DIOS NO HACE NADA SIN AVISAR

*******

 

12 de febrero de 2007.

 

 

JESUS:

            Yo continuaré mostrándoos Mis riquezas, que serán también vuestras, si Me aceptáis. Algunos las considerarán sin valor, a causa de aquellas que ellos poseen en esta Tierra: el oro, el dinero, las piedras preciosas, todos los bienes materiales que parecen inagotables, todo ese lujo pesa a sus ojos mucho más que una Vida Eterna junto a Dios. ¡Y esta elección es terrible!  No se debe preferir un “bello” paquebote, a una barca “sin valor” cuando en ella Se encuentra el Santo Dios de todo el Universo.

            Entonces, hija Mía, es evidente que, si Yo dejo a este Mundo reflexionar por más tiempo sobre lo que pierde y sobre lo que puede ganar con Mi escogencia entre las manos, el Mundo puede continuar rodando, aún por largo tiempo, en ese desequilibrio que lo arrastra inevitablemente hacia la muerte segura de toda la Creación, con todas sus criaturas. Poco a poco, vosotros probaréis la desgracia hasta el fin.

 

Yo os dejo aún este último momento de reflexión.

           

            No penséis que tenéis el derecho a la elección y que el tiempo para esperaros es ilimitado. El joven rico del Evangelio deberá despertarse hoy mismo, porque todo su bien puede evaporarse esta misma noche.

 

Todos los Pueblos se encuentran hoy ante este dilema.

           

            Todos vosotros estáis ya ante Dios, como vuestros primeros padres: ¿escogeréis Mi Árbol de Vida con todo lo que Yo os prometo, o continuaréis comiendo de ese Árbol del conocimiento, cuyos frutos comienzan a tener un gusto amargo, ese árbol, cuyas raíces casi han agotado las riquezas de Mi Tierra, a causa de vuestra avidez en coger, sin descanso, el fruto prohibido?

            Vosotros, todos, toda la Tierra, todas las Naciones, habéis comido sin vergüenza, de ese fruto. Extendiendo vuestro brazo, habéis conseguido hartaros, dejando a los pequeños, los débiles, fuera de esa repartición salvaje, no equitativa. ¿Qué haréis vosotros, ahora, con todas vuestras riquezas mal habidas? Porque, para Dios, el provecho debe ser repartido entre todos, para que cada uno tenga la misma parte.

¿Vais a cambiar?

            ¿Seréis capaces de venir a Mi Mesa y compartir, Conmigo, el banquete del Rey que os invita, a cada uno de vosotros, a venir junto a Mí? ¡Reflexionad pronto!

 

JESUS de Nazaret.