ANTES DEL REGRESO DE CRISTO,

ES EL REINO DE DIOS EN LOS CORAZONES

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Jueves, 7 de junio de 2007.

Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de JESUCRISTO

 

 

JESUS:            Intercambiando vuestra identidad con la Mía, vosotros habéis aceptado asemejaros a Mí. En el Evangelio de Jesucristo, según San Juan (16, 12-15): “En la hora en que Jesús pasaba de este mundo a Su Padre, El dijo a Sus discípulos: Muchas cosas tengo aún que deciros, mas no podéis llevarlas ahora”.

 

JNSR:  Yo sé que Nuestro Señor acaba de anunciarnos que nosotros somos esta generación considerada como adulta, aunque no hayamos sabido aprovechar toda Su enseñanza: Nuestro Señor nos la ha dado por aquellos a quienes El llama Sus profetas de los Últimos Tiempos.

 

JESUS:  En este Fin de los Tiempos, Yo os revelaré aquello que, entonces, no podía aún saberse, porque los Tiempos no estaban aún cumplidos. Ha llegado la Hora de la gran Revelación, la que anuncia Mi Regreso en Gloria a Mi planeta azul, esa Tierra que el Padre Me dio, antes mismo del origen de sus fundamentos.

            Vuestro corazón recibe Mi Santa Palabra, como las jóvenes avecillas hambrientas reciben el bocado de su madre, posada en el borde del nido. Así vuestro corazón vive de Mi Palabra de Vida.

 

JNSR:   ¿Cuál es ese dulce misterio, que algunos ya comparten con Nuestro Dios de Amor, esa Vida preciosa que sentimos en nosotros?

 

JESUS:  Hija Mía, Dios-Eucaristía debe ser deseado, para que Su Amor, en vuestro corazón, descienda como una mariposa, feliz de abrazarse a la flor que la acoge, para darle lo mejor de ella misma. Oh, agradable Perdón de Dios que vosotros recibís desde que Yo veo vuestros ojos humedecerse de lágrimas de arrepentimiento, dejando vuestras palabras entrecortadas por vuestros sollozos reprimidos, a causa del error, de las faltas cometidas y confesadas con la pena de una sincera contrición.

            Oh, Dios de Misericordia, que Se hace aceptar para darSe mejor, una y otra vez, a Sus criaturas. Algunas de ellas comienzan ya a transformarse por Mi Santa Gracia que vive en ellas. Tal como la oruga que se transforma en mariposa, vuestro corazón comienza a desposar el Mío.

            Mis criaturas, a causa de su deseo y de su perseverancia, toman la resolución de comenzar a desligarse de su cuerpo de carne, para obtener ese cuerpo espiritual que va a adoptar el Espíritu y el Agua original, para renacer de Lo Alto, a fin de caminar, noche y día, al lado de Mi Santa Verdad. No se trata de la muerte. Es ya la Verdadera Vida en Dios que comienza, en este mundo, para Mis pequeñas Hostias.

            Los Santos del Cielo y todos los Ángeles de Dios os dicen:

            “Hoy, es el Reino de Dios en los corazones”. Una vida nueva comienza a invadir a esta Humanidad que, a su pesar, se va a reconocer transformada. Es la Luz que desciende en las tinieblas. Y si algunos no quieren todavía tomarla, pronto, no sabrán que hacer de su persona, en medio de semejante transformación a su alrededor.

            El Amor, así como la Bondad, forman parte de la Belleza de un alma. Y un alma bella se ve, en primer lugar, en la mirada que resplandece de la Divina Luz de Nuestro Dios de Amor.

            De semejante transformación rodeándoos, seréis invadidos unos tras otros. ¡Oh, sí! Vosotros gritaréis: “¡Que las tinieblas desaparezcan! Hemos sido engañados por tanto tiempo, y tanto tiempo sofocados por la mentira. ¡VEN, Señor JESUS!”

            A vosotros, grandes de este Mundo, si deseáis verdaderamente la Paz, venid hacia Mí, venid a Mí, Yo os guiaré.

            A ti, Iglesia, Mi bienamada, Yo soy tu Maestro y Señor, tú no puedes desviarte de Mi Camino ni cambiar Mi Santa Ley de Amor. Ven, ponte a la cabeza de este largo cortejo que Yo espero.

            Benedicto, Mi Papa, tú resistirás todavía, tú que sientes Mi Santa Presencia en ti. No te apartes de esta amarga copa que Yo Mismo haré pronto alejar de ti. Yo te ayudaré, porque es la hora del Triunfo de Mi Santa Iglesia, que porta también Mi Nombre, que está en el seno de la Santísima Trinidad. Ese Nombre que es el soporte de todo el Universo, y sobre el cual Dios ha fundado el Cielo, la Tierra y todo el Universo; el Equilibrio de este mundo, como de todo el Universo; la causa de la existencia de toda la Creación; como de Mi Venida a la Tierra, de Mi Sufrimiento, de Mi Santa Muerte y de Mi Santa Resurrección. Es el llamado de toda Mi Creación, de toda la Humanidad, hasta que volváis a entrar todos en Dios y que el Alfa y la Omega se cumplan en Aquél que ES Amor: JESUCRISTO, Verdadero Dios y Verdadero Hombre.

            TODOS, comprended que la constitución de todo lo que existe, de lo infinitamente pequeño hasta lo infinitamente grande, todo tiene una sola causa y un solo efecto: todo es Amor. Nada puede existir y vivir sin el Amor. Incluso la Santísima Trinidad tiene Su núcleo central que es el Amor.

            Por la falta de Amor, este mundo muere. Un Mundo Nuevo se volverá a formar con el Amor. Seáis de una religión u otra, Cristianos y Paganos, vosotros habéis nacido a causa del Amor y para el Amor; y regresaréis al Amor, vuestro Origen.

 

JNSR:  El Amor es Único y Verdadero. Es el Principio y el Fin. El no es abstracto: tiene un cuerpo, un rostro y un Corazón para amar. Es un sentimiento intenso, que Se encarnó y que tiene un Nombre, que Se puede ver y tocar. Es el sentido de toda existencia. Es el fundamento mismo de todo el Universo. Es la Existencia de toda la Creación.

            Es gracias al Amor que JNSR puede gritároslo. ¡Gritadlo conmigo sobre los tejados! ¡No dejemos morir la Tierra! ¡No dejemos morir los hombres!

 

JESUS: Regresad a la Fuente de la Vida. Es urgente y necesario que abráis vuestros corazones, que elevéis vuestros brazos hacia el cielo y llaméis, todos juntos, a Aquél que ES el Amor: ¡VEN, Señor JESUS!

            No dejéis morir el Amor en vosotros, porque Yo soy vuestra Vida. JESUCRISTO, Rey del Amor.

            Satanás se consumirá pronto, en su fuego de odio, delante de Aquella que Se llama Pureza Original, Inmaculada en Su Divina Concepción, Mi Santa Madre Querida y vuestra Madre, vuestra Reina de Amor.

 

Jesús de Nazaret, Señor y Rey

de Amor