LOS NAUFRAGOS DE ESTE TIEMPO
Y YO OS DIGO: “¡VEN
Y SIGUEME”!
*******
5 de mayo de 2005 -La Ascensión
JESUS: Para el Señor, un día es como mil años, mil años son
como un día.
Cuando el Cónclave
eligió al Papa Juan Pablo II, el tiempo ya os conducía hacia el Fin de los
Tiempos. Con él, Yo quería impregnar a Mi Pueblo con una Alegría que debía
asemejarse a una remembranza. Se atraviesa mejor una lluvia torrencial con
vestidos gruesos e impermeables que desprovistos de todo cuanto es necesario. Esta prenda de abrigo es el Papa, 264º,
Su Santidad Juan Pablo II.
El es, para vosotros,
“Llevaron el burrito a Jesús, le colocaron encima los mantos, Jesús se
montó en él. Muchos extendieron sus mantos por el camino; otros, ramos verdes
que habían cortado en los campos. Y tanto los que iban al frente como los que
iban detrás gritaban: “¡Hosanna! ¡Bendito sea el que viene en nombre del
Señor! ¡Bendito el Reino de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas! Llegaron a Jerusalén, Jesús entró en el
Templo y, después de haber examinado todo cuanto Le rodeaba, como ya era tarde,
salió para Betania con los doce” (Mc 11, 7-11).
Este Santo, grande
Papa, como vuestro Señor, en las vicisitudes de Su Vida terrestre, hizo entrar
en el Templo (Mi Iglesia) con gritos
de alegría, aclamaciones firmes, a esta delirante multitud que lo seguía.
La segunda visión que
debes guardar en la memoria es ésta:
“y después de haber examinado
todo cuanto Le rodeaba…”.
El Papa Juan Pablo II, tal como su Señor,
antes de llegar a
“era ya tarde y salió para
Betania con los doce”.
Su Santidad Juan Pablo
II se debía ir para unirse a los Apóstoles del Señor, en
“Abrid
“Hijas de Jerusalén, no lloréis por Mí, llorad antes por vosotras
mismas y por vuestros hijos, pues vendrán días en que se dirá: Felices las
estériles, los vientres que no concibieron y los pechos que no amamantaron. Han
de decir a los montes: ¡Caed sobre nosotros!, y a las colinas: Cubridnos.
Porque si tratan así a la madera verde, ¿qué harán con la seca? (Lc 23, 28-31).
Con la muerte de Juan Pablo II, el Pueblo de
Dios se encuentra sumergido en la pena, en el dolor y la incertidumbre de este
nuevo Cónclave. He aquí la elección del nuevo Papa, Benedicto XVI.
Sí, ¿por qué lloráis?
Pueblo incrédulo, tened Fe. Este Papa que Yo os doy es el Papa de este Tiempo
más que incierto, que muda al punto de modificar las estaciones, que
desequilibra los elementos y la estructura de
Pero he aquí que llega
Cuando tuvieseis
necesidad del sol, él se esconderá; y cuando tuvieseis necesidad de frescor,
ahí lo tendréis mostrándose lo más fuerte posible. Y entonces diréis: vivíamos en la indiferencia y
despreocupación, y estamos ahora en la desesperación, sin que descubráis la
causa. Es que Yo Mismo os dejo absolutamente ciegos: no hay peor ciego que aquél que no quiere ver. De hecho, vosotros os mantendréis en vuestro
desprecio a Dios, que os dio mucho más que a los Náufragos del Desierto, que
comían el Maná que llovía del cielo y bebían el agua de
Moisés no pudo ver sino de lejos
Yo soy vuestro Dios
Vivo, Creador del Cielo y de
Por consiguiente, Yo
os pido que os unáis a Mi Papa Benedicto XVI, que tengáis Confianza en él.
REZAD por él, que Yo Mismo rezaré por todos vosotros. Ciertamente, Yo Mismo le informo de la gravedad de este Tiempo, y
él conoce el remedio, el único remedio capaz de salvaros del
Oídle. Uníos a él, en
en
que se encuentra en el Amor de Mi Cruz. † Amén.
†
† †