LA MISERICORDIA DE DIOS RODEA A VUESTRO PAPA BIENAMADO

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3 de abril de 2005.

 

 

JESUS: Tal como en la Asunción de MARIA, los Ángeles de Dios se movilizaron para buscar el alma del Soberano Pontífice, el hijo bienamado de la Santísima Virgen MARIA. Venido a la Tierra, él era el elegido de la Santa Madre de Dios, para conducir en esta Tierra a todas las Naciones en la Paz de Dios. El mismo dio la propia imagen de vuestro Dios de bondad. El Amor y el perdón iluminaron su vida que irradió sobre toda la Humanidad. Si el Padre acogió a MARIA, en cuerpo, alma y espíritu, El Mismo acogió en ese día de la Misericordia Divina, el alma y el espíritu de Su hijo bienamado, enteramente entregado a Dios.

            Ese dolor, esa emoción, traspasan vuestros corazones. El partió de esta Tierra. Era necesario que el volase hacia el Cielo de Gloria, porque así, todo se transforma: él pasa a ser Luz y Acción.

            Todo lo que los pueblos esperan va a suceder con la Venida de Cristo, el Maestro y Señor de la Historia. Vuestro Papa bienamado rompió las cadenas que separaban a los países de la Tierra, ellas caen poco a poco. De hecho, en el Cielo, él no dejará de suplicar a su Maestro adorado, JESUCRISTO, que interceda por Su Pueblo de la Tierra.

            ¡Esa unión viene! Paciencia, hijos de Dios, que todo se realizará según la Voluntad del Padre, tanto en la Tierra como en el Cielo. El primero y el último eslabón que ligaba a todos los humanos en esta Tierra está ya en la cima para abogar por vuestra desesperada causa, de rodillas, con la Madre de la Ternura, delante del Padre. Ellos Mismos ya están allí para suplicar al Eterno.

            El Tiempo de Dios no posee, ni constreñimiento, ni rigor. El hijo suplica y reza. Dios Misericordioso le esperaba. En nombre de todos sus hermanos, él pasa a ser el Enviado. Vosotros queríais retenerle y él quería partir, impaciente por entrar, acompañado de Aquella que es Hija, Esposa y Madre de vuestro Dios Tres veces Santo, en la Casa del Padre que lo esperaba en el umbral de Su Morada.

 

“No me lloréis, que yo estoy en la Alegría

de mi Santa Resurrección

 como el Resucitado y Nuestra Madre

de la Santísima Misericordia de Dios”.

 

Así, por tu Ángel, Dios te ha hablado.

El grano de trigo muere en la tierra,

para dar muchos frutos.

JESUS, vuestro Salvador.