OS HABLA LA
SANTISIMA VIRGEN
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5 de septiembre de 2005.
MARIA: Yo soy la Mamá Bendita de todos Mis hijos. Estad atentos a lo que os
vengo a decir:
Hoy, el combate es decisivo para cada uno de vosotros.
Y, en este combate verdaderamente inhumano, vosotros no podréis NADA sin la Ayuda del Cielo. Pero, ¡ay de Mí! Vuestro Soberano
Dios Eterno os contempla sin intervenir… El combate es desigual, porque
vosotros mismos habéis faltado a vuestro más elemental deber: reconocer a vuestro Salvador, JESUCRISTO, Mi
Hijo Bienamado e Hijo del Padre Eterno.
Vosotros vivís una lucha sin igual, la lucha de las
Fuerzas del Mal contra las Fuerzas del Bien. La
Misericordia de
Dios asiste al mayor combate que se
ha desarrollado hasta ahora, poniendo en oposición el Bien y el Mal. Este Mal
está formado por fuerzas satánicas. El maestro de estas fuerzas es Satanás y
ahora está acompañado por todos sus demonios, que siguen aumentando en número,
a causa de la falta de Confianza en Dios,
por parte de todos los hijos de la Tierra. ¡Por ello su ejército es tan considerable!
Mis pobres hijos, ¿qué habéis hecho?... El Mal se
agrava en toda la Tierra. Comprended que este Fin de los Tiempos es un combate
desigual: Dios os mira sin poder intervenir. Esto no es un fracaso para Dios;
vosotros estáis en la Cruz del Mundo, como Mi Hijo Adorado lo estuvo,
enteramente solo, en Su Cruz de Amor.
Sólo
vosotros podréis hacer parar tan funesto combate.
Comprended que se trata de las fuerzas del Mal,
desencadenado en todas partes. Hubiera sido necesario que las Fuerzas del Bien
sobrepasasen a las del Mal. Pero las Fuerzas del Bien, que están en el Amor, son muy débiles. Mientras que las fuerzas del
Mal, que radican en el odio, exceden todo y continúan multiplicándose, como un
fermento activo, en estas horas de Dolores, en las que Satanás se alegra… Lo que Satanás ignora, es que
Dios, y sólo Dios, puede indicar al Mundo entero la Hora del Fin de los Tiempos; en efecto, Dios
conoce el tiempo permitido a Satanás para
su última tentación.
Para poner en acción la Hora del Fin de los Tiempos, solo la Humanidad está en causa: rezad, hijos Míos, sed Amor.
Que las Iglesias abran sus puertas y recen sin descanso horas y horas de
Adoración. Haced lo que pudiereis con
vuestros medios. Hablad de Dios y de vuestra Santa Madre por todas partes.
Que la Tierra, todavía intacta, sea un verdadero Altar de Misas
cristianas, para activar la Hora del Fin de estos Tiempos.
Sed Amor, Caridad, Compasión.
Reconoced a vuestro Señor JESUCRISTO, que sufrió en Su
Santa Cruz para abriros el Cielo, como todos vosotros sufriréis en vuestra Cruz
de la Tierra,
para merecer vuestra Nueva Tierra, que
será una tierra de Amor con Dios para
todos.
Santa MARIA, Madre de Dios y Madre de todos los
hombres.
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