Pequeños soldados de Dios

 

19 de Octubre del 2004

 

J.N.S.R.": "Señor, yo estoy muy enferma, yo Te suplico que me cures: Tú me habías prometido curarme y sin embargo me has dejado sufrir hasta sentir mi agonía. ¡Y yo he clamado!".

JESUS: "Cuando un rey llama a su ejército, él escoge las mejores unidades, los soldados que le son fieles y generosos; no hay ningún desertor porque la palabra de un verdadero soldado basta, él tiene la confianza de su rey.

Y tú Me has respondido: «Sí, Yo Te seguiré, Señor». Dios, que sondea los corazones, no tiene necesidad de una firma. Así está formado Mi Ejército de pequeños soldados fieles y valientes. Vosotros habéis olvidado que al darme vuestra palabra, Yo os he dado al mismo tiempo Mi Divino Sagrado Corazón, Mi Vida.

Vuestra vida es una Fuerza mezclada a la Mía. Sin Dios, el címbalo queda sordo. Ninguna percusión. Vosotros no podéis oírme ni actuar. A veces Yo os dejo en la duda que vosotros mismos creáis, para que surjáis como un espléndido nenúfar que busca la luz a través de su punto de agua.

Sí, vosotros Me buscaréis porque vuestra palabra está ligada a la Mía y en vuestra triste oscuridad, vosotros Me llamaréis y la Luz de vuestro Dios perforará vuestras tinieblas. Yo os dejo entonces responder vosotros mismos a vuestras preguntas, las que vosotros Me ponéis; vuestro por qué es tan tajante como la cuchilla de la guillotina porque, en lugar de cortar el hilo que mantiene la tela que Me oculta de vosotros, vosotros cortáis el arranque de Amor que puede levantar toda esta tela que vosotros mismos habéis tejido para ocultaros de Mí".

"J.N.S.R.": "Señor, yo estaba muy enferma, yo he sentido mi terrible agonía. Yo Te he buscado y Tú no has venido. Entonces yo he llamado a mis queridos desaparecidos a venir pronto a buscarme.

Mi sufrimiento se volvía una peña que me aplastaba, los médicos no podían ayudarme y ningún remedio me aliviaba y una extrema debilidad me invadía.

Vivir sola y enferma no era suficiente para Ti, Señor, que además Tú no me hablabas. Tú me has dejado abandonada delante de la indiferencia de los míos que, lejos de ayudarme, vienen a mí para juzgarme, hasta hacerme llorar y agravar mi estado. Para ellos no era posible ayudarme de otra manera que la de hacerme admitir en una casa de cuidados médicos.

¡Y a más de 500 kilómetros de mi casa! Aquí, tengo todavía dos amigas que me ha ayudado a sobrevivir desde el deceso de mi querido esposo. Yo les he agradecido. Ellas han visto en qué estado de debilidad yo me dejaba caer, sin poder más, enferma y rechazada.

¿Por qué, Señor, me he visto de repente en este estado, esperando la muerte que no venía? ¿Qué se puede hacer cuando se está sola y se pierde sus fuerzas?

Esta mañana a las 4:00 horas, yo iba todavía a llamar al médico, encontrándome en el límite de mis fuerzas para salir de mi lecho y buscar un calmante. Yo no podía ya moverme. En este momento vino a mí una Fuerza. Eres Tú, Señor. Tú me has dicho, muy fuerte en mi corazón:

«¿A qué viene eso de llamar todavía al doctor, no has comprendido que Yo puedo todo.

Entonces JESUS me ha hecho acordar de esta pregunta de hace casi diez años: «Señor, nadie ve en mí a Tu mensajera, nadie puede reconocer que yo Te pertenezco. Yo no tengo ningún estigma, me habría gustado tener».

Entonces JESUS me respondió: «Tú los tienes, pero invisibles. Son los estigmas de Mi Agonía».

Entonces, esta mañana yo he comprendido que ningún médico, ninguna medicina podía quitarme esta sensación que se experimenta en el momento que precede inmediatamente a la muerte, la agonía. Pero ¿por qué, Señor?".

JESUS: "Tú me has respondido. ¿Cuáles son las armas que Yo doy a Mis pequeños soldados? ¿No has comprendido que vosotros no podéis combatir el Mal sino empleando Mis propias armas y que la más importante es la del Sufrimiento de Amor? Despreciado, incomprendido, rechazado, perseguido, soportando un invisible sufrimiento no reconocido porque se encontraba en la inercia de todo Mi Ser que expiraba dolorosamente en esta terrible Agonía de la Cruz. Y en el Don supremo de Mi Vida, Yo os hacía renacer a la Vida, a la Verdadera Vida en Dios.

