PRIMER SUEÑO

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31 de mayo de 2007.

 

 

JNSR:  Yo he soñado con dos plazas, como las que hay en el centro de los poblados. Ellas estaban la una frente a la otra, una a la derecha, la otra a la izquierda, plantadas con grandes árboles y con bancos para sentarse. Ellas estaban llenas de juventud, un número incalculable de niños, todos alegres. Y jóvenes, los mayores de 15 a 16 años.

            A pesar de sus risas, ellos eran razonables y todos venían a mi encuentro, como si obedeciesen a una orden dada. Yo debía guiarlos, pero ¿a dónde? Yo no sabía, pero tanto ellos como yo, sabíamos que se trataba de una marcha y ellos me seguían, confiados y prudentes, hacia donde yo les debía conducir. Yo les llamaba, y con sólo verme, desde las dos plazas, todos venían a mi encuentro. Yo ni siquiera me interrogaba sobre cómo emprendería tal caminata, con tantos niños. Yo misma era bastante joven. No tenía ningún miedo y me sentía tan contenta como ellos, y muy confiada.

            Esto, lo cuento al día siguiente por la tarde a Francisca, mi amiga, que vino a visitarme. Le leí el primer Mensaje recibido esta mañana, día 1° de junio. No es un Mensaje para publicar, de momento, y se relaciona con esa marcha que nosotros emprenderemos en el momento de la Señal de Dios. Y yo pensaba en esta frase:

            “Vosotros seréis suficientemente numerosos para formar a los niños salvados por Dios en esta Tierra”, yo sentía el deber de sustituir la palabra formar por reunir. Francisca me dice: “No cambies nada”.

            Y visto mi sueño de la vigilia, y estos niños que llegan de dos regiones diferentes (una a la derecha y otra a la izquierda), es la imagen de que ellos no pensaban todos de la misma manera. Y, de que a pesar de todo, en la marcha, ¿sería necesario formarlos?

            Yo no lo sé, pero no tocaré este verbo formar.

 

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Nota AF: Hace ya algunos años, una persona de más de 80 años cuenta a su marido su sueño de la noche: “Yo he soñado que la casa estaba llena de niños, todos muy jóvenes, y que yo me encontraba en medio de ellos, sin saber que hacer, sobre todo a mi edad. Yo jamás tendría la fuerza para orientarlos. ¿No te parece que es un sueño tonto?” Y su anciano marido le responde:

            “Ese no es un sueño tonto, sino premonitorio. Significa que el Reino de Dios en la Tierra tendrá una población compuesta en gran parte por jóvenes criaturas inocentes, pero rodeadas de adultos de edad, en número suficiente para orientarlos hasta su mayoría de edad. A esos ancianos tutores, Dios les dará la fuerza necesaria”.

 

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