YO SOY EL MOVIMIENTO PERPETUO
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Sábado, 17 de septiembre de 2005.
JNSR: Señor, DIOS, Os pido
humildemente, por Vuestro Espíritu Santo, que nos concedáis lo que es necesario
para este tiempo nuestro. Nosotros Os lo agradecemos.
EL ETERNO: Tú eres audaz y temeraria, mas Yo amo a Mis
hijos que tienen la preocupación de llevar Mi Palabra donde Yo lo pido. La
cadena en la que se inscribe Mi Palabra, con el concurso de Mis hijos
escogidos, es apoyada por Mis Santos Ángeles. Ella constituye, por sí sola, una
sensible propagación, que se extiende a donde Yo lo deseo. Agradeced a Dios,
que Se sirve de Sus Obreros precisamente donde ellos son más eficaces y según
su capacidad.
Yo Mismo os concederé la gracia
de sensibilizar a los poderosos.
Es necesario que sea así. No es cuando el peón cae por
tierra que es necesario levantarlo, lo es mucho antes de eso. Debe ser activo,
rápido, creativo y productivo, como si tuviese cuatro pares de ojos: uno al
frente, otro atrás, y uno a cada lado. Debe prever y estar pronto para rechazar
lo que es nefasto y falso, estar dispuesto a retener lo que es bueno y
provechoso para su País y para las otras Naciones. Porque todos vuestros
hermanos se encuentran diseminados por el mundo.
Es tiempo de que todos los espíritus comprendan que
Dios es el único Motor que pone a funcionar todos los movimientos. Si vosotros
Me forzáis a parar, rechazándoMe, en breve todo se paraliza.
Yo soy el Movimiento Perpetuo.
Yo soy
Yo soy
Ahora, las Naciones andan todas
a la deriva.
Ellas mismas se dejan seducir. Se hunden y ya no
pueden subir a la superficie, prefiriendo naufragar con sus habitantes, a
confesar su incapacidad. Caminan en una noche verdaderamente espesa, sin
encontrar ninguna posibilidad de auxilio. ¡Ah! Sí, algunos desearían gritar: “Vosotros os habéis olvidado de Dios, es
justo que ahora EL nos olvide”. Mas la conveniencia
y comodidad está de moda; y lo mejor será entonces callarse y no provocar
las conciencias que terminan por dormirse, con la ilusión de que nadie se percatará de dónde procede
finalmente el desastre…
Pero hoy, si no queréis que semejante infelicidad siga
propagándose hasta la ruina de todas las Naciones, es tiempo de reaccionar, y
todos juntos: gritad vuestra pertenencia
a Dios. Levantad la cabeza, que la santa firmeza y elevación moral os
ilumine los rostros. Vuestra alma de hijos de Dios no es arrogante; ella ha
puesto toda su Confianza en Dios, el Eterno, el Padre Todopoderoso, Creador del
Cielo y de
Vuestra alma es noble. Ella pertenece a Dios. ¡No tengáis vergüenza!
¿Acaso tendréis miedo de confesar vuestra pertenencia a un Solo y Único Dios de
los vivos, al Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob? ¿Vais entonces a esperar
hasta el último minuto de vuestra vida, para reaccionar? Yo soy
Seguiré haciendo
secar la hierba que alimenta a vuestros animales, así como a las plantas
que os alimentan. Haré secar vuestras fuentes y vuestros pozos, haré subir los
mares y bajar las tierras. Viviréis días en que envidiaréis a vuestros
difuntos, hasta el momento en que gritéis, en que gritéis con altas voces:
“Dios es el Único Dios. ¡A El
Venid, aclamemos al Señor (Salmo
94).
En Su mano están las
profundidades de
y las cimas de las montañas Le pertenecen.
De El es el mar, pues Él lo
hizo,
Y la tierra firme es obra de Sus
manos.
Venid, postrémonos en adoración,
de
rodillas, delante del Señor que nos creó.
El sueño de Nabucodonosor (Dn 2, 31-45):
Fue Daniel quien describió el sueño del Rey de
Babilonia, que había destruido el Reino de Judá.
En este sueño, el rey vio una estatua colosal, con la
cabeza de oro, el torso y los brazos de plata, el vientre y las piernas de
bronce, y los pies, mitad de hierro y mitad de barro. De la montaña, se
desprendió una piedra que fue a golpear los pies de la estatua, partiendo con
facilidad el barro. Toda la estatua se desmoronó y destruyó. La pequeña piedra
comenzó a crecer, al punto de llenar toda
Este sueño indica los
acontecimientos que están por venir en el Fin de los Tiempos.
Todos los reinos se desmoronarán hasta
Dios, el Eterno.
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