LOS VIERNES DEL MES DE NOVIEMBRE

SON LA MEMORIA DEL VIERNES SANTO

*******

 

3 de noviembre de 2006.

 

JNSR:   Mi Dulce JESUS, en este viernes, ¿queréis Vos hablarme? Yo espero Vuestra Palabra y Os agradezco.

 

JESUS: En este viernes, tú escribirás lo que Yo te dicte para todos Mis hijos.

            El viernes es el día de la semana en el que cada uno debería guardar este piadoso recuerdo, lleno de respeto. Ese fue el día de Mi Santa Muerte en la Cruz, el día de Mi Santo Sacrificio cumplido: Viernes Santo.

            El viernes ¿podríais concederMe un pensamiento, un gesto, una ofrenda, una hora de silencio como recuerdo? Yo apreciaría como la más bella ofrenda, una rosa que ofrezcáis a Mi Santa Madre, en memoria del Don maravilloso que Ella hizo al mundo en ese Viernes Santo. Ella os ofreció a Su Divino Hijo, vuestro Salvador JESUCRISTO en Su Cruz de Amor.

            La vida es una eterna evocación, un Camino de Cruz con un poco de alegría y mucho sufrimiento. Por lo tanto, este mes de noviembre no debería ser triste para cada uno de vosotros, porque él es también la Esperanza.

            Vosotros conocisteis Mi Santa Encarnación. Por el Fiat de Mi Santa Madre, el Espíritu de Dios La cubrió y, en el Seno Puro, Virginal, Inmaculado de la Virgen MARIA, el Verbo Se hizo Carne y habitó entre vosotros. La Flor de Dios nació en este mundo para morir en Su Cruz de Amor en su plena florescencia.

            Este Corazón Divino, que contiene el Tesoro del Padre, tal como un vaso de cristal, estaba listo para explotar en Su Cruz por la Fuerza de Su Amor. Bastó la punta de una lanza para que, de este Sagrado Cáliz, se derramase como un torrente, el Agua Purificadora y la Sangre Preciosa que El Mismo ofreció a Su Padre. El Padre aguardaba el Don maravilloso de la Vida Sublime de Dios, que Solo el Hijo de Dios hecho Hombre Le podía dar, para la Salvación del hombre y la Vida del Mundo futuro. Esta Sangre, que es Amor, Perdón y Resurrección, es la Vida que Dios ofrece a cada hijo que reconozca a JESUCRISTO como el Único Salvador del Mundo.

            En el Cielo, Nosotros esperamos la Santificación futura de la Nueva Tierra, que vivirá conjuntamente con los Nuevos Cielos, que se abrirán para dejar pasar la Santa Luz de Dios, que es Día Eterno. Como la Santa Hostia de la Sublime Eucaristía puede pasar, a través de un Sacerdote, de un Pope (1), de un Pastor, impuros o perjuros, porque la Santa Luz de Dios está hecha de Su Pureza, que es indestructible e igual a Su Poder.

            Cuando Mi Justicia, que es Gracia, conceda la Santa Comunión entre el Cielo y la Tierra, el hombre habrá reencontrado, por sí mismo, el Camino de Dios, porque ya habrá recibido la educación del Amor. Para llegar, por la Escalera de Jacob, sería necesario que el combate se terminase, por la victoria del hombre sobre sí mismo. Y esto es lo que Nosotros esperamos.

            Esto sucederá cuando vosotros os dejéis atravesar por la Luz Divina. Vosotros sois como pequeñas moscas que, después de haber tocado en todas las suciedades, desearían tratar de estar limpias para aspirar a un alimento más conveniente. Y, en lugar de buscar un agua clara para lavarse, van a llenarse sus patas sucias en un azúcar blanco, para hacer creer que son más dulces, más conformes a la limpieza y a la pureza.

            “Manso y Humilde de Corazón”, Solo Cristo puede decirlo. Y por Mi Camino, Yo conduciré a todos cuantos no se han rehusado, porque será allí donde comenzará vuestra Transfiguración, que JESUS vendrá a concluir después de la Gran Evangelización.

 

JNSR:   Dios me ha dicho: “durante la escritura de este libro, tú oirás hablar de algunos milagros”. Y yo me sobresalto hoy, al oír lo que pasó el primer día en que comenzamos este libro. Acabo de saber, mientras que las moscas se escurrieron por este texto:

            “un buen Sacerdote, que celebraba su Misa, vio caer una mosca en el Cáliz donde el Vino acababa de ser consagrado. No sabía que hacer para retirarla, cuando ésta desesperada voló, llevando en sus patas mojadas la Sangre de Cristo.

            “¡Horror!”, dijo para sí este buen Sacerdote. Celebró toda su Misa y, después, vio, no lejos del Altar, la mosca que yacía con las patas hacia arriba. El se puso de rodillas, la tomó y la tragó, respirando entonces aliviado. Ninguna gota de la Sangre Preciosa se perdió”.

            Mi Padre, todo el Cielo os bendice. Por vos, una multitud de pecados contra la Santa Eucaristía acaban de ser lavados por Aquél que es el Santo Sacerdote por excelencia,

JESUCRISTO

 

 

 

 

(1) Sacerdote de la Iglesia ortodoxa griega (n.d.t.e.)