EL SECRETO DE MIS CRUCES DE AMOR

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Noche del 31 de diciembre al 1 de enero de 2006.

 

JESUS: Yo he guiado tus pasos, como a un hijo que comienza a caminar. Yo no he querido que tú siguieses pensando o reflexionando con el espíritu cerrado del hombre viejo. Yo te he abierto a Mi Amor Vivo, Mi Dulce y Sagrado Corazón. La Vida es amar y perdonar. Así se abre la Verdadera Vida en Dios, la Puerta de Dios.

            Yo quise que tú estuvieses presente, a Mi escucha, y tú has olvidado al Mundo, para oirMe y obedecerMe. Te separé de todas las ataduras o apegos de la Tierra y tú te conformaste, aceptando tu sufrimiento como Mi más bella prenda, porque ella es la consoladora del alma: sin ella, de ningún modo habrá verdadera comunicación con Dios.

            Y tú apreciaste de tal forma Mi Santa Palabra, que te hice Mi mensajera y te confié los secretos de la Vida Divina, que son verdaderas llaves para los hombres. ¿Lo saben ellos?

            Mi último Secreto, ofrecido como prenda del Santo Nacimiento de tu JESUS de Amor, en este Aniversario del fin de 2005 y al comienzo de la Esperanza en Dios de 2006, fue en el que tú misma te diste cuenta de cómo te ama Dios para haber movilizado, por Mi Palabra, a todos tus hermanos que participan en la Elevación de las Cruces de Amor en toda la Tierra. Cuan preciosa ha sido esta intervención mundial para mover el corazón y el espíritu de los hombres y a Mi propia Iglesia. He aquí la prueba dada por Mis Obispos y Mis Arzobispos de Italia que vosotros mismos oiréis con alegría. Y es que como Francia, también ella, se anticipa.

            Mi Secreto de Navidad te dirá: “Paz a los hombres de buena Voluntad”, porque he aquí que Dios asocia a la hija inocente a Su Plan de Amor. Dios no tiene más que una Palabra y ella es de Oro. Todo este trabajo de los millares de Cruces en el Mundo con la última Cruz de Naju, toda esta Evangelización con las Cruces de Amor, todos Mis Obispos que Me siguen, todo eso es para conquistar vuestra obediencia contra el pecado de este Mundo y elevarMe en Mi Cruz Gloriosa de Dozulé.

Amén