Dios me sanará
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9 de Marzo 2004
JESUS: “Hija Mía, tú quieres escribir
tu vida. Tú lo harás, pero no
La incertidumbre es una compresa
que se os aplica en la boca para no
hablar. Yo tengo a liberarte de ella.
Ante todo, tú Me obedecerás, porque tú has olvidado que has puesto tu
Confianza en Mí. Yo te he dejado hacer hasta este día; el resultado es
flagrante: tú no eres nada sin Mí, tú
te das cuenta y continúas llamando en ayuda de todas partes.
¿No ves que tú clamas en el desierto, donde solo la arena se mueve para
cubrirte todavía más hasta dejarte sorda y ciega delante de tu Dios? Yo tengo
piedad de ti, de tu debilidad, mientras tú eres una mujer fuerte. ¿Quién te ha
hecho así? Tú me responderás: «Mi enfermedad». ¿Qué es en verdad el Mal? Tú
sabes que Solo tu Dios puede librarte de él.
Tú vives esta Cuaresma en un triste estado, como una moribunda, mientras Yo
deseo de ti que tú Me lleves realmente, sin pensar que estás sola,
desesperadamente abandonada. Porque si los tuyos no te miran más, acuérdate que
Yo te lo he advertido, acuérdate que tú lo has aceptado por Mí, por Mi Santa
Gloria.
¿Cómo recoger pedazos de limaduras propulsadas en los aires si Yo no
dispongo de un imán para atraerlos? Tú
eres este imán, cargado hasta hacer doblar tu cuerpo que lo soporta. ¿Por qué tú? Porque tú eres Mi hija, y si tú acabas de pasar esta
terrible prueba de la negación, recuerda que Yo te he escogido para que, a
través de ti, se pueda ver Mi Vida que tus hermanos han olvidado. No son los
siglos los que la han borrado, son sus corazones los que la han rechazado.
Entonces, este dolor vivido en tu cuerpo, en tu alma, en tu espíritu, es Mi
Herencia, es una parte de Mi Sufrimiento que tú debes llevar hoy, a fin de que
puedas continuar viviendo esta Cuaresma, bajo este segundo aspecto que Yo te
presento hoy: tu terrible dolor de vivir abandonada, tu Madre del Cielo lo
sufrió con todos los hijos que el Padre Le ha confiado al pie de la Cruz.
Ellos son sus hijos, vosotros sois sus hijos, con el mismo título de los
que Yo te he confiado y que llevan el nombre de su Padre, tu Esposo que te
ayuda en este sufrimiento: el Nos lo ha pedido, como MARIA ha pedido al Padre
compartir los Sufrimientos de Mi Cruz; Ella es Corredentora.
Es el Espíritu Santo que La habita, que Le ayuda a soportar el peso de Su
elección: Mi Santa Cruz con Mi Cuerpo destrozado clavado en Ella. MARIA estuvo
tan unida a Mi Cruz que la parte que tomó MARIA en su ser todo entero, Cristo y
Su Cruz, La arrastraba a Mi Santa
Muerte, como a ti en este momento.
Pero MARIA debía cumplir la parte que Le reservaba Su Dios, la más
importante para la Humanidad: es la Iglesia que Ella debía sostener con Mis
Apóstoles; Ella es la Madre de la Iglesia. Dios sostenía a Su Hija, MARIA. No
se puede ser MARIA sin sufrir los dolores del parto. Mi Santa Madre, Dios no La
dispensó de sufrir en su Corazón y en Su Espíritu, los dolores sucesivos del parto de toda la Humanidad que el Padre Le
ofrecía.
MARIA
jamás ha dicho no. Su Fiat, cada uno de
vosotros debe vivirlo para renacer de lo Alto, del Agua y del Espíritu, pasando
por MARIA Santísima, Madre de los hijos de la Tierra.
Tu
JESUS de Amor”.
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