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23 de agosto de 2005 - Santa Rosa de Lima
JESUS: Yo ofrecí Mi gran Sufrimiento de Amor a Mi Padre y
vuestro Padre en remisión de vuestros pecados. Es justamente lo que vosotros
siempre olvidáis hacer, por vosotros mismos y por vuestros hermanos:
Después, desde Mi Santa Pasión hasta Mi Santa Muerte
en
Sería necesario que tuvieseis el coraje de seguir
pecando, hasta el Fin de los Tiempos, para que el Hijo del Hombre sufriese,
pendiente del Madero del Dolor Reparador, esas largas horas verdaderamente
interminables. Descuartizado, levantado
entre el cielo y la tierra, Yo imploraba constantemente a Nuestro Padre que
os perdonase. De hecho, no sabéis, aún en la hora actual, el Mal que estáis por
haceros a vosotros mismos y, como
niños que juegan con fósforos que a fuerza de friccionarse se inflaman, seguís
jugando con
MARIA: Pueblos y Naciones, hombres de todas las razas y de
todas las condiciones, hijos de Dios, para merecer esta Tierra renovada,
purificada de todos vuestros pecados, Yo os pido que miréis a
Para que recibáis el Don de vuestra Nueva Tierra, vais
a comprender que vuestra Tierra nutricia se convirtió en vuestra propia Cruz: el Mundo construyó, él mismo, su Cruz. Y
aquellos que están en vías de sufrir más, son los Mártires de este Tiempo
Purificador terrible y Juez implacable. Los Mártires aumentan, pero aún no se
ha llegado al total de la cuenta exigida.
La Humanidad, que reúne a todas las Naciones de
JESUS: Por fin vais a comprender, todos los que pudiereis
comprender, lo que JESUS espera de Su Iglesia, de cada Sacerdote, de cada
hombre que vive en esta Tierra:
Amad
y adorad a Dios, hacedMe amar,
anunciad Mi Regreso en Gloria.
¡Haced
lo que podáis, que Yo haré el resto!
Amaos
unos a otros como Yo os amo.
Rezad,
con todo vuestro corazón, todos unidos y reunidos en el Amor de Dios. Anunciad
Mi Santa Paz en Mi Venida Gloriosa.
¡No
toquéis más ningún arma!
Con vuestro corazón, hablad el lenguaje del Amor;
vuestro hermano no es sordo, su corazón oye. Perdonaos. Soportaos. Ayudaos.
Amaos. Todo está en vías de consumirse, a
fin de que sólo las buenas acciones permanezcan.
He aquí que viene
El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo †
Amén.
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