YO OS DOY LA ENERGIA EVANGELIZADORA

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Lunes 16 de octubre de 2006.

 

 

JNSR: Señor, ¿qué deseáis decirme hoy? Yo Os escucho, mi Dios.

 

JESUS: Dios está Presente en todo. Yo escucho vuestras palabras de Amor, ellas se inscriben en el aire, ellas vuelan desde vuestro corazón como mariposas de todos los colores. Llevadas por las ondas de vuestro Amor, ellas llegan a Mí como notas de dulce música. Y lo mismo sucede con vosotros, quienes Me oís siempre que Yo os hablo. Las ondas se llenan de flores de palabras. Dios sabe quien las ha pronunciado, igual que vosotros sabéis, cuando Yo os hablo, quien es vuestro Adorable Interlocutor.

            La difusión puede ser más o menos luminosa y colorida. O nula y malévola: entonces, cuando ella no es conforme con el Cielo, los Santos Ángeles la ocultan en sus sedosas alas para evitar que ella Me llegue y que Yo sea ofendido. Pero Dios es Magnánimo, Yo Me debo informar. Nada Me puede quedar oculto, para que Yo pueda prodigar, sin cesar, Mi Auxilio al pecador.

            En la Santa Misa de este domingo, el Sacerdote leyó el Evangelio del joven rico. Este buen Sacerdote, con quien tú te encontraste después de la Santa Misa, ha experimentado una gran alegría al escucharte. Ese momento de intimidad con el Cielo os ha reunido y ese encuentro, armonizado por la Santa Palabra de Dios, fue sentido por el Cielo, que ama tomar parte en la Alegría de los hijos de la Tierra que pertenecen a Dios y que viven de Su Palabra.

            Incumbe a cada uno de vosotros, herederos de la Revelación, hacer vuestro trabajo: sembrar sin cesar la Buena Semilla. El Sacerdote no debe ser la voz que se pierde tras cada Misa. Vosotros sois todos responsables de elevar esta Voz y de llevarla a todas partes. Sabed que Mi Triunfo está aquí en el Cielo, y vosotros, ¿habéis hecho todo lo necesario para ver Mi Triunfo en vuestra Tierra?

            Para que reencontréis la Omnisciencia de Dios, orad, ORAD con todo vuestro corazón, para tener el valor de los Apóstoles, que pasaron por el Martirio, para reconducir a todas la Ovejas, dispersas en su tiempo, hacia el Verdadero y Único Pastor, JESUCRISTO.

            Estos sanadores de almas recibieron todo el Poder de Dios, para cumplir lo primero que les había sido pedido y que ellos sentían en lo íntimo de su corazón.

            Yo estoy listo para colmar al hijo perseverante de hoy, que será así Pastor en el Santo Aprisco de Mis almas benditas:

 

Yo Mismo os daré la Energía Evangelizadora.

 

            Y ante todo, Yo os pondré esta indispensable condición, para hacer de vosotros Mis apóstoles bienamados:

“Si tú Me amas, no mires lo que dejas tras de ti. Ven y sígueMe.

Yo haré de ti un Pescador de hombres”.

JESUCRISTO.