PADRE MIO, TENED MISERICORDIA DE ELLOS
*******
11 de mayo de 2005 - Santa Matilde
JESUS: Vosotros no podéis escribir la última fase de Mi
Historia y proyectarla en vuestro tiempo actual, sin que sintáis los dolores
que Yo tengo aún, al volver a recordar la escena del acarreo de Mi Cruz. Mi
cuerpo, cubierto de llagas, escurría por todas partes y se hacía una sola
llaga, de la que corría hasta la tierra Mi
Sangre Preciosa que os salvaba. La huella sangrienta de Mis pies en la
tierra de Israel siempre es visible para Mi Padre, que continua asociando
vuestros dolores a los Míos, para salvar hasta la última Oveja. Pero Yo soy, para vosotros, aún hoy, vuestro compasivo Señor, y sin embargo
Yo soy Rey de todo el Universo.
Mi Amor es tan grande,
que sigo implorando a Mi Padre que de buen grado quiera aceptar unir Mi
Sufrimiento al vuestro, a fin de liberaros de la tentación y de conduciros por
el Camino del Arrepentimiento y llenar vuestro corazón de compasión, para que
Dios os conceda Su Perdón para siempre.
La intimidad con Dios
no es una simple formalidad. Vosotros debéis amar a Dios con todo vuestro
corazón, con toda vuestra alma, con todas vuestras fuerzas, y eso deberá verse en cada aspecto de vuestra vida.
Así es Mi Alianza,
la de
No aceptéis como un
simple deber
Error tras error,
vosotros mismos creáis vuestra Vía Sacra, como Me la prepararon Mis
contemporáneos. Esta multitud confusa, unas veces despiadada otras veces
indecisa, Me veía subir con Mi pesada Cruz, tan pesada que hacía llorar a unos
y gritar de alegría a otros, que clamaban: “¡CrucifícadLe,
crucifícadLe!”.
Hoy, vosotros os
convertís en los actores de esta nueva confusión monumental. Vosotros terminasteis por no creer que Dios
os hizo a Su Imagen. Al conocer Mi Proceso en ese tiempo falso, mentiroso y
provocador en que Yo fui juzgado, hoy, vosotros estáis en vías de aceptar lo
que vuestro propio tiempo os propone: un juicio sin valor, propuestas nefastas
y una aventura de la que jamás podréis volver atrás. De hecho, rechazando a
Dios y a Su Ley de Amor, la corriente os empuja hacia el Gólgota… que al final
termina por ser siempre Mío. Por consiguiente, precisamente como Yo, también
vosotros oiréis: “Soltad a los
Barrabases” y no oiréis: “¡Salvad a
los Cristianos!”. Y, en lugar de deciros: “Yo hoy no os conozco”, Yo no puedo dejar ir a los hijos de Dios
Padre por un camino sin salida, Mi Amor Infinito ejerce una verdadera violencia
en Mí y clama al Padre: “¡Dios Mío, Padre
Mío, tened Misericordia de ellos!”
Y
“Este es Mi Hijo Bienamado,
¡escuchadLe!” †
Amén.
†
† †