Y tú, pequeño soldado, tres días de agonía para dar al Mundo la Paz que tú has pedido esta misma mañana en la Misa que se Me ofrecía con esta misma intención: «Salvar al mundo en guerra y devolver la dignidad perdida a cada hijo de la Tierra».

Sí, pero Yo te he dejado clavada en el lecho, tú no has podido dirigirte a esta Misa: Yo estaba tan presente en ti como en este Altar donde Yo Me ofrecía para la Salvación del Mundo. Allí, tú recobrabas igualmente la salud, por este día. Pero Mi silencio te ha preservado de las garras de Satán que no sabía por qué Yo Me he servido de ti.

Pequeños soldados de Dios, vosotros veréis pronto aparecer esta Paz. Tú, perdona a los que han sido tus perseguidores, tu propia familia. Amalos en el Perdón de Dios que Se sirve de todos Sus hijos. Ellos han sufrido. A pesar de que ellos te han olvidado por un instante. No olvides jamás de perdonar. Tú no sabes que, en cada escena de la vida, Dios es el Amo y vosotros sois Sus súbditos.

Y que, entre todos Sus súbditos, algunos sufrirán la Pasión de Cristo, con Amor, por la Gloria de Dios y la Salvación del Mundo. Comprende ahora, que tú no puedes decir no a tu Dios. ¡Que tu sí sea sí, que tu no sea no!

Tu Sí, Yo lo he recibido enteramente.

En estos Tiempos de sufrimiento mundial, Yo os pido recitar cada día los Misterios Dolorosos, tales como han sido inspirados a vuestro querido Santo–Padre, el Papa Juan Pablo II. Vosotros comprenderéis mejor invocando cada Misterio antes de la decena. ¡Cuántas almas pueden ser salvadas por Amor a Dios Sufriente! «Lo que vosotros hacéis al más pequeño de entre vosotros, me lo hacéis a Mí».

No despreciéis el Don de Dios

porque la Vida Eterna es a este precio.

JESUS os ha mostrado el Camino.

Yo soy el Camino, la Verdad, la Vida Eterna.

Quien cree en Mí está ya en Mí,

en la Vida Eterna de Dios.

Yo os bendigo en el Nombre del Padre,

del Hijo y del Espíritu Santo †.

Amén".

 

Los Misterios Dolorosos de JESUS

1er. Misterio: La Agonía

Cristo ha amado a la Iglesia y Se ha entregado por ella a fin de santificarla. El quería presentársela sin mancha ni arruga, sino santa e inmaculada. Por Cristo y en Cristo se ilustra el enigma del Dolor y de la Muerte que, fuera del Evangelio, nos abruma.

2o. Misterio: La Flagelación

Por el mundo entero, que ellos tengan un lugar en nuestra Oración, los hombres y mujeres que, en algún lugar del universo, sufren del hambre o de otros flagelos, estragos de la guerra, desplazamientos de poblaciones, los que son víctimas del terrorismo político, de opresiones diversas, de injusticias de toda clase; raptados, secuestrados, torturados, condenados sin garantía de justicia, todos los que sufren atentados intolerables a su dignidad humana y a sus derechos fundamentales.

3er. Misterio: La Coronación de Espinas

Dichosos seréis si se os insulta, si se os persigue y si pronuncian falsamente toda clase de mal contra vosotros a causa de Mí. Alegraos, estad alegres porque vuestra recompensa será grande en los Cielos.

4o. Misterio: La Cruz a cuestas

El camino del Amor según Cristo es un camino difícil, exigente. Nos hace falta ser realistas. Los que no os hablan sino de espontaneidad, de facilidad, os engañan. La maestría progresiva de nuestra vida, aprender a ser el que Dios quiere, pide ya un deber de paciencia, una lucha sobre nosotros mismos. Sed hombres y mujeres de conciencia.

5o. Misterio: La Crucifixión

Cristo ha sido un signo de contradicción. El ha ofrecido hasta en Su Muerte, Su Amistad a todos, con MARIA de pie junto a la Cruz. Bernardita también ha conocido la contradicción y el sufrimiento; no para los otros solamente, ella había transmitido la palabra de la Virgen: ¡Penitencia! Ella había sido advertida por MARIA de la dureza de este camino: "Yo no te prometo ser feliz en este mundo, sino en el otro".

Después de cada Misterio, recitar un Padre Nuestro, diez Ave Marías y el Gloria.