NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES
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15 de septiembre de 2006.
JNSR: “Señor, no tardéis en venir, el mundo tiene miedo. Venid a hablarme,
Señor. Que se haga Vuestra Santa
Voluntad. El mundo está atemorizado, venid Señor JESUS. Abrid mi corazón a
Vuestra Palabra, que yo escuche Vuestra Palabra de Vida”.
JESUS: Escuchad todos, Yo estoy Presente en cada uno de
vosotros; ¿por qué no Me llamáis todos juntos: “¡Ven, Señor JESUS!”? ¿Por qué es tan difícil recurrir a
Pero vuestro corazón
está vacío de Esperanza y, como una veleta, se vuelve a todos lados, sin saber
donde está la elección correcta: ¡Yo
estoy ahí! No huyáis del Sufrimiento
que esconde
Yo os digo: de qué
sirve inclinarse hacia el sufrimiento aparente, cuando el más infeliz será,
precisamente, quien piensa así y no el oprimido por las enfermedades; el juez
será perseguido, más allá de la muerte terrestre, por la sentencia divina,
mientras que el Inocente recuperará Su Cuna divina: los brazos de
Sí, hombres y mujeres desprovistos de sensibilidad
amorosa, vosotros consideráis bueno desembarazaros de los fetos llamados a
vivir, porque ellos serían un estorbo para las futuras madres, que rechazan
esta carga molesta, en una sociedad desenfrenada, ávida de gozar todos los
placeres de este mundo. Ellas prefieren una vida sin preocupaciones, tranquila
y sin hijos.
El hijo es el futuro de este mundo que Yo voy a ofrecer a una sociedad
digna de llamarse nueva, aspirando a Mi Santa Justicia, en un mundo
radiante del Amor compartido entre
todos los hijos de esta Nueva Tierra, en la que los Cielos se reflejarán, a causa de su Pureza reencontrada. Y he
aquí que Mi Tierra, Yo la poblaré y
vosotros la veréis, como Yo ya la veo, ¡radiante
de Santidad! Pueblo de Dios, Honor de los Santos, Refugio del Amor donde
todos los sufrimientos serán transformados en Alegría.
Pues Dios ha escogido
para poblarla, a esos mismos que, como antiguamente, han venido a Mi Banquete,
esos que jamás han tenido vergüenza de Mí. Porque Yo estaba en los oprimidos,
los rechazados, los sin-derechos, los enfermos, los discapacitados, los
desamparados que vivían de limosnas, los hambrientos, los prisioneros de leyes
infames. Yo era para ellos el refugio, la madre que consuela, el país que
acoge. Yo era el médico y el medicamento para su miedo, su pena, su
sufrimiento.
Yo era… precisamente
lo que Yo os pido que seáis hoy, todos y cada uno, si queréis, también
vosotros, venir a Mi Banquete real, comer en Mi mesa, compartir Conmigo, con
ellos, lo que Yo os doy hoy, y vivir en
esta Tierra Nueva, rodeada por los Cielos Nuevos que vienen a unirse a
JNSR: Oh, Madre del Divino Amor,
¿cuando volveréis a visitarnos?
MARIA: Vuestro Señor JESUS está a la espera, tal como Yo, Su
Divina Madre. Hija Mía, aquí, junto a Dios, el tiempo no se mide más que por el
Amor.
Cada uno de vosotros,
comience por perdonar, pidiendo primero Perdón a Dios, que os ama, y a vuestros
hermanos. Dad vuestro Amor sin medida. ¡Amaos,
los unos a los otros, como Dios os ama!
JESUS y MARIA
En el Amor de
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