus débiles, que se dejan dominar por su maligno poder. El aniquilamiento de la raza humana por las guerras, los atentados, será su propia perdición, porque Dios adelanta Su Tiempo y Mi Santa Madre pronto aplastará su espíritu orgulloso.

            La Humildad, la Pureza, la Obediencia a Su Dios, hacen de MARIA, por Su Santidad y la Divinidad de Su Inmaculada Concepción, la Mujer elegida por Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, para ser Hija, Madre y Esposa de Su Dios Único y Verdadero. Y para que Su Divina, Santa e Inmaculada Concepción sea el Arma contra el único Enemigo de Dios y de los hijos de Dios.

            Este enemigo no puede ser aniquilado más que por el resplandor de una Mujer perfecta, escogida desde toda la Eternidad por el propio Poder de Dios, en Su Pureza Original, no habiendo conocido jamás el pecado, modelo de Obediencia en Su Fiat eterno a Su Dios. En Su Divina Realeza de Hija, de Esposa y de Madre, Ella se hace como Su Hijo, la Sierva de Dios y de los hombres.

            Ante el Maldito, el Espíritu Santo, que habita en la Toda Santa, aniquilará al Espíritu del Mal, aplastando el orgullo y el poder del Maligno, que prefirió ser el enemigo de Dios, perdiendo así la preeminencia y la Amistad en las que su Creador le había colocado. En su rabia de verse superado por una Mujer que posee todo lo que él perdió, él mismo se aniquilará y se declarará vencido. Y, avergonzado, se dejará encerrar en el Infierno, de donde no deberá salir jamás. Sólo la Voluntad de Dios decidirá su suerte final en la Eternidad.

Mas, respetad todo lo que Dios prepara hoy con Su Santísima Madre.

 

JESUS y MARIA, Madre de Dios,

Madre de la Iglesia y Madre de los hombres.

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