ANTONIO ME HABLA

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12 de mayo de 2005.

 

JNSR:   Antonio, tú me haces mucha falta. Yo no quiero entristecerte o hacerte infeliz a causa de mi pena, porque te amo y te quiero feliz con todos los tuyos que ya han partido y también con mi familia: mamá, papá y todos. ¿Querrás hablarme, por favor, mi Antonio?

            Por favor, Señor, decidme si Antonio me oye y si podrá hablarme. Yo Os lo pido, Señor JESUS y Madre Nuestra Querida. ¡Gracias!

 

ANTONIO: Yo te oigo, JESUS es el Primero en oírte, todos nosotros te oímos. No debes llorar, porque nosotros estamos presentes. Respira este perfume del Cielo. Tú puedes hablar con todo el Cielo. Tú eres privilegiada por ello y aquí, nosotros rezamos por ti y por todos, sobre todo por tus hijos (y míos); ellos tienen mucha necesidad de ello, sin ninguna excepción. Perdona su debilidad, tú sabes el por qué.

            Y si Dios te deja así, sola y sin consuelo, es para modelarte aún más a Su Imagen. Sin Su Marca, tú no podrías actuar en la tierra, al Servicio de las almas. Tú ya tienes tantas cosas que te han sido enseñadas por Dios y, para que ellas sean inagotables, tú debes someterte a la Ley del Amor: Sufrimiento, participación y aceptación de lo que Dios quiere de ti.

            Si yo te dejo así, sin nada que reclamar para ti más que el Amor de Dios y Su Don de la Fe, es porque conozco muy bien el valor de tu prueba. Y aquí, tú serás más rápidamente retribuida y puedes servir mejor a Dios. Sí, yo puedo, porque te amo mucho, dejar a Dios hacerte llevar también mi carga de Amor. Yo no puedo solo, y nosotros tenemos la suerte, los que estamos aquí, de apoyarnos también en ti, porque tú eres una Roca del Cielo en tu sufrimiento aceptado.

            En el Cielo, tú descansarás después de todos tus esfuerzos. La Tierra no es esa tierra de acogida que tú esperas y que todos nosotros también esperamos un día… Tú quedas todavía para ayudar a los otros. Aun los que no ven el camino para llegar aquí, son iluminados por la Fe de los seres que fueron escogidos en la Tierra por Dios. En verdad, la Luz que está en vosotros, siempre que esté desligada del Mal, el Mismo Dios le da una Claridad o brillo que siempre está delante de los pasos de los náufragos, de los errantes de la Tierra-Cielo.

            Vosotros sois escogidos para eso, hasta el fin de vuestros días, en la Tierra. Vosotros no sois más que un puñado.

            Yo no quiero verte infeliz. Piensa que nosotros, aquí, al ver a los nuestros sufrir así, tenemos ante nosotros el Sufrimiento de la Santa Madre de Dios y sabemos que, si Ella sufrió así, es porque nada puede ser conquistado para los Cielos sin el Sufrimiento de JESUS y de MARIA, modelos de las almas del Cielo y de la tierra. Pero yo ruego para ayudarte en tu aceptación y para que el Amor y la Fuerza de Dios te acompañen. Nuestro Amor por vosotros se asemeja al Amor del Padre por Su Hijo en la Cruz y tú dirás siempre, como yo y los demás que están junto a mí, nuestras familias: “Padre, que se haga Vuestra Voluntad y no la mía”.

            Esta es mi forma de apoyarte, porque yo te amo siempre y por toda la Eternidad. Dios no te castiga. El te fortalece, para que vivamos mejor aquí, todos reunidos.

Tú eres una hija de la Santa Cruz.

Dios te ama.

 Amén.