LA CRUZ DE LA IGLESIA

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22 de noviembre de 2005 - Santa Cecilia

 

JESUS: El Sacerdote enfermo, que sufre como si estos días fuesen los últimos, está ligado a su Iglesia. ¿Qué puede sufrir un verdadero Creyente en la Iglesia?  Lo que le falta a los Sufrimientos de la Cruz, dirá San Pablo.

Esta Cruz, tan pesada para el Mundo de hoy, es la Cruz de los incrédulos, de los enemigos de la Iglesia, de los vanidosos que se burlan, sin saber que la Iglesia es vuestra Madre, aquella que os debe consolar, aquella que vosotros mismos debéis defender. La Iglesia es la Madre y la Cuna, es la Virgen y el Niño Santo. Ella está en los brazos de la Madre Santa e Inmaculada. Y la Inmaculada la mira como a Su Niño.

En verdad, es ella, la Iglesia de Cristo Su Hijo la que debe reunir a todos sus hijos, de todas las razas, de todas las religiones. En efecto, la Unión, es el Hijo de la Virgen María, es El quien la hará.  El Mismo lo dice: la Unión, soy Yo quien la haré. Sólo el Amor puede unir todo por la Cruz del Bienamado.

 

En verdad, hay un solo Dios, así como una sola Cruz.

 

Todas las Cruces, bendecidas por Mis Santos Sacerdotes, van a poder contarse. Yo Mismo multiplicaré por cien, por mil, las Gracias de aquellas que fueron levantadas por el Amor de Dios, sin esperar el beneficio personal de su irradiación. En verdad, Dios da Su Sol de Gloria, tanto a los buenos, para hacer fructificar sus talentos, como a los malos, para que sean los Testigos de Su propia Resurrección. En efecto, Dios transforma todo lo que es malo, para convencer a todos Sus enemigos de que Dios es Bondad y Misericordia. Y que la cizaña, por la Mano de Dios, puede también pasar a ser la buena Semilla.

Con Dios, con Su Amor, todo es posible. Amad a Dios, para que Dios os dé Su Amor, que es Paz y Alegría.

Vuestro JESUS Salvador

Amén.