LA PURIFICACION OS INVITA

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20 de junio de 2006.

 

 

JNSR:   ¿Qué hemos hecho, Señor? ¿Qué podemos hacer ahora?

 

JESUS:  Yo he venido a encender un fuego sobre la Tierra. De este fuego, no quedan sino pequeñas brasas, y el fuego se propaga, a pesar de que muy pocos han tratado de mantenerlo encendido. Si el Mundo no viene a Cristo JESUS, todo está perdido. Porque tal es la Voluntad del Padre: todo se hará por JESUS. Fue por JESUCRISTO que Dios ha creado todo, tanto en el Cielo como en la Tierra, lo visible como lo invisible. Con El, el espíritu se hace Espíritu, la carne se glorifica, las almas son invadidas por Su Alma Divina. Esta verdad, vosotros la vivís ya en la Santa Eucaristía.

            El Cristo JESUS existe desde toda la Eternidad, con Nuestro Padre y el Espíritu Santo, antes de Abraham y de Adán, el primero en ser creado. Por este primer hijo de la Tierra, ese hijo que hizo venir el pecado a la tierra virgen, el Cristo, en reparación de aquella falta, debió dar la propia Vida: Dios es crucificado.

 

Dios Se hizo Hombre para salvar al hombre.

 

            Dios sigue reparando todas esas faltas que nunca han cesado de inundar este mundo, transformando la tierra de Dios en un inmenso muladar de faltas todavía no perdonadas, porque el hombre se esconde tras una inocencia blasfema, por la absolución que se da a sí mismo. Y esto de siempre, desde el origen del mundo.

            Vosotros jamás habéis tomado en cuenta Mis advertencias. El Cielo frecuentemente ha descendido hacia vosotros a través de apariciones y vosotros no habéis hecho más que despedazar esta cadena que os vuelve a unir al Cielo. Los mensajeros tropiezan sin cesar con vuestra negativa, al renovar el Llamado que viene de lo más alto: de la Santa Voluntad de Dios que vuelve a unir la Tierra al Cielo.

            Vuestro ser, Yo lo he colmado también de una parte de Mi Cielo, para que los Ángeles os pudiesen visitar, pero poquísimos Ángeles reciben vuestro llamado: vosotros permanecéis mudos. Por el Amor de Dios, vosotros tenéis este don de compartir con los Ángeles la Esperanza y la Protección del Cielo. Pedidles que vengan a ayudaros, no por necesidades materiales, sino para lo que ellos mismos están, al Servicio de Dios y de los hombres. Y ellos os proveerán los bienes materiales, si estos fueren necesarios a vuestra vida, porque Dios les escucha. Los Ángeles ven también vuestras almas. Ellos se complacen en aquellas que están enteramente entregadas a Dios.

            Y Yo, JESUS, os hablo de los Ángeles. Ellos ven vuestro cuerpo de Resurrección y, aunque ellos tengan, a veces, deseos de corregiros, ellos no os dan más que el remedio.

            Ellos hablan al alma, a ese cuerpo espiritual que ven y que les entiende sin que vuestro “yo actual” lo perciba: “Permaneced unidos a Dios. Tened Confianza en Su Santa Palabra, ¡El os ama tan generosamente! Guardaos del pecado que destruye vuestra Esperanza. ¡Orad con la Santa Madre de Dios!” ¡Oh, qué bellas Palabras!

            En vuestro nacimiento sobre la Tierra, vuestro cuerpo visible es unido a su doble, que está destinado a vivir la Eternidad con vuestro Dios. La primera precaución que debéis tomar, es amar a Dios y adorarLo, es escuchar a vuestro prójimo, que es otro vos mismo a los ojos del Eterno. Vosotros sois todos Sus hijos y Su Amor es igual para cada uno de vosotros.

            Vuestro cuerpo de carne vive con vuestro cuerpo espiritual en una buena armonía, siempre que los dos están de acuerdo. Porque el Espíritu de Dios ama habitar en un cuerpo espiritual exento de pecado y que se convierte en una verdadera capilla ofrecida a Dios, que ama reposar en ella. Entonces, vuestro cuerpo de carne se hace el hospedero que acoge a Dios y vuestro cuerpo espiritual la capilla que recibe a Dios en toda Su Verdad. Porque todo es de Dios, tanto vuestro cuerpo como vuestra alma. La Pureza es el más bello adorno para vuestros dos cuerpos.

            Es, en previsión de vuestro nacimiento sobre la Tierra (que será vuestro segundo nacimiento, vuestra encarnación) que los dos cuerpos se juntan. Vuestro Dios, generoso y bueno, confiará ese maravilloso cuerpo espiritual venido del Cielo, Don de Dios, a ese cuerpo de carne, dado por la carne. Los padres podrán decir: “tú eres carne de mi carne”, pero jamás: “tu espíritu es la obra de mi espíritu”. Y hasta vuestra carne, por la Gracia de Dios, si Me prestáis atención, va a hacerse cada vez más espiritual, vale decir, más espíritu que carne.

            Los grandes Santos han deseado de tal manera, ya en la Tierra, hacerse más espíritu que carne, que alcanzaron el Cielo a su muerte con un cuerpo totalmente espiritual. Esto es tan cierto, para esos grandes Santos, que en este mundo nadie ha podido encontrar sus restos mortales, porque ellos fueron ascendidos al Cielo en el Fuego de Dios, Palabra del Señor.

            Todo lo que la carne pueda donar al espíritu es una ganancia para la Eternidad. Dios os conduce a esta gran Purificación. Cuando vosotros os dejáis invadir por la Gracia de Dios, vuestra alma (vuestro doble, o vuestro cuerpo espiritual, visible solamente del Cielo por aquellos que están en Dios, los Santos y los Ángeles, así como las santas Almas) vuestra alma, entonces, acoge la contemplación de la Verdad, la intuición, que es falible si ella no es alimentada por la Oración, la Oración del corazón.

            La intuición verdadera es el Arco Iris que conecta el Cielo a la Tierra, que os pone en relación con Dios. E igualmente, con la Santa Mamá que os aconseja, con los Santos y con los Ángeles que os conducen por el buen camino.

            Así, si vuestras almas ya están totalmente donadas a Dios, a un grado conocido solamente por el Cielo de Dios, vosotros seréis aconsejados, guiados, informados por la Santa Voluntad de Dios que habita en los Santos, en los Ángeles, en las Almas Santas. Y, a un grado más alto, seréis informados por Dios y la Santa Virgen MARIA. Amén.

            Pedid la perseverancia para conducir ya, en este mundo, vuestra alma hacia las Alturas Eternas de Dios. Permitid a vuestro espíritu conducir vuestro corazón de carne, y no a la inversa. Desprendeos de los bienes materiales. Es tiempo de realizar la conquista del Cielo, Amén, porque he aquí la Purificación. Amén.

 

Dios en Sus Santos y en Sus Ángeles.

Amén.