VUESTRAS ARMAS SON MI PALABRA Y MI SANTA VOLUNTAD

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21 de septiembre de 2005.

 

JNSR: Señor, ¿queréis decirme alguna cosa para todo el mundo? Yo Os escucho, Señor. Perdonadme que venga siempre a halarOs por el manto. Yo gusto de oirOs; gracias, Señor.

 

JESUS: Ven a oirMe, que Yo quiero hablarte. EntretenerMe contigo, es entretenerMe con todos. No temas importunarMe, que no haces mal alguno. Yo te he dicho que en breve el Cielo se cerrará. Y así mismo será. Sólo que, cuando Yo tenga que manifestarMe a todos, cuando, al descender de las nubes, Yo Me haga anunciar, no tengas ningún miedo, que tú misma Me oirás. Yo no quiero sorprenderos, porque ese preciso momento, lo espero Yo Mismo impacientemente con todos vosotros.

Muchas cosas deberán suceder todavía, en vuestra Tierra prisionera del Mal. Yo Mismo os defenderé en la última batalla, porque Nosotros venceremos juntos, a fin de que el Mundo lo recuerde por siempre y no vuelva a jugar más con el Amor Infinito de vuestro Dios Soberano, Único y Verdadero.

Hija Mía, no basta decir simplemente: “¡Señor, Señor!”; debéis haceros más serviciales en todo, para que se reconozca en vosotros que sois Mis discípulos, Mis hermanos. Hija Mía, recuerda siempre que es Dios Quien escoge a Sus hijos, Sus amigos, Sus hermanos.

Los elegidos de Dios deben obedecer y conformarse con todo pedido venido de Dios. Vosotros sois Mis soldados, y vuestras armas son Mi Santa Palabra y Mi Santa Voluntad, porque Dios no puede engañarSe ni engañaros. La información del Cielo viene a vuestros corazones. Como en el Arca que Mi Pueblo traía al salir del Exilio, hasta la Tierra Prometida, dos Querubines son colocados delante del corazón que recibe Mi Palabra. En verdad, la Palabra de Dios, es Su Verbo, es Su Hijo Vivo, el Enviado de Dios.

 

JESUCRISTO.