LA ALEGRIA ES LA FLOR DE LOS SANTOS

*******

 

            16 de mayo de 2006.

 

 

JNSR:   ¡Señor! Yo siento necesidad de oirOs mucho más que de alimentarme de pan. ¡Habladme, mi Dios! Gracias, Os escucho.

 

JESUS: Para vosotros el tiempo pasa demasiado de prisa, y lo cierto es que habéis desperdiciado el tiempo que pasa: ya no es tiempo de esperar sin reaccionar. Debéis dedicaros a comprender mejor y a recordar todo lo que Yo ya os he dicho.

            Reunid a vuestros hijos, vuestros parientes, vuestros amigos. Dejad venir a Mí aún a aquellos que no conocéis: si están ahí, es para escucharos hablar de Mí. El Espíritu Santo os guiará. Dios ama a todos Sus hijos, y para Dios ninguno es desconocido. Hoy, Yo debo deciros que la búsqueda de la Oveja perdida no ha terminado, porque ella Me pertenece y Yo la amo.

            La memoria viva de vuestro origen vendrá a suplir la vuestra, porque Mi Palabra es para la Eternidad: vosotros os debéis servir de ella. Las Alegrías, que vosotros recibís en vuestro interior, son el reflejo de los gozos de los Santos, conocidos y desconocidos, que vienen a visitaros trayéndoos la Alegría del Cielo. Entonces, vosotros sonreís y esa sonrisa, que se ve en vuestro rostro, viene de vuestra alma. Ella es interior. Vosotros sonreís porque la Alegría es la Flor de los Santos.

            Y todo lo que hacéis de bueno sobre la Tierra, es ventajoso también para el Cielo; así, la Comunión y la repartición de las Alegrías se hace en los dos sentidos. Regocijaos cuando el Cielo os responde con su Sonrisa: es la respuesta a vuestras buenas acciones.

            Pero debéis temer a la tristeza, la contracción de una sonrisa perdida que se hace mueca en todo vuestro cuerpo hasta haceros enfermar. Porque no habéis sabido dar, y ni siquiera comprender el mal de vuestro rechazo: habéis dejado vacía la mano de aquél que, tímidamente, os la tendía. Y aquél día, él partió a la deriva hacia la playa infernal donde se vuelven a encontrar todos los olvidados de vuestra sociedad, los alcohólicos, los drogadictos, los sin familia. Entonces, el peligro será tanto para ellos como para vosotros. ¡Los olvidados y el Cielo no habrán ganado nada!

            Los poderosos de esta Tierra manipulan al Estado y a los hombres del pueblo como si fueran marionetas. Se transfieren a sí mismos todo el dinero, y la miseria se extiende de continente a continente sobre todo el planeta, matando todas las civilizaciones. Y entonces, he aquí la inmigración: aquí se la sofoca, allí se la mata.

            ¿Qué fuerza humana podrá resistir teniendo la puerta cerrada ante semejante invasión que busca asilo ahí donde ya se construye una nueva prisión? Porque, si vosotros no lo sabéis, Yo os lo digo: pronto, todos vosotros seréis prisioneros, no del dinero que es simplemente el cebo de aquél que es el espíritu del Mal, y que os conduce ya hacia su antro infernal. Aquél que prepara, con su sociedad y sus secuaces, un Poder diabólico en esta última explosión económica que hará temblar el Cielo, llamando sobre la Tierra una rebelión apocalíptica, que ciertamente tendrá lugar, porque nadie puede burlarse de Dios.

 

Contra este poder satánico,

Dios reacciona con Su Ejército divino y os dice:

“¡Es la Hora!”

 

El Eterno os habla. Amén.