YO CREO EN DIOS / LA TRANSICION

*******

 

13 de febrero de 2007.

 

 

JESUS:

            Hija Mía, Yo te escogí para hablar al Mundo, para advertirle de su transición. Yo también te advertí que nada te iba a ser fácil, mas tú debes hacerlo, por el Amor de Dios y porque tu destino, es Dios quien lo ha escogido.

 

JNSR:

            Esta mañana, permanezco por más de media hora con los ojos fijos en un gran cuadro colgado al frente de mi cama. Estoy acostada, fijo la Imagen de JESUS Misericordioso. Yo no escucho nada, estoy como muerta sobre mi cama. Yo no busco nada. Estoy muy cansada. Acabo de pasar tres largos días de tristeza inmensa, hasta el llanto.

            Yo me siento más sola que nunca, sin el amor de mis hijos, sin la ayuda de nadie, sin siquiera oír una pequeña palabra de amor filial. Nada. Quiero partir de aquí, donde habito. Quiero apartarme, lo más lejos posible de ellos, pero deseando, a pesar de todo, vivir cerca de mi amiga, quien, después de la muerte de mi esposo, se ha ocupado de todo lo que me es necesario para seguir viviendo, sea para alimentarme o para llevarme al médico: “F” es mi ángel en la Tierra.

            Después de esta media hora, me doy cuenta que debo levantarme para continuar la vida…Miro a mi Cristo, como para decirLe: “la vida continúa, perdonadme por haberme detenido”. Y entonces, oí en mi corazón esto:

            Tú nunca has estado sola, Yo estoy aquí.

            Mas, si tú quieres hacer lo que Yo pido a cada uno, comienza por comprenderMe.

 

 JNSR:

            Yo sé que JESUS es el Verbo de Dios, que Su Palabra es acción. Nadie puede llegar a comprenderLe, si se imagina que JESUS habla como nosotros: nuestras palabras vuelan y no son sino “pétalos” de palabras que no pesan nada, porque el hombre no tiene aún ningún valor, tanto que no pasa a ser como su Dios.

            En este momento, lo que oigo de JESUS, lo que sale de Su Corazón para entrar en el mío, es de Oro Puro, con su valor y su peso. Cuando Dios habla, yo no me siento después muy a gusto para transmitir al Mundo Su Palabra pues, de mi boca a vuestro oído, ella ya no tiene su peso, su fuerza. Y a menudo, al transmitírosla, yo me digo que ella es más bella, más real, ¡más preciosa que aquella que yo intento daros de Su parte! Entonces me digo: “Si Dios lo quiere, ellos pondrán también su Amor para escucharme”

            Y a veces, quedo decepcionada de que muchos no salten de alegría al oírla. Entonces me digo: “esto no significa nada; el Espíritu Santo un día les hará comprender mejor, como yo lo entiendo, por mi parte, con esa inmensa Alegría de Dios, con ese valor que encierra la Palabra Maravillosa de Nuestro Dios de Amor”. JESUS me dice:

 

JESUS:

            Tú no has comprendido aún lo que quiere decir “Ven y sígueMe”, aunque tú Me digas Sí con todo tu Amor, como tú crees. Yo te digo: tu Amor, ¡Yo lo deseo entero!  Pero tú lo compartes todavía con tus hijos, que sigues amando como una madre desconsolada: las madres de la Tierra te comprenderán, pero Mi Madre no te puede comprender, porque Ella Me ama como Yo te amo.

            Dios es Amor. Todo vuestro Amor debe entrar en El, para que El pueda realizar lo que debe hacer ahora con Sus hijos, en esta Tierra Nueva y estos Nuevos Cielos.

 

¡Amarás a tu Dios por sobre todas las cosas!

 

            Tú has llorado por tus hijos, y ellos no se aman más que a ellos mismos, no pueden ver más que para ellos. Tú, tú les amas amando también a tus hermanos en Dios. Pero hoy, Dios os pide que dejéis todo y Le sigáis, que Le améis por encima de todo.

            El, ese Dios que tú consigues comprender hoy, os ama a todos y a cada uno de la misma manera. Yo amo a tus hijos como te amo a ti misma. Pero este desprendimiento de las cosas de la vida que Yo os pido hoy, implica todo el apego que es vuestra misma vida terrestre: los bienes materiales, el amor de esta vida con todos vuestros amores, incluso el de vuestros hijos, que son el Fruto de Dios.

            Cuando Yo dije: “¿Quién es Mi Madre? En realidad, ¿quién es Mi familia? Para Mí, es aquél que hace la Voluntad de Mi Padre que está en los Cielos” (Mt 12, 48 y Mc 3, 34). Para hacer la Voluntad de Mi Padre, vuestro Amor debe ser semejante al del Hijo de Dios y al de Mi Santa Madre por Su Hijo Santísimo. Este es el Primer Mandamiento:

 

Amar a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo.

 

            Adorar a Dios no consiste únicamente en pasar algunas horas delante del Santo Sagrario. Dios, que está en vosotros o en camino de venir a habitar en vosotros, gracias al Espíritu Santo, en acción poderosa en el Mundo, desea esta Adoración continua en vosotros. Porque, de un momento a otro, seréis llamados a nacer de nuevo, al recibir la Vida espiritual de Dios, Padre Espiritual.

            Los que son engendrados espiritualmente, deben crecer espiritualmente en la Gracia y en el Conocimiento de Cristo, que hoy viene a prepararos.

            San Pablo: “Sí, voy a revelaros un misterio: No todos moriremos, mas todos seremos transformados. En un instante, en un abrir y cerrar de ojos, al último toque de la trompeta, pues ella ha de tocar, los muertos resucitarán incorruptos, y nosotros, seremos transformados. Es necesario, en efecto, que este cuerpo corruptible se revista de incorruptibilidad, y que este ser mortal se revista de inmortalidad” (1Cor 15, 51-53)

            Algunos piensan que vivir es continuar desperdiciando estas horas de Gracia en frivolidades, mientras que Dios ha esperado 6.000 años para que el hombre pudiese comparar los frutos que habría traído la vía carnal , que él mismo había escogido, con esta nueva Oferta que Dios le propone: las Alegrías sanas que el Reino de Cristo, con Sus Santos, le trae.

            La Tierra será llena del Conocimiento del Eterno, como el fondo del mar por las aguas que lo cubren” (Is 11,9). Y Joel habla de la Efusión del Espíritu Santo para la Era Nueva y el Día de Yahvé:

            “Después de eso (el fin del Flagelo), Yo derramaré Mi Espíritu sobre toda carne…Todos los que invocaren el Nombre de Yahvé serán salvos” (Joel 3, 1-5).

            Es por eso que Yo os hago llevar, en vuestro cuello, Mi Nombre JESUCRISTO, si tal fuera vuestra elección, para el gran Día,

 

el Día de Dios.

 

JESUCRISTO