LA RESURRECCION PERENNE, NO ES LA MUERTE.

PARA TODOS LOS ENFERMOS

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Lunes, 28 de mayo de 2007.

 

 

JNSR:   No tengáis miedo. Todo sufrimiento, para quien lo vive en Cristo, es una experiencia mística. Es este sufrimiento el que nos aproxima más a la Agonía de JESUS. El es lo más cercano a Su Santa Muerte. El es el que nos conduce a Su Santa Resurrección.

            El hombre, que adora a su Redentor, quiere vivir lo más cerca posible de El, Le llama, Le desea. La muerte no vendrá hasta que sea su Hora, pero que importa esta hora si es para vivir la Resurrección. Si se puede vivir aquí, ya en esta Tierra y bien viva, el dolor de la espera, más fuerte que el sufrimiento de la enfermedad, puede destruir el tiempo que nos separa de Aquél que ES la Verdadera Vida. Como si nuestra voluntad se convirtiera en una piqueta, ella se pone a romper ese muro de desunión. Y luego se pulverizan el tiempo y el espacio para dejar ver al Ser Supremo.

            Dios permite que nosotros anticipemos esta Resurrección desde aquí, en este cuerpo de carne que va a tornarse, poco a poco, más espíritu que carne.

            Si la Resurrección precede a la muerte corporal, esta Resurrección deseada y tan inmediata llega cuando “el hombre viejo”, que está en nosotros, se renueve. Es “por lo cual no desmayamos, sino que mientras nuestro hombre exterior se corrompe, nuestro hombre interior se renueva de día en día” (San Pablo, 2Co 4, 16). Esta es la Resurrección perenne, que no sigue a la muerte, sino que comienza mucho antes de ella.

            El cuerpo espiritual obedece, desde ahora, al Espíritu Divino que nos arrebata hacia ese futuro tan esperado: VIVIR desde ahora de Dios, en esta Resurrección perenne. Dulcemente, nosotros vemos lo que Dios nos promete: la Gloria de Dios en la alegría de este Evangelio Nuevo, que se abrirá para todos aquellos que lo esperan, lo desean y lo aguardan con el Amor y la Fe en Dios.

 

Este es el Evangelio del Regreso en Gloria de JESUS.

Es el Evangelio del Octavo Día

que anuncia el cara a Cara con JESUCRISTO,

Nuestro Bienamado.

JESUCRISTO

Amén

